Entrevista al Coronel Juan de Dios Cuenca-Romero Montero. Antiguo capitán jefe de la COE 62

Realizada por el Teniente Coronel D. Luis Vicente Canela

Pertenece a la XVI Promoción de la Academia General, al igual que otro de sus hermanos, y fue capitán de la COE 62 (en dos periodos diferentes) desde 1972 a 1979. Entrevistamos hoy al coronel Cuenca-Romero

Mi coronel, es usted hijo y hermano de militares. En su caso parece que el camino estaba claro.

Mi padre era coronel de Artillería; así que sí, en nuestra casa se vivía el ambiente militar. Por ello cuatro de sus hijos, entre ellos yo, optamos por la carrera militar. Tres alcanzamos el grado de coronel de Infantería y el cuarto, de comandante de Armamento y Construcción.

¿Cómo nació en usted la vocación guerrillera?

Pues fue un episodio curioso. Yo era, entonces, capitán y estaba destinado forzoso en el CIR nº 4, en Córdoba. Mi familia se encontraba en Bilbao, donde había dos vacantes: la COE 62 y la IMEC, que era de nueva creación. Pedí ambas vacantes y me dieron destino en la COE, con el compromiso de hacer el curso de OE. Pero hete aquí que, mientras hacia el curso, me destinaron a la IMEC «sin posibilidad de renuncia».

Así que mandó usted la COE 62 en dos etapas diferentes.

Sí. La primera fue desde el 8 de julio de 1972 -que se interrumpió por el destino a la IMEC-, y la segunda, que comenzó el 21 de diciembre de 1973, hasta el 28 agosto 1979, fecha en la que ascendí a comandante.

Creo que cuando llegó a la COE 62, no se encontró una situación idílica.

Ciertamente no. Cuando llegué a la COE y me hice cargo del mando de la misma, me la entregó el teniente Moisés Sánchez Serrano, que ya estaba destinado en la BRIPAC, y en la COE solo había un suboficial: el sargento Leandro Martín Herranz.

¿Cómo se llevaban con la otra COE de la región militar, la 61?

Pues, generalmente, las relaciones fueron cordiales. Incluso cuando compartíamos las zonas de adiestramiento, como la fase de agua en Santoña (Cantabria), donde coincidíamos en el tiempo. Cada una ejecutaba su programa y no teníamos ningún problema para compartir espacios o servicios comunes.

La COE estaba ubicada en el Regimiento de Garellano. ¿Cómo eran las relaciones con los mandos y tropa del acuartelamiento?

Siempre había alguna cuestión de celillos con alguno de los capitanes, por la idiosincrasia tan particular de la COE, pero con el coronel del regimiento la verdad es que las relaciones eran excelentes.

En lo que concierne a la instrucción y adiestramiento, el escenario no podía ser mejor.

Desde luego. Disponíamos de lugares idóneos para la instrucción. Había que localizarlos, pero teníamos mar, montaña, bosques, e incluso frontera. Solo era cuestión de estudiar cuáles eran los más adecuados en cada momento. Incluso disponíamos en el CIR nº 11, en Araca (Vitoria), de un barracón para cuando nos trasladábamos a realizar allí ejercicios con explosivos y tiro, ya que en Bilbao, dada la situación sociopolítica de aquella época, no nos dejaban realizar este tipo de adiestramiento.

¿Cómo recuerda la formación que se impartía a la tropa?

Desde su captación en la fase del CIR, donde abundaban los voluntarios que buscaban destino en la COE, los guerrilleros debían acreditar unas notables condiciones físicas e inquietudes por aprender y asimilar las enseñanzas que se impartían. Por ello, el conocimiento y destreza para el manejo del armamento, la defensa personal, las prácticas de tiro, el manejo y utilización de explosivos, así como, en otro orden de cosas, el movimiento con plano y brújula, orientación por la noche, etc., eran una parte importantísima de la formación.

Paralelamente, se potenciaban las habilidades físicas de los guerrilleros y era cotidiana la realización de marchas cargando con el equipo, armas y material de supervivencia; o la ejecución de ejercicios específicos en el circuito de instrucción de combate, del que se disponía en el propio acuartelamiento de Garellano. Por último, estaban las prácticas de supervivencia para conocer los recursos naturales y las de evasión y escape.

Las fases de agua y de nieve eran esperadas con expectación por la tropa. ¿Cómo y dónde las realizaban en la  en la COE 62?

Bueno, la verdad es que, como dices, la tropa las estaba esperando con mucha ilusión, pero para los mandos suponía un esfuerzo importante de planificación y  empleo de recursos, ya que nos desplazábamos durante veinte días fuera del acuartelamiento.

La fase de nieve se llevaba a cabo en Braña Vieja (Cantabria), donde existe una importante estación invernal. El campamento base se establecía en un albergue de una localidad denominada Villar, lo cual permitía una confortabilidad importante para los componentes de la COE. En la cercana Reinosa existían todas las posibilidades de abastecimiento de suministros, e incluso de ocio, para los guerrilleros. Además del adiestramiento en las prácticas de esquí o las marchas con raquetas en la nieve, se construían refugios en nieve y se realizaban ejercicios de tiro.

La fase de combate en agua se realizaba en Santoña (Cantabria), y el campamento se establecía en el fuerte San Martin, una antigua instalación defensiva costera sita en el mismo borde del mar, que ofrecía un techo y un recinto fácil de custodiar. El suministro de agua se realizaba mediante un camión cisterna y los propios guerrilleros construían y mantenían las letrinas.

