Realizada por Miguel Ángel Núñez
Vocal Relaciones Externas FEDA-VBVE
Por favor, Juan, preséntate y cuéntanos ¿cuáles fueron tus motivos para que te ofrecieras voluntario en una Compañía de Operaciones Especiales y cómo fueron tus comienzos en la COE 41?
Soy Juan Company Moreno presidente de la Asociación VBV de Cataluña. Tengo 72 años. Fui cabo 1º de la COE 41 de Barcelona del primer reemplazo del 69; o sea, entré en enero de 1970 en el CIR 9 y salí en abril de 1971 en la COE 41.
Uno de los motivos principales para presentarme voluntario a los guerrilleros fue la perspectiva de pasar más de un año con una actividad muy baja y profesionalmente un parón importante. Cuando fueron los boinas verdes para hacer la captación de voluntarios para la COE, yo ya sabía que existían los guerrilleros y, de manera somera, lo que hacían militarmente, pero al oír lo que hacían y ver que muchas de ellas eran de tipo deportivas (esquí, escalada, movimiento en montaña, buceo, etc.), las cuales yo ya practicaba, la situación y la perspectiva cambió radicalmente y, sin dudarlo, me apunté a las pruebas de selección que pasé y así me puede incorporar a la COE 41.
Al principio, creo que en general a todos nos pasó, los primeros días íbamos un poco de cabeza hasta encontrar el ritmo de trabajo. Después te adaptas a las rutinas, aunque la instrucción era bastante dura. Toda la gente que estaba en buena forma física y mental (la mental creo que, tal vez, era más importante que la física) lo superaba bien.
¿En qué consistía la preparación de los soldados en Operaciones Especiales y qué te pareció la formación recibida durante la prestación de tus servicios en la COE 41?
Se hacía mucho hincapié en la preparación física. La rutina era más o menos la siguiente: diana, desayuno, gimnasia o deporte, instrucción de combate, clases de teórica, alto, comida, descanso, clases de especialidad, alto, los que teníamos la suerte de vivir en Barcelona podíamos tener el pase de pernocta e ir a casa hasta diana del día siguiente y el resto un rato de descanso hasta la cena, retreta y a dormir hasta diana. Todo esto era cuando estábamos en el acuartelamiento, porque cuando salíamos al monte para alguna fase (guerrillas, escalada, etc.) prácticamente se dedicaba todo el tiempo al tema que tocaba.
La formación recibida, en general, y, más en aquella época (recordar que era el año 1970), con los medios que se disponía creo que fue muy buena; yo diría que excelente. Carecíamos de cualquier material que no fuera el de cualquier unidad de infantería: el armamento, el convencional; material de escalada, no estaba mal sin ser ninguna maravilla; el de buceo, unas aletas, unos plomos y máscara, nada de botellas de aire comprimido; o sea, todo bastante precario. Pero todo se suplía con mucho entusiasmo; una muy buena preparación física, técnica y, sobre todo, mental; y unos mandos que nos supieron transmitir un espíritu de clase, por lo que teníamos el convencimiento, y tal vez fuera así, de que los boinas verdes, los guerrilleros, éramos lo mejor de lo mejor de las FAS.
La uniformidad era prácticamente la misma que la de los soldados del regimiento. La única distinción estaba en las hombreras verdes y el pañuelo al cuello (cada sección de un color) y el chaquetón paracaidista. Como curiosidad, nos poníamos la camiseta de manga corta, que era blanca, con la parte de atrás para delante, porque quedaba más chula.
De todas las fases que realizaste, ¿cuáles fueron, en tu opinión, las más interesantes y por qué?
Tal vez la más interesante fue la supervivencia, por lo menos para mí, porque aprendí cosas que nunca hubiese aprendido sin hacer esta fase del entrenamiento: hacer refugios de emergencia, hornos para cocer, los cherokee para ahumar, trampas para cazar y a reconocer muchas plantas comestibles.
Las de escalada, esquí o buceo no me resultaron tan interesantes porque ya practicaba desde joven estos deportes, aunque entiendo que, en general, eran atractivas ya que la mayor parte de la gente no los practicaba y salir de la mili habiendo aprendido a esquiar, escalar, etc. sin costarte dinero, solo sacrificio, era un buen aliciente.
¿Cuál ha sido la fase que fue especialmente dura para ti por sus características, dificultades, peligrosidad…?
Mi especialidad fue artificiero (explosivos) y, aunque por sí misma, no era dura, sí que era estresante, aunque la dificultad tampoco era excesiva pero te requería mucha concentración y meticulosidad y no digamos nada de la peligrosidad, que lo era y mucho.
La fase de buceo era también una de las duras, ya que el medio acuático no es lo normal para el ser humano y hacíamos, sobre todo, bastantes horas de natación. También se hacía boga con las neumáticas, trabajos de apnea, etc. y que, para la gente que no está acostumbrada, puede llegar a ser agotador. En esta fase los artificieros hacíamos prácticas de explosivos en el mar, lo que se le sumaba a la dificultad y peligrosidad del manejo de explosivos, la dificultad de hacerlo en el agua.
