General de División (retirado) Casimiro Sanjuán Martínez
Antiguo Teniente Coronel jefe del GOE III
Me propone el director de la revista Boina Verde (general Bataller) que escriba un artículo -para su incorporación al Extra GOE III- sobre ese periodo de transición en el que el GOE III pasó de un estatus de dependencia directa del general jefe de la Fuerza de Maniobra (FMA) a otro como consecuencia de su integración al MOE. Me dice, además, en su propósito de recopilar el historial de los GOE/BOEL, con acompañamiento de artículos, que si bien la integración de los GOE III, IV y BOEL XIX (transformada en GOE XIX) al MOE se efectuó en DO en 1998, la Jefatura del MOE, inicialmente ubicada en Jaca, se trasladó a Alicante en el 2000. Por otra parte, como yo sabía muy bien por haberlo vivido en primera persona, el GOE IV y la BOEL (que perdía su carácter legionario), con sede en Barcelona y Ronda (Málaga), se reunieron en Alicante en abril de 2001 y junio de 2002 respectivamente. Además, hubo una transformación de la plantilla y organización, de los ya tres GOE (III, IV y XIX) para reforzar el CG del MOE. En definitiva, Vicente Bataller me solicita que haga un recordatorio de como se desarrolló la integración del GOE III en el MOE, qué papel jugó el GOE III en el apoyo al MOE, GOE IV y GOE XIX, y qué actividades destacaría entre las llevadas a cabo por el GOE III en ese periodo de transición.
Para los que no me conozcan me presento. Fui jefe del GOE III desde septiembre del año 2000 hasta junio del año 2003. A lo largo de mi dilatada carrera militar he ocupado relevantes destinos y mandado excelentes unidades. Fui profesor de la AGBS, IMEC y AGM (donde tuve el honor de ser uno de los tres capitanes de la compañía del Rey de España). Formé parte de los Estados Mayores de la COMGECEU y de la DIVINT del Estado Mayor Conjunto. Participé en varias operaciones en el exterior (Mozambique, Bosnia, Kosovo, Líbano). Mandé una Agrupación en Kosovo y dos veces una Brigada multinacional en Líbano. Ocupé importantes destinos de coronel, jefe de Operaciones Actuales del EMAD y del Centro de Relaciones Internacionales del EME. Mandé el RIMZ Córdoba 10 y la BRIMZ Extremadura XI. Finalmente, como general de división, ocupé destinos en el Ministerio, en FUTER y en la Comandancia General de Baleares desde donde pasé a la reserva.
El hecho que definió mi perfil profesional en toda esta larga trayectoria fue el haber tenido, en las Academias y destinos de teniente, extraordinarios capitanes guerrilleros de los que guardo un recuerdo imborrable. Tuve también la suerte de mandar unidades de primera línea integradas por excelentes profesionales. Sin embargo, si tengo que destacar a una de ellas esta sería, sin duda, el GOE III. Varias son las razones para hacer esta afirmación y voy a intentar explicarlo.
Cuando llegué al GOE III me encontré algo muy diferente de lo que hasta entonces conocía. Se trataba de una unidad moderna, cohesionada, muy operativa y con personal especializado. Todo ello se debía en gran medida a la buena labor de mi antecesor, el teniente coronel Bataller, que había mandado esa unidad en los empleos de comandante y teniente coronel que, con gran dedicación e imaginación, había conseguido dotarla de personal, material e innovadores métodos de instrucción y unas instalaciones que eran la envidia del Ejército. La calidad del personal era digna de elogio y la unidad funcionaba como un engranaje perfecto. El GOE III causaba admiración en todos los ejercicios que participaba en España y en el extranjero.
En aquel momento las Unidades de Operaciones Especiales (UOE) estaban sufriendo una gran transformación. No hacía mucho que se había creado el MOE, al mando de un coronel, en la ciudad de Jaca. En el año 2000, el mando pasó a ser de general de brigada y se trasladó a la Base de Rabasa en Alicante donde deberían concentrarse sus unidades subordinadas, los GOE III y IV y la BOEL de La Legión. El GOE III ya estaba allí pero el GOE IV estaba en Barcelona y la BOEL en Ronda. Ambas unidades debían trasladarse a Alicante pero este proceso aún tardaría casi dos años.
Los objetivos que me propuse al hacerme cargo del GOE fueron mantener la cohesión de la unidad e incrementar en lo posible la operatividad. Al principio tuve que hacer frente a algunos obstáculos. El primero, mejorar las relaciones con el CEFOME, unidad que convivía con nosotros en la Base, pues algunos mandos no aceptaban de buen grado las peculiaridades de las UOE (sobre todo la exención de servicios). Me recordaba los problemas de las antiguas COE en los regimientos DOT. Poco a poco, se solucionaron estas dificultades gracias, en parte, a la intermediación de inestimables amigos alguno de ellos guerrillero prestigioso como el suboficial mayor Terencio.
La relación del GOE III con el CG del MOE también tuvo sus altibajos, en parte por las intromisiones en el normal desarrollo de las actividades del GOE y en las constantes comisiones de servicio de su personal que, día a día, pasaba a engrosar el cada vez más nutrido Cuartel General.
El GOE contaba inicialmente con una plantilla cercana a doscientos militares, pero esto duró muy poco pues el CG del MOE diseñó una nueva plantilla para los GOE de poco más de setenta con una organización básica, Mando, PLM reducida, un equipo de tiradores y seis equipos operativos (uno integrado exclusivamente por mandos, oficiales y suboficiales). Se trataba de hacer unas unidades altamente operativas y todos los apoyos les serían dados por las unidades logísticas del MOE (BCG, Transmisiones, Unidad de Instrucción, etc.). El problema era que las plantillas no estaban aprobadas y, por lo tanto, no había personal para integrarlas. El CG del MOE las fue llenando con el personal del único GOE existente en Alicante, el GOE III. A lo largo de ese primer año de mando, el CG del MOE se había constituido en base al GOE III. Aunque como militares no se discuten las órdenes, las formas de realizar este proceso no fueron las mejores. Todo en parte afectaba al GOE III y de aquellos trasvases de personal muchas veces yo era el último en enterarme. Eso me causó muchos problemas con el mando del MOE, especialmente con su jefe de Estado Mayor.
De los cinco comandantes que el GOE tenía en plantilla, tres permanecieron en la unidad y dos de ellos pasaron a formar parte del CG del MOE. Los tres comandantes que permanecieron en el GOE tenían gran experiencia, enorme categoría y gozaban de gran prestigio en la unidad. Yo aprendí mucho de ellos, como también de varios oficiales, suboficiales y tropa. No me gusta destacar a nadie por el riesgo de no nombrar a todos pero tengo que agradecer sobremanera el trabajo, compromiso y, así mismo, la amistad de la mayoría de los integrantes de la unidad como, también, de gran parte de los que formaban parte del CG del MOE algunos de los cuales habían sido alumnos míos en la AGM. Con varios de ellos coincidí más tarde en diferentes destinos y con muchos todavía mantengo contacto.
Pero si de alguien tengo que hacer mención especial es de los suboficiales por ser el grupo más numeroso del GOE III. Nunca he tenido otros como ellos. La profesionalidad y lealtad que me mostraron fue insuperable. Llamaba poderosamente la atención su trabajo rutinario de entrenamiento, el movimiento por todo tipo de terreno de día y de noche, la puesta en marcha de innovadores programas de conducción nocturna para vehículos y de tiro de armas de precisión, etc. Como anécdota, en cierta ocasión, dos suboficiales del equipo operativo de mandos habían estado todo un fin de semana de su tiempo libre en unas instalaciones cercanas a Albacete practicando técnicas de combate en localidades para instruir posteriormente al resto del equipo. Esta era la calidad de aquellos hombres.
Los pocos cabos 1º, cabos y soldados que permanecieron en el GOE tenían más experiencia y conocimientos que algunos mandos que he tenido posteriormente. En los diferentes ejercicios que se realizaron dieron muestras de su alto grado de instrucción y eficacia. Siempre he alardeado de su actitud.
Para albergar los GOE se readaptaron instalaciones del CEFOME con un diseño acorde a nuestras necesidades. En su interior se trabajaba como se haría en el campo, la PLM estaba constituida por un núcleo de Operaciones/Inteligencia y un núcleo de Logística. En ejercicios se mantenía esta estructura para equipar la Base Operativa. El comandante que coordinaba la actividad diaria de los equipos operativos era a su vez el S3 (Operaciones en Curso) en ejercicios.
Durante los tres años de mando se llevaron a cabo muchos ejercicios, alguno de ellos internacional como el “Dynamic Mix” con fuerzas especiales británicas, holandesas y checas integradas en el GOE. Además, tuvieron lugar tres acontecimientos de especial relevancia dignos de mención, la celebración del Día de las FAS en Alicante, la alerta para desplegar un “Task Group” en Afganistán y la intervención en la isla Perejil.
En mayo de 2001 se celebró en Alicante el día de las FAS presidido por SM el rey Juan Carlos I. El GOE III fue el encargado de preparar un ejercicio que consistía en un simulacro de rescate de rehenes. Con todo tipo de medios, buques de la Armada, aviación, helicópteros, lanchas de desembarco, etc. se realizó el simulacro en la playa de Alicante con una gran brillantez y una perfecta coordinación. Era la primera vez que se realizaba en España un ejercicio tan vistoso donde intervenían fuerzas de los tres ejércitos haciendo gala de una esmerada sincronización no exenta de riesgo. El MOE, más concretamente el GOE III, recibió la felicitación de todos los estamentos del Estado, civiles y militares.
Tras los atentados del 11S en USA, en septiembre del año 2001, el GOE fue alertado para un inmediato despliegue en Afganistán. Recuerdo que fue un viernes después de finalizar las actividades semanales cuando el personal se estaba yendo a casa a pasar el fin de semana. Recibí la orden de desplazarnos de inmediato a la Base de La Legión en Almería para preparar a la unidad en terreno semidesértico. Todo era secreto y nada se debía comentar a los integrantes de la unidad aunque todo el mundo presentía para que se nos alertaba. Sin una mala cara ni un mínimo comentario todo el GOE se reunió de inmediato y partimos para Almería.
En tiempo record se diseñó un apretado programa de intensa actividad (marchas, tiro, infiltraciones, etc.) de día y de noche. Gracias al jefe de Estado Mayor de la Brigada de La Legión que puso a nuestra disposición parte de la munición de seguridad de esa Unidad pudimos realizar la mayoría de los ejercicios de tiro. Además del incesante trabajo operativo, durante ese tiempo se llevó a cabo un gran trabajo en el área de logística para hacer los cálculos para el inminente despliegue. No existía nada escrito sobre las necesidades de abastecimiento de una unidad tan específica como la nuestra en un escenario tan lejano y tan hostil. Se estudiaron los medios necesarios a transportar para subsistir y combatir durante quince días siempre en el supuesto de que en ese tiempo estaría disponible la cadena de abastecimiento. Este estudio sirvió de base para posibles misiones posteriores del MOE. Durante ese tiempo, personal especializado al mando del teniente Jordá realizó un estudio para adaptar los vehículos y motos existentes en el MOE a las necesidades de los equipos en Afganistán. Esta iniciativa, desde mi punto de vista muy acertada, partió exclusivamente del general del MOE y no fue muy bien aceptada por algún componente de su Estado Mayor.
Después de haber cumplido el objetivo en Almería nos desplazamos a Sierra Nevada para continuar con una instrucción en montaña teniendo en cuenta el terreno por donde podríamos movernos en Afganistán. Fueron también unas semanas de una alta exigencia física y técnica.
Tras las navidades del 2001, el gobierno no se decidió a intervenir con tropas de combate en Afganistán y, en su lugar, envió una unidad de helicópteros. Esta decisión supuso una pequeña decepción en el seno del GOE por considerar que la unidad estaba preparada para cualquier acción en cualquier escenario. El GOE siguió con sus ejercicios programados para el año 2002 y en julio de ese año tuvo lugar la intervención en la isla de Perejil.
El 11 de julio de 2002, el general del MOE me llamó sobre las 19:00 para que alertase al GOE de forma inmediata porque había sucedido algo serio en una isla llamada Perejil. Inmediatamente activé la alarma del GOE y me desplacé a la Base. Me encontré con dos comandantes del CG del MOE, les conté lo que sucedía y les pedí que alertasen al polvorín para poder municionar y al almacén de equipos para proveernos de todo lo necesario. A su vez me puse en contacto con la base de helicópteros de Valencia para que nos enviasen los aparatos disponibles y que comunicase con Madrid para enviar al menos un Chinook. El teniente coronel Cabeza, jefe del BHELMA II, actuó con celeridad de tal forma que en unas dos horas ya teníamos dos helicópteros en Rabasa y la petición del Chinook estaba en marcha.
En poco más de una hora, el GOE estaba en Rabasa casi al completo. Hay que tener en cuenta que estábamos en pleno mes de julio y eran las 20:00, hora en que la gente suele estar fuera de casa. Esto daba una idea de la operatividad del GOE III y esta fue la causa principal de que interviniese nuestra unidad en lugar de la UOE de la Armada que también fue alertada; pero tardó mucho más tiempo en estar disponible. El general del MOE comunicó al JEME la disponibilidad de la unidad y este, al JEMAD y al Ministro. Aquella misma noche ya estábamos dispuestos para salir aunque no disponíamos de la información necesaria para hacer un adecuado planeamiento. El propio general del MOE puso el nombre de “Cantado” a esta misión porque estaba convencido de que esto tarde o temprano iba a suceder. Como en tantas muchas cosas tenía mucha razón. El general Andreu era un hombre con una clara idea de lo que debía ser una UOE y cómo debía evolucionar en un futuro.
Ante la sensibilidad de la operación se decidió que fuese el equipo operativo de mandos el que interviniese, apoyado por el equipo de tiradores. El planeamiento básico, a falta de datos (se desconocía la entidad del enemigo y sus intenciones reales) consistía en desplegar el equipo de tiradores y, una vez en posición, el equipo de mandos se desplazaría al lugar donde se encontraban los marroquíes para desarmarlos. Tras ser capturados serían entregados en Ceuta a la Policía Militar que los acompañaría hasta la frontera donde les pondría en libertad y les entregaría su armamento.
Muchas fueron las particularidades de esta operación. En primer lugar se necesitaban unas Reglas de Enfrentamiento específicas que no existían y hubo que redactarlas con celeridad para que fuesen aprobadas por el Gobierno en tiempo oportuno. Se precisaba una persona que hablase árabe para que desde el helicóptero comunicase a los marroquíes la necesidad de que se rindieran. Esta persona fue proporcionada por el CNI pero minutos antes de la salida de Alicante se recibió la comunicación de que el CNI no participaría en la operación. Se tuvo que buscar sobre la marcha una solución alternativa (se preparó una comunicación en francés por uno de los integrantes del GOE).
Desde Alicante los integrantes del dispositivo nos dirigiríamos a la Base de Morón. Allí nos recogería (al Mando, S3 y oficiales de enlace de helicópteros y AAA) un helicóptero de la Armada para trasladarnos al Buque Castilla, donde se encontraba el almirante jefe de la operación “Romeo-Sierra” (nombre puesto por el EMAD a la operación conjunta de Recuperación de Estatus de la isla Perejil). Desde allí se dirigiría la operación “Cantado”.
Hubo cierta descoordinación a niveles superiores porque, una vez lanzada la operación, no debería haber cambios significativos, si no fuera por causa superior; pero, al llegar a la Base de Morón desde donde iba a iniciarse el movimiento, se decidió que el lugar de partida fuese la Base de El Copero en Sevilla. Una vez lanzada la operación, el jefe del GOE III era el jefe del dispositivo (Patrulla del GOE y helicópteros) pero hubo muchas intromisiones. La cadena de mando era clara (Gobierno – JEMAD – General del MOE – jefe GOE III – jefe patrulla). Las únicas órdenes que debían recibirse, caso necesario, deberían seguir estrictamente este camino; pero, a pesar de haber ordenado encarecidamente la prohibición de uso de móviles, el jefe de helicópteros recibía constantes llamadas desde el CG de las FAMET. Parece ser que había interés en buscar protagonismo lo que podía poner en riesgo la operación. De hecho, en el informe postmisión de las FAMET se reiteraba que aquella había sido una operación helitransportada y no una misión específica de OE.
En el buque Castilla, la reunión con el almirante y con un coronel del EA, oficial de enlace de aviación, fue muy cordial y todo fueron facilidades a lo que expuse y necesitaba (los tres nos conocíamos por haber participado del año 1994 en el planeamiento y desarrollo del “Tramontana 94”, ejercicio multinacional que se planificó durante tres meses en el CG de la Capitanía de Sevilla). El almirante concedió todo lo que le solicité y puso a mi disposición la UOE de la Armada que estaba embarcada al completo de sus efectivos en el Buque Castilla. Le dije que no era necesario pero se veía claramente que por todos los medios querían participar en la operación. En realidad participaron porque en Morón nos agregaron cinco Infantes de Marina especializados en designación de objetivos que hubiesen sido muy valiosos caso de necesitar apoyo aéreo para destruir objetivos terrestres. Nosotros carecíamos de esa capacidad.
La operación se ajustó a lo previsto. Desde El Copero, los helicópteros se dirigieron a una instalación del Mando de Artillería de Costa en Facinas (Cádiz) donde un camión cisterna esperaba para repostar de combustible al máximo los depósitos. El jefe de la patrulla esperaría allí la orden ejecutiva del jefe del dispositivo para iniciar la infiltración. A partir de ese momento, ya no habría vuelta atrás. Allí también esperaron durante todo el tiempo que duró la misión dos helicópteros con otra patrulla del GOE embarcada por si era necesario reforzar a la primera o en el peor de los casos relevarla. No fue necesario. Para evitar ser localizados los helicópteros se dirigieron hacia el centro del Estrecho y a partir de ahí a muy baja altitud, para no ser detectados por el radar, hacia el objetivo.
Como es conocido todo se desarrolló según el plan previsto a pesar de las malas condiciones meteorológicas. El personal marroquí de la isla Perejil fue neutralizado y, con un exquisito trato, evitando que se sintieran humillados, fueron trasladados a Ceuta y los miembros de la patrulla relevados en la isla por fuerzas de La Legión.
El aspecto más importante a destacar de esta operación es la perfecta ejecución de la patrulla, a pesar de no disponer de toda la información que se precisaba. Hay que tener en cuenta que aunque pareciese una operación de poca importancia desde el punto de vista militar, en realidad no era así sino todo lo contrario. No era una operación cualquiera, era la primera vez en mucho tiempo que una unidad española intervenía para recuperar una parte de nuestro territorio soberano. La carga política era inmensa, el presidente del gobierno había tomado la decisión de intervenir, una vez fracasados todos los intentos de negociación para volver a la situación inicial de Estatus de la isla Perejil. No se podía fallar y no se falló. Fue la primera vez que una UOE intervenía en una operación de esta índole y el éxito fue total. Creo firmemente, así se me hizo constar por el propio JEMAD cuando después de mandar el GOE fui destinado al EMAD, que las operaciones especiales, ya de por sí prestigiosas, alcanzaron un nivel superior. Todos los mandos de las Fuerzas Armadas así como los sucesivos ministros se dieron cuenta del potencial que tenían y de lo necesarias que eran para las misiones que se estaban desarrollando, sobre todo en el exterior. Cuando regresamos a Alicante, el JEME nos visitó y, tras felicitarnos, nos dijo estas palabras: “Con este éxito habéis posibilitado que el Gobierno de España pueda sentarse a negociar en condiciones ventajosas y generosas”. No obstante las recompensas prometidas tardaron en llegar más de un año debido a la desmesurada propuesta de algunos mandos, especialmente FAMET y Armada. Finalmente se decidió que en del Ejército solo las recibirían quienes habían pisado la isla de Perejil y las tripulaciones que la sobrevolaron. Se olvidaron de algunos, en concreto de los tres capitanes del GOE que aunque no bajaron a tierra estaban en el primer helicóptero con la misión de pedir la rendición en francés a los marroquíes, el encargado de observar con una cámara térmica e informar al jefe de la patrulla y el enlace con La Legión cuando finalizase la acción. Gracias a mi nuevo destino en el EMAD y a mi amistad con el jefe del gabinete del JEMAD se consiguió incluirlos, no sin esfuerzo, en el grupo a ser condecorado con la cruz roja.
A partir de ese momento, todos los escalones de mando vieron la necesidad de apoyar al máximo las Unidades de Operaciones Especiales dotándolas de todo tipo de armamento, material y vehículos específicos. El éxito de la operación “Cantado” significó, sin duda, un salto cualitativo de gran magnitud en el devenir de las Operaciones Especiales y este fue un logro del GOE III y, por ende, del MOE. Podía haber sido cualquier UOE pero fue el GOE III quien en una hora de una tarde de julio se encontró reunida y dispuesta para actuar. Un verdadero orgullo el haber podido mandar esta unidad.