Como en el caso de Reinosa, en Santoña existían todas las posibilidades para el abastecimiento de suministros y de ocio para los guerrilleros, y además estaba el Patronato Militar con sus instalaciones, presto siempre a echar una mano. Las actividades que se ejecutaban en esta fase eran: buceo básico, combate en agua, manejo de embarcaciones con motor fuera borda, infiltración individual y colectiva y reconocimientos de costa.

Casi todas las COE tenían mascotas ¿Las tenía la 62?

Sí, teníamos dos perros lobos: «Derby» y «Carry»; y  una perra, también loba, llamada «Sila», de cuya manutención se encargaba un «perrero» en cada reemplazo, y que eran de gran ayuda en nuestra seguridad perimetral, tanto en el regimiento como en el campo, porque plantaban cara a toda aquella persona que no llevara la boina verde.

¿Recuerda alguna operación que se ejecutara bajo su mando, que quiera destacar?

Fueron varias: En la Operación «Iruña», entre octubre de 1974 y agosto de 1976, la misión consistía en impermeabilizar la frontera entre Vera de Bidasoa y Roncesvalles (Navarra), estableciendo patrullas al sur de la línea de mugas en la zona fronteriza. Sirvió, además, para actualizar y poner al día la información sobre las fortificaciones de la zona, los puntos de comunicaciones y la cartografía. En ella participaron también la COE 61 de Burgos, la Compañía de Escaladores y Esquiadores de Navarra, así como varias secciones de esquiadores escaladores de los batallones Colón XXIV, Legazpi XIII y Montejurra.

En el mes de junio de 1976 la COE se desplazó a la zona del Páramo de Masa, en Burgos, para participar en unas maniobras de altísimo nivel, tanto en medios humanos como materiales. La misión de la COE 62 en las mismas era realizar una operación tras las líneas enemigas en la que nuestros guerrilleros se descolgaban con cuerdas, en rápel, desde helicópteros para tomar posicionamientos estratégicos y continuar su misión sobre el terreno. El resultado de la intervención fue espectacular, y mereció la felicitación del general de la 66 División de Montaña por la ejecución del ejercicio y por: «El alto espíritu, la eficacia y el rendimiento en la misión encomendada».

 

¿Realizaban alguna colaboración con otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado?

Ciertamente, sí que hubo alguna. En junio de 1976 la COE se desplazó a Roncesvalles, en Navarra, participando en el operativo desplegado en la frontera con Francia, para la localización y captura de un contingente de presos  pertenecientes a la organización terrorista ETA que se habían fugado de la cárcel de Segovia. Y en mayo de 1977 -junto a la Guardia Civil-, en la localización y rescate de tres montañeros desaparecidos en los Picos de Europa, en Cantabria, en Peña Vieja. Los encontramos sin vida, colgando de las cuerdas, pudieron morir sorprendidos en plena escalada por un clima adverso. Sus cuerpos fueron rescatados y puestos a disposición de la autoridad judicial. Esta actuación motivó también una felicitación a la COE, por parte del capitán general de la VI Región Militar.

Veo, mi coronel, que recuerda con mucha exactitud fechas, datos, lugares… Eso quiere decir que dispone de una memoria privilegiada.

Sí, es cierto. Gracias a Dios, tengo buena memoria, pero también es cierto que mis frecuentes contactos con los veteranos que estuvieron a mis órdenes en aquellos momentos, me permiten rememorar y actualizar, manteniendo vigentes unos momentos que todos valoramos mucho aún en la actualidad.

Cuéntenos cómo son esas relaciones.

En Cantabria, donde me afinqué al finalizar mi carrera militar, mantengo contacto regular con dos grupos de veteranos de la COE 62. Realizamos reuniones anuales, a las que asisto como uno más, y también en grupos más pequeños se organizan encuentros para comer y pasar unos ratos muy agradables, donde los temas principales de conversación, como te podrás imaginar, son los recuerdos de aquellos tiempos. Uno de esos grupos asiste a las reuniones con casi setenta de aquellos guerrilleros que compartieron mili en los años 75 y 76, procedentes de localidades de Cantabria, la Rioja o Burgos. Han creado un grupo de WhatsApp donde rememoran cumpleaños o noticias personales y familiares, publican  fotografías de entonces y de ahora… así que, con ese entrenamiento, es fácil tener vivos los recuerdos.

Con una carrera militar tan extensa, también habrá algún recuerdo amargo.

Pues, efectivamente, lo hay. De entre los mandos en la COE 62, tengo un recuerdo muy especial para el teniente Leandro Martín Hernanz, fallecido el 10 de junio de 1984 en el transcurso de un ejercicio con el Curso de Operaciones Especiales. Era un excelente profesional y una gran persona: descanse en paz.

Pues aquí ponemos punto y final a la entrevista, ¿quiere hablar de alguna cuestión que no haya podido quedar reflejada?

Destacar el vínculo que se establece, tanto para nosotros, militares profesionales, como para los jóvenes que pasaron por las COE. Un vínculo que dura toda la vida.

Muchas gracias, mi coronel, en nombre de la revista Boina Verde, por el tiempo que ha dedicado a narrar estas vicisitudes, para que queden por escrito y  sirvan a las nuevas generaciones de guerrilleros para conocer a aquellos que iniciaron el camino de las Operaciones Especiales en España.

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