De todas las experiencias vividas ¿tienes alguna anécdota o recuerdo en concreto que destacar en tu paso por operaciones especiales y si influyó este hecho en tu vida personal, familiar, profesional…?
A mí me sucedía, supongo que como a la mayoría de los jóvenes, que a esa edad éramos rebeldes, nos creíamos que lo sabíamos/podíamos todo y con todo, pero el servicio militar, la mili, te da unas dosis muy importantes de humildad que te hacen entrar de golpe en la realidad; aprendes a obedecer y a cumplir lo que se te encomienda sin rechistar. También aprendes que no eres nada sin los demás del grupo (equipo operativo, sección o COE) y eso, en la vida civil, te ayuda a integrarte en ellas con unos valores que te servirán siempre.
¿Qué gratos recuerdos y también amargos (si los hay), guardas de tu convivencia con los mandos y compañeros de tropa?
Los recuerdos malos, dicen los psicólogos y los entendidos, se tienden a olvidar y se recuerdan más los buenos. Pues en esa línea creo que estoy. Recuerdos, muchos. La convivencia con los compañeros era constante durante el año, más o menos, que estuvimos juntos en el cuartel o en las salidas al campo. Aunque pasó bastante tiempo en que no tuve contacto con compañeros ni mandos, luego recuperé el contacto con algunos, gracias a la asociación VBV. Con los mandos puedo decir que, con algunos suboficiales de aquella época, hemos recuperado el contacto y, en la actualidad, nos podemos considerar amigos y tenemos muy buena relación.
¿Te ha sido útil en tu vida civil lo aprendido en la COE 41? ¿En caso afirmativo, nos puedes dar algún ejemplo?
No sabría qué decirte. Inconscientemente, tal vez, diría que no, pero casi seguro que sería incierto porque hay actos reflejos e inconscientes que realizas que, si no fuera por ese paso por la COE, casi seguro que no los tendría o no habría desarrollado. Uno que siempre he tenido presente es que en los grupos de trabajo deben de estar muy claros los objetivos a realizar y trabajar todos unidos y bien coordinados.
Como presidente de la Asociación de Veteranos Boinas Verdes de Cataluña ¿cuáles crees que han sido los principales retos y obstáculos a los que tuviste que hacer frente y si contaste con ayuda?
Yo, en la AVBV de Cataluña, en los más de 20 años que llevo de socio, he pasado por todos los cargos que hay: secretario, tesorero, vicepresidente y, actualmente, presidente. Yo creo que el principal reto de esta asociación es mantener el número de socios, ya que cada vez hay menos boinas verdes de reemplazo, que era de los que se nutrían todas las asociaciones, y lo que habría que intentar por todos los medios es que nuestros compañeros que están activos ahora se fueran integrando en las distintas asociaciones que en la actualidad hay por toda España y creo que es el obstáculo y a la vez el reto actual.
Aquí, en Cataluña, las instituciones militares siempre nos han dado apoyo, no solamente a nosotros, sino a todas las asociaciones cívico-militares (más de 25 asociaciones) que existen y se han organizado y efectuado muchas conmemoraciones y celebraciones conjuntas.
Nos consta que siempre has sido muy deportista y que, ya de bien joven, empezaste a practicar los deportes de montaña, entre otros; todo ello, prácticamente, hasta hoy en día. ¿Nos puedes ampliar esta información?
De siempre, en Cataluña, han estado muy arraigados los deportes de montaña. Hay clubes excursionistas con más de 100 años de antigüedad y algunos bastante grandes (el CEC, la UEC) con una cantidad de socios muy importante y un número muy elevado de clubes más pequeños con menos socios, pero muy activos. Yo empecé a salir a la montaña con algún amigo del barrio sobre los 15 años y, enseguida, nos hicimos de un club excursionista, del que por cierto llevo más de 50 años de socio, y allí, poco a poco, ibas practicando todos los deportes relacionados con la montaña: travesías típicas, escalada, espeleología, esquí, etc. y la cosa siguió hasta la fecha. Uno de los hitos que me había propuesto era llegar a los 70 años esquiando y, de momento, lo estoy cumpliendo. Lo que sucede es que las fuerzas ya no acompañan tanto, pero no me puedo quejar.
También de joven, 16 o 17 años, ya que Barcelona está abierta al mar y en aquellos años había mucha pesca, empecé a hacer pesca submarina y lo que hoy en día se le llama snorkel entonces le llamábamos, simplemente, buceo.
Ya de más mayor, también hice y hago buceo con escafandra y, durante bastante tiempo, bicicleta de montaña hasta hace unos años en que tuve que dejar la bici por la espalda que se “quejaba” y todo, siempre, alternándolo con la montaña.
Si pudieras regresar al pasado, ¿volverías a presentarte como voluntario en la COE y por qué?
Sin lugar a duda porque fueron unos meses de vivencias muy intensas y, sobre todo, porque te da una fortaleza interior muy importante y te enseña que la física, aunque con el tiempo va menguando, es imprescindible para la vida cotidiana. También se forja un compañerismo con algunos que, a veces, aunque pasen muchos años sin tener contacto ni relación, se mantiene y cuando hay reencuentro es fabuloso, como si no hubieran pasado el tiempo.
