Roberto García (“Rufo”), guerrillero de la 13, reemplazo de 1985
Pedro Sánchez Ceballos; guerrillero de la 13, reemplazo de 1985
Éramos tan jóvenes: 18, 19 años. Yo, el mayor, con 20 años cumplidos (prórrogas de estudios). Mi pensamiento de la mili, a diferencia de los jóvenes del País Vasco, que no querían ni oír hablar de ella era, cuando menos, sorprendente.
Ya que tenía que hacerla, ¿por qué no aprovecharme de ella? Ese y no otro, fue el detonante de irme a la “aventura”, como más tarde me reconocieron algunas amistades.
Era septiembre, de tarde, nos esperaban unos COE cerca de la entrada del CIR de San Pedro, en Colmenar Viejo, Madrid. Aún hacía calor. Un muchacho enorme, mi “hermano” Pep (Mambo), se me acercó y me dijo en voz baja: “En vaya lío nos hemos metido”. A lo que yo contesté: “Nosotros solitos, nosotros nos lo hemos buscado”.
La fase de endurecimiento fue crucial para poner a algunos en su sitio. Unos la pasaron sobradamente; a otros nos costó adaptarnos. Pero, al final, todos conseguimos nuestro preciado tesoro: “la boina”. Esa prenda que nos cubría la cabeza del frío invierno de la sierra y de “gloria”.
Yo, por mi parte, aprendí que siempre se puede dar un paso más. Que de ir a cola del pelotón, con el duro entrenamiento, y sabiendo dosificar las fuerzas, conseguí todo lo que me propuse.
“Un paso más. Siempre un paso más”.
Es posible que no llegue a tiempo. Es posible que no sea lo que se pide. Pero después de pensar un poco en ello, siempre llego a la misma conclusión: “Siempre un paso más”.
Y de esta reflexión, os he querido hacer partícipes. Mi regalo particular para la Pascua Militar.
“Buitre”
Pedro Sánchez Ceballos; guerrillero de la 13, reemplazo de 1985
Robert, estoy por asegurar que esa reflexión es compartida por todos nosotros.
Por mi parte decir, que esa máxima de “Nunca no puedo”, que nos grabaron a fuego nuestros mandos, la reflejé en todas las facetas de mi vida y pienso que me valió de mucho.
Por aquel entonces, tenía un primo carnal en la BRILAT, el cual me dijo, cuando se enteró de que estaba en el GOE I, que si estaba loco. Le contesté que loco no, más bien cuerdo: como tú dijiste “de perder un año”, perderlo aprendiendo cosas que seguramente nos hubiera sido imposible aprender en otro lugar. Y qué decir tiene que lo que más valoro de esa etapa son los hermanos que sigo, seguimos manteniendo.
Y nos queda por decir que entramos siendo unos niños y salimos convertidos en unos hombres de 20 años.
Hoy no hay de eso.
Madrid, a 15 de enero de 2024