Realizada por José Briones Giménez
Vocal Relaciones Externas FEDA VBVE
En primer lugar, queremos agradecerte tu colaboración al prestarte a hacer una entrevista para la revista Boina Verde, relatándonos tus experiencias, dando la oportunidad de conocerlas a otros compañeros y me gustaría que iniciáramos la charla presentándote tú mismo.
Mi nombre es Félix Salvador Gandoy y estuve en la COE 82 de San Cibrao (Lugo) desde el 14 abril de 1978, primero en el CIR 13 de Figueirido (Pontevedra) y luego en la COE 82 de junio del 78 a septiembre del 79. Reemplazo 77 abril como voluntario.
Supongo que sabías que te incorporabas a una unidad de élite, en la que obviamente el trabajo y el esfuerzo diario iban a ser duros y que quizás podrías haber escogido otro destino más cómodo. A sabiendas de eso ¿por qué te metiste en una unidad de operaciones especiales? ¿Qué es lo que te atrajo?
Bueno, en mi caso, desinformación total…Yo había terminado el COU en 1977 y, en esos años, para encontrar trabajo era preceptivo tener el servicio militar realizado.
Yo era menor de edad, tenía 17 años, así que me acerqué con mi padre (que era Policía Armada) al Gobierno Militar de Lugo para apuntarme como voluntario… preferentemente en la Cruz Roja donde estaba ya algún compañero mío. Al informarnos el teniente allí destinado que este organismo estaba saturado de peticionarios, nos indicó que, en el otro cuartel, el de la COE 82, denominados comúnmente guerrilleros, en el anterior reemplazo, de las cuatro plazas que existían para voluntarios solo se había cubierto una. Mi padre me miró y yo asentí sin la menor idea de qué era eso. En algún sitio había que hacer la “mili”. Evidentemente, más tarde descubrí que parecía ser algo diferente a la Cruz Roja… ja, ja.
¿Qué tal fueron los comienzos? ¿Te viene a la memoria algún hecho o anécdota interesante de los primeros días?
Los comienzos…. Pues, bueno, el día de la incorporación al cuartel después de jurar bandera coincidimos tres compañeros vestidos con el uniforme de paseo en la barrera y apareció un guerrillero con su boina verde, sus barbas, de baja estatura que parecía nuestro abuelo diciéndole a un compañero que se pusiese firmes. Nosotros lo miramos y como no llevaba divisas…. como que no le hicimos caso… pero cuando nos lo dijo… de una forma menos amigable y uno de nosotros recibió una caricia en la cara, en automático nos pusimos los tres firmes como estacas (sin acritud).
Los demás compañeros que habían llegado antes estaban escuchando y, sobre todo, practicando atentamente las primeras nociones de reptar en todas sus variantes, trato de prisioneros y demás… a las que nos unimos nosotros voluntariamente.
¿Tardaste mucho en adaptarte a la marcha de la compañía?
La verdad es que no. Fue todo muy rápido. Entre que nos presentaron las dos pistas del cuartel, la llamada española y la americana, con los primeros lesionados que no estaban muy ágiles, la forma de desfilar con el braceo diferente, raro… raro… los grandes espacios en las formaciones… éramos unos treinta y tres en la sección y ocupábamos el espacio de una compañía de “pistolos”. Entre eso, la entrega de material y teniendo en cuenta que habíamos llegado en el mes de junio y que ya nos íbamos a la fase de agua y supervivencia en Monteferro e islas Cíes, no tuvimos apenas tiempo para pensar mucho.
Habla un poco de tus compañeros ¿formasteis vínculos de amistad? ¿Qué tal el compañerismo en tu unidad?
En cuanto a los compañeros, al ser esta COE de dos secciones nuestro número era de 60 guerrilleros, aproximadamente, y, aunque en el hospital de Coruña siempre había un cupo de lesionados con algo roto que alargaban su estancia en el hospital al haber allí enfermeras militares, el número de efectivos era lo suficientemente bajo como para que nos conociéramos todos y mantuviéramos siempre una buena convivencia.
¿Mantuviste la amistad, una vez licenciado, con algún compañero de tu unidad o con compañeros del mundo de las operaciones especiales a través de alguna asociación, etc.?
En aquellos tiempos, finales de los años 70, hacíamos lo clásico: nos dábamos las direcciones, teléfono, etc. y manteníamos el contacto al principio, luego se acababa perdiendo. No había los adelantos actuales, internet y las redes sociales. Ahora es cuando a través de Facebook navegamos y tratamos de encontrarnos. De hecho, hay páginas de la compañía, creo que dos como mínimo. Yo administro una en la cual vamos “colgando” fotografías y algún compañero habilidoso pone vídeos y montajes varios.
En cuanto a asociaciones, al ser de provincias diversas, cada uno lo hace de forma individual. Alguno puede ser que esté en alguna asociación. Lo que si hay por lo menos varios reemplazos que se reúnen anualmente y están muy cohesionados.
¿Qué tal te pareció la formación que recibiste en tu unidad? ¿Crees que tu experiencia ha influido en tu vida posterior? ¿Te ha ayudado a formar tu carácter en la toma de decisiones importantes en tu día a día?
La formación que recibimos digamos que fue excelente e impagable. En mi caso ha influido considerablemente ya que, en la COE 82, me entró la vocación militar. En 1979, con diecinueve años, ingresé en la Academia General Básica de Suboficiales (AGBS) de Tremp (Lérida) y, al salir sargento, estuve destinado en la Brigada Paracaidista (BRIPAC) doce años. Posteriormente, en 1994, ingresé en la escala media de oficiales y a los cuarenta y siete años volví a ir destinado a la BRIPAC. Fui probablemente el teniente de más edad que ha mandado una sección de paracaidistas. Me retiré del Ejército de capitán.
Recuerdo todavía las palabras de mi capitán Zato Paadín cuando me iba a la Academia en las que me indicó que si podía aprovechar algo de lo que había aprendido en la COE que lo hiciese, pero que era otra cosa diferente, que no hiciera comparaciones.
Por supuesto, en general, creo que, a todos, lo que hemos aprendido en estas unidades es un remanente que nos ha ayudado a tomar decisiones en los diversos ámbitos de la vida, superando situaciones difíciles, simplemente acordándonos de que en la COE eran continuas.
En la memoria de muchos compañeros están las fases que hicimos y los recuerdos no siempre son coincidentes en lo que se refiere a cuál fue la fase más dura, la más divertida o la más interesante. ¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Hay alguna que no te gustaría repetir o, por el contrario, te encantaría volverla a pasar?
Como novedad, digamos que las fases de esquí y agua. Normalmente, no todo el mundo tiene la oportunidad de realizar estas actividades; sobre todo, por el gasto que conlleva.
En general, todas tenían su encanto: escalada, rápel, explosivos, defensa personal, emboscadas, golpes de mano, tiro… Las de más tensión, digamos que guerrillas y contraguerrillas. Daba igual el grupo en el que estuvieras siempre con el corazón en un puño por si te cogían prisionero… ¡Ufff! Y, de igual manera, la evasión y escape.
¿Recuerdas algún hecho, anécdota especial o algo que consideres interesante?
En cuanto a anécdotas creo que cualquiera de nosotros podría escribir un libro o dos… ja, ja. Pero contaré un detalle. En el año 84, realizando el curso de apertura manual de paracaidismo y señalador guía (APM), había una práctica de rápel desde el helicóptero. Yo, como cualquier guerrillero, había realizado unos cuantos rápeles de puentes y helicóptero, con volados y sin volados, modalidad con mochila teniendo la precaución de ponértela bien para no quemarte el cuello con el rozamiento y “a pelo” que se dice. Con una cuerda solo, sin cuerda de seguridad.
Pues resulta que en el citado curso bajé, o me bajaron, con cuerda de seguridad y con el nuevo sistema con descensor sin mochila, resumiendo que de cabo en la COE, sin ser profesional, lo hacía sin seguridad y en la BRIPAC, de sargento profesional, prácticamente me bajaron con la cuerda de seguridad. ¡¡¡Cosas de la vida…!!! A veces, lo suelo comentar… mandaba más de cabo en la COE que luego en otros empleos con más galones y estrellas.
¿Quieres comentar algo además de lo ya hablado?
Simplemente quiero comentar que la citada COE 82 creo que era doblemente especial. En cuanto a su ubicación: en medio del monte, aislada del órgano superior el Regimiento Mérida 44 a unos 100 km con campos de tiro, pistas de obstáculos, etc. solo para nosotros. Siempre estaba libre para utilizar y, al ser un grupo reducido, no había aglomeraciones. No teníamos contacto con el Ejército normal; bueno, teníamos unos veinte soldados “pistolos”, dicho cariñosamente, que nos hacían las guardias, comida, etc.
También quiero mandar un abrazo guerrillero a todos los que hemos pasado por estas unidades, especialmente a los de la COE 82, San Cibrao, Lugo.
En las islas Canarias resido actualmente (Fuerteventura) por si alguno se pasa que no dude en ponerse en contacto.
¡Vivan las COE!!!
¡Viva España !!!
