José María Tomé, General de Brigada.
Antiguo Teniente de las COE 51 y 62
Un buen amigo y compañero de profesión me pidió, tiempo atrás, imágenes y un artículo relacionado con la COE 51 de Zaragoza. Lo hice con mucho gusto pues en mi última época de teniente disfruté un montón en aquella unidad con sus mandos, oficiales y suboficiales y con sus clases de tropa, estas últimas formadas por soldados de reemplazo que en los Centros de