Comandante de Infantería (retirado) Terencio Pérez Hortelano
Antiguo Sargento y Sargento 1º COE 103 y COE 31 y Brigada y Subteniente del GOE III
Mi etapa en la COE 31
Qué duro me resulta enfrentarme a un folio en blanco y poner en marcha el mecanismo de la memoria para abrir el baúl de los recuerdos e intentar sacar relatos que puedan interesar, o al menos entretener, a alguien. Todo lo que voy recuperando, del dichoso baúl, me parece insignificante o simplemente no quiero o no puedo contarlo ya que he decidido no escribir de los malos recuerdos, que los hubo. Pero, algo tengo que escribir y además mi amigo Viózquez me pide un imposible: fotos.
Mi primer destino en “guerrilleros” fue la COE 31 a finales de 1978, hasta mi presentación en la compañía, julio del 79, continué en Jaca para terminar el curso de Mando de Unidades de Operaciones Especiales.
Puedo decir que “caí de pie” en la COE ya que me encontré con una gran familia, mandaba la compañía el Capitán Albaladejo Bañuls, una persona excepcional. Creo que es la persona más humana que he conocido en el Ejército, además de sus muchas virtudes militares. A sus subordinados siempre nos daba la misma consigna: “No quiero que los fines de semana quede ni un solo guerrillero arrestado en la compañía” muy gorda la tenían que liar para que esto no se cumpliese.
El brigada Granados Paniagua (DEP) era el líder de los suboficiales, nuestro referente y nuestro “libro de consultas”. Un veterano que se había formado bajo las órdenes del capitán Vázquez Soler, alias Jaus, un mito en las COE.
Y como camaradas estaban el sargento 1º Soler y los sargentos Miralles y Balaguer. En julio del 79 nos incorporamos el teniente Morejón Verdú (DEP) y yo mismo.
La 31 era una COE de las llamadas tipo B. Formada por dos secciones y una pequeña plana.
Recuerdo aquella primera salida, fase de agua en Cabo Roig. Me mandó el capitán un día antes de la salida oficial con mi pelotón para adecentar un poco las instalaciones del antiguo cuartel de la Guardia Civil ubicado en la urbanización de Cabo Roig, término municipal de Orihuela. En aquella época esas instalaciones estaban abandonadas, ventanas y puertas destrozadas y los locales con heces y porquería de todo tipo.
Una vez limpio y aseado el viejo y vetusto cuartel nos servía de cobijo durante la fase de agua, que duraba 20 días, aunque dormíamos en suelo. Hacíamos nuestras necesidades en el acantilado frente al cuartel; nos endulzábamos y duchábamos con agua del aljibe. Era nuestra salida estrella y siempre lo pasamos de cine.
Aparte de la salida de agua, tuvimos algunas salidas al campo, siempre de 10 días, que dejaron huella en mi memoria y de ellas escribiré.
Supervivencia
Quizá sea esta salida la que más marcó a los guerrilleros durante su mili obligatoria por aquello de que “el sufrimiento se olvida. Lo que no se olvida es el haber sufrido”.
En esta ocasión me referiré a una súper que hicimos en el embalse de la Fuensanta, próximo a Yeste (Albacete), año 80. Vino un equipo de TVE para hacer un reportaje sobre prácticas de supervivencia en las COE. Este reportaje lo pusieron en el programa La Tarde, presentado por Joaquín Prats. Se emitía los sábados y el presentador tuvo la ocurrencia de comentar: “Estamos en sobremesa y estos chicos hablan de comer cardos, tripas de pollo y de conejo, reptiles, ranas, etc. Quizá le estemos fastidiando la digestión a algún espectador”.
De esta misma fase también nos sacaron en la portada y páginas centrales del dominical del ABC un amplio reportaje hecho por mi camarada y amigo Kitín Muñoz, a quien conocí mientras hacía su mili en la 31. Nuestra amistad perdura desde entonces.
Nerpio
Recuerdo que las salidas a esta zona, Nerpio es un pueblo de Albacete limítrofe con Jaén y Granada, resultaban muy duras porque siempre eran en invierno y, además, tardábamos un día entero en llegar por el estado de las carreteras y con aquellos vehículos americanos superviejos reconvertidos por los mecánicos militares españoles de gasolina a gasoil. Hablamos de los camiones Reo y Continental, las antiguas Dodge y el duro Willys apenas alcanzaban, con suerte, los 80 km/hora y solíamos sacar una media de 40 km/hora.
En esta zona siempre hacíamos prácticas de vida y movimiento en montaña invernal; aunque rara vez nos nevó, siempre pasábamos muchísimo frío. Recuerdo una madrugada con temperatura de -20º con unos sacos de dormir primitivos, de calzado la bota de tres hebillas y, como extra, solo teníamos unos jerséis de lana con cremallera a los que llamábamos “el pulguero” y una muda de ropa interior con calzoncillos largos, los famosos “marianos”. Para calentarnos un poco nos metíamos tres en las Aneto.
Esta salida tenía el atractivo de que siempre subíamos al punto más alto de la 3ª Región Militar, el vértice Las Cabras 2 087m, en la provincia de Albacete.
Riópar
Otra salida icónica era el nacimiento del río Mundo, en las proximidades de Riópar (Albacete). En esta salida era de obligado cumplimiento la entrada en la cueva nacimiento del río Mundo. Hacíamos una entrada, por secciones, hasta un punto donde era preciso material específico de espeleología para seguir progresando. Creo recordar que ese punto era conocido como “sala de las espadas” aunque no lo tengo claro. En la 31 solo disponíamos de un carburo, que no siempre funcionaba, por cada escuadra; a pesar de los imponderables era una bonita experiencia para todos los guerris. En una ocasión tuvimos la suerte de ver, desde nuestra zona de vivac, “el reventón”, un impresionante capricho de la naturaleza, que suele darse una vez al año cuando los acuíferos del Calar están plenos de agua y esta sale a presión por la boca de la cueva. A esto se añade que la citada boca está en un acantilado a unos 60 m de altura por lo que se forma una tremenda catarata o cola de caballo durante unas horas.
En esta salida no podía faltar la ascensión a dos vértices con una respetable pendiente, sobre todo, en sus tramos finales. Uno de ellos era el Padroncillo (1593 m) al que nosotros rebautizamos como el Cabroncillo, por nuestros piques para ver que pelotón coronaba en menos tiempo. El otro era el Almenara (1798 m) el tramo final de este pico era durísimo apenas podíamos subirlo sin ayudarnos de las manos con el consiguiente peligro porque siempre veíamos varias víboras hocicudas, peligrosísimas porque su veneno puede matar a un hombre.
Cresta del Gallo
Esta zona, próxima al Santuario de la Fuensanta (Murcia), era nuestra preferida para hacer la salida de escalada por sus condiciones para ello pues podíamos practicar trepa, pasamanos, rápel, tirolinas de todo tipo, puente tibetano o escalada en roca “donde el rey del mambo” era el sargento Alberto Balaguer, un máquina escalando, a pesar de su estatura y peso. Buena gente “mi tronco, el Bala”. Yo he de confesar que en esta fase no lo pasaba nada bien. Cogía la moto, muy a menudo. De hecho, como consecuencia de una caída pasé por el quirófano con una rodilla averiada.
Sella, Molino Payá y Rentonar
Hicimos una salida de escalada en Sella (Alicante) y el recuerdo que tengo de ella es que a mitad de salida el capitán Albaladejo, a requerimiento del general jefe de la BRIDOT 3, unidad de la que dependía orgánicamente la COE 31, me envió para Alicante con la finalidad de auxiliar al personal civil aislado por las riadas (año 1982), cayeron 1.100 litros por m2 en el plazo de 24 h, en diferentes puntos de la capital alicantina, barranco de las ovejas, estación de Renfe y San Gabriel entre otros puntos.
Algunos años hicimos campamentos de endurecimiento en Molino Payá (Alcoy) y el Rentonar (Torremanzanas). En estos campamentos sometíamos a nuestros futuros guerris a una presión física y sicológica, posiblemente excesiva, ya que, en aquellos años de mili obligatoria, teníamos que preparar a auténticos guerrilleros incansables a la fatiga física y sicológica con una mentalidad indestructible. Nosotros estábamos convencidos de que debía hacerse así. Tal y como, oficiales y suboficiales, nos formamos en Jaca.
En estas breves líneas he tratado de poner en escena mi primera etapa en una COE, la 31, que será bastante parecida a la de tantos camaradas en otras COE. Esta etapa terminó de manera bastante abrupta y después coincidí con otros oficiales y suboficiales de los que guardo un grato recuerdo y entre los que dejé amigos para siempre.
Mi etapa en el GOE III
Abro una nueva etapa con oficiales, capitán Acevedo y teniente Guirao y suboficiales brigada Viózquez y sargento Mérida, al menos eso creo recordar, que me disculpen si falta alguno. Esta fase, para mí, fue de transición porque estaba convaleciente de una operación de rodilla y, por consiguiente pasé una larga temporada de baja a pesar de lo cual hice algunas salidas al campo dada la escasez de suboficiales que había en la 31. Recuerdo una salida de supervivencia al aserradero del río Tus, en la provincia de Albacete. Un sitio espectacular para ese tipo de prácticas y un paraje agreste y aislado del mundo; por ello, una maravilla.
A primeros de julio del 84 se creó el GOE III Levante en base a las COE 31 y 32. Quedé acoplado a esta unidad con mi, entonces, empleo de sargento 1º y, a finales de septiembre, hicimos el traslado desde el antiguo cuartel de Benalúa (Alicante) al Cuartel de Alzamora (Alcoy)
Nuestra primera salida, ya desde Alcoy, fue a la Cresta del Gallo para las prácticas de escalada en las que tuve una escasa participación, ya dije que la escalada nunca fue mi fuerte y, además, seguía recuperándome de mi operación.
En el mes de enero del 85 hicimos una salida a Sierra Espuña. Creo recordar que era la preparación de unas guerrillas. A mitad de la salida, el comandante jefe del GOE se desplazó a ver nuestra actividad. Uno de los días que estuvo por allí, se desplazó a Alhama para saludar a conocidos y volvió al vivac con varios kilos de embutido, chorizos, morcillas y salchichas, que había comprado en la factoría El Pozo. Los colocó en la tienda modular para que se oreasen al frío de la sierra y llevárselo al día siguiente para Alcoy como detalle para su familia y volvió a marcharse. La cuestión es que esa misma tarde, ya anocheciendo, debido al intenso frío que hacía, teníamos una potente lumbre para calentarnos y, entre broma y broma, los 4 o 5 que estábamos en el vivac (capitán, brigada, tres o cuatro guerris de la plana y yo) … “Bueno, venga tres piezas de cada clase a la brasa. Lo probamos y el comandante no se dará cuenta” y así empezó la historia. Fueron llegando las patrullas y preguntaban de quien era el embutido a mí se me ocurrió decir “Es un regalo de El Pozo para que probemos sus productos” y así poco a poco nos cepillamos el embutido que compró el comandante.
Naturalmente no podíamos reponer, era demasiado tarde, y a una hora indeterminada, no muy tarde, llegó al vivac el comandante con sus conductor y escolta se acercó al fuego y nos dio las buenas noches para acto seguido retirarse a dormir a su tienda. Los que conocíamos el “golpe” estábamos calladitos y sin saber cómo contarle la historia.
Al día siguiente el que más madrugó fue el capitán y el que dio explicaciones de la desaparición del embutido fue el brigada. Yo reconozco que también desaparecí temprano.
Cuando el comandante fue a recoger su embutido no encontró ni la muestra. Pensó que el brigada, con buen criterio, lo habría puesto en otro sitio y se fue a hablar con él. Efectivamente, el brigada lo saco de dudas y le dio la solución al problema: “Mi comandante tiene que haber sido la perra del sargento 1º Terencio”. Siempre he creído que el comandante no se tragó ese sapo, pero así quedó mi dóberman Layka como tripera por haberse comido 10 o 12 kilos de embutido.
El comandante nunca me pidió cuentas ni explicaciones por lo sucedido; pero cuando quise volver de brigada al GOE le costó darme la vacante.
Poco después ascendí a brigada y me fui destinado forzoso. Volví al año, más o menos, pero eso ya será para otra revista
Para cerrar este relato quiero rendir homenaje a los guerrilleros de reemplazo de todas las épocas y dedicar un recuerdo a los que se fueron en acto de servicio o en otras circunstancias, con el máximo respeto y en algún caso con admiración. Por ellos.
MAJANO