Juan Díaz Cruz. General de Brigada
Antiguo Teniente de la COE 62
Hace unos días, con motivo de la presentación de un libro sobre “Las víctimas militares de ETA”, escrito por el coronel Sordo, antiguo compañero en la COE 62, tuvimos ocasión de encontrarnos algunos oficiales que habíamos estado destinados en la unidad: Eduardo Barrecheguren, Manolo Barrós, el propio Luis Sordo y yo mismo.
Allí se comentó que Barrecheguren estaba preparando una síntesis histórica para la revista Boina Verde en el que se relatarían las vicisitudes de la COE durante su existencia en Bilbao. Como si fuera un designio del destino, por razones completamente distintas, unos días después, contacté con el general Bataller que me pidió, ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, que escribiera algo sobre la COE 62.
Dado que la historia de la unidad la contará Eduardo con mayor criterio y conocimiento del que pueda tener yo, ya que él estuvo en la unidad como capitán y los demás éramos tenientes, me voy a ceñir a contar cuál fue mi impresión al llegar a la misma y mi experiencia durante el tiempo que estuve en Bilbao.
La primera cuestión a remarcar es que, a la COE, llegamos destinados, voluntariamente y a la vez, los tres tenientes. Cuando nos presentamos en el Gobierno Militar, nos recibió personalmente el general gobernador, que nos manifestó su sorpresa por que hubiéramos pedido con carácter voluntario el destino a la vez que agradeció nuestra disponibilidad.
Desde el primer momento, los tenientes recién llegados formamos una piña y, a partir de entonces, dejó de existir para nosotros la separación entre días, semanas y meses y solo existió la COE y la instrucción de nuestros guerrilleros. Nuestro veterano capitán, Juan Cuenca Romero, fue para nosotros un maestro de milicia que supo siempre sacar lo mejor de nosotros, enseñarnos “maneras” e incrementar nuestra motivación. En todo momento fue paciente con nuestra impericia e impulsividad inicial, pero también fue un firme apoyo cuando necesitamos de un jefe que nos respaldara.
Eran años difíciles y la COE 62, por sus especiales características, siempre fue una garantía para el mando. Cuando se necesitó, se nos encomendó la misión oportuna y se nos demandó el sacrificio necesario. En todos los casos, cada uno de los guerrilleros dio lo mejor de sí mismo y supo responder al esfuerzo que se le pedía. Nuestra guía siempre fue el cumplimiento de la misión asignada con espíritu de sacrificio y dureza.
Respecto a la instrucción, las consabidas salidas, de agua a Santoña y de nieve a Alto Campoo, lugares en los que los guerrilleros gozaban de muy buen cartel; salidas a Orduña para practicar con explosivos y preparación de golpes de mano; a Potes y Picos de Europa donde aprendimos a escalar y marchar (en alguna ocasión tuvimos que participar en algún rescate de algún montañero acompañando a la Guardia Civil); con la BRIDOT participamos en maniobras en Zaragoza, Quincoces y Villasana. Cuando actuábamos como guerrilleros enemigos procurábamos hacerles la vida imposible con incursiones, golpes de mano y emboscadas a cuál más incómoda, pero cuando actuábamos como amigos intentábamos ser sus más leales y eficaces compañeros en las maniobras. También recuerdo con especial cariño las intensas guerrillas “con/contra” nuestros compañeros de la COE 61, la de Burgos, en la Sierra de Cameros.
Cuando estábamos en el cuartel, las habituales marchas por el Pagasarri, el Ganekogorta, los ejercicios de tiro de combate en Punta Galea y los recorridos topográficos en Archanda, al otro lado del Bocho, llenaron nuestros tiempos y afanes.
De destacar la lealtad, preparación técnica y saber hacer de nuestros suboficiales y cabos primeros siempre dispuestos a formar equipo. Pero, sobre todo, lo que era el principal valor de la unidad: el guerrillero. Aquellos soldados provenientes del servicio militar, que tenían que manifestar de forma expresa y positiva su deseo de formar parte de la COE, fueron el alma de la misma. Eran hombres aventureros, atrevidos, entregados, que no se quejaban nunca y que demandaban de sus mandos la misma entrega y entereza que ellos estaban dispuestos a dar.
En un momento determinado, se incorporó agregado otro teniente a la unidad: Leandro Martín. Era de mayor edad (había estado en la COE 62 en todos los empleos de suboficial) que la del resto de jóvenes tenientes que mandábamos las secciones y que aportó sabiduría, sosiego y capacidad de trabajo, siendo un ejemplo de lealtad para todos nosotros.
Entre las innumerables marchas que hicimos, recuerdo especialmente una de varias jornadas que iniciamos en Fuente Dé y en la que pasamos por Espinama, Pido, Pico Coriscao, el puerto de San Glorio, la Peña Prieta, el pico del Castro, Caloca, las Piedras Luengas, el pico de Tres Mares para acabar en Braña Vieja. Atravesamos localidades cuyos habitantes estaban acostumbrados a permanecer aislados del resto del mundo durante meses. En ocasiones dormimos en casas que nos ofrecían los aldeanos. Nunca olvidaré las conversaciones mantenidas con aquellas personas sencillas que nos acogieron, para muchas de las cuales el único contacto que tenían con el exterior era el cartero o algún proveedor que llegaba circunstancialmente al lugar.
Al cabo de los años, cuando en septiembre de 2018, con motivo de la celebración de la “Operación Antorcha”, en respuesta a la llamada de “Guti”, tuve la ocasión de volver a Vizcaya, convivir con alguno de aquellos viejos guerrilleros y comprobar el buen recuerdo que tenían de la COE, las amistades que se habían creado entre ellos y que aún conservaban, aunque no se habían visto durante años. Me sentí satisfecho y emocionado. ¡Algo se había hecho bien!
Un comentario
Yo estuve en Zaragoza en el GRI Nº 5 servicio militar 79/80 . Teniamos un grupo de 22 hombres que era una especie de subgrupo COE , vestiamos con ropas de camuflajes cuando haciamos maniobras y tambien boina verde , que formaba , adiestraba , entrenaba y preparaba en el entonces conocido como capitan ALFARO ,relegado cuando su cargo sería por entonces de Comandante o Tte coronel.Tipo alto , delgado con barbas siempre , y andares marciales;no sé que habrá sido de él.Haciamos maniobras de supervivencias , de salida de 30 km y te dejaban en los campos de San Gregorio tardabamos en volver 2 y tres dias buscandote la vida por ahí y en los pueblos por donde pasabas y con tan solo una brujula el Cetme y cuchillo de supervivencia te buscabas la vida , la mayoría de de los estabamos en este grupo en la época que me tocó a mí, eramos de Canarias y alguno de Extremadura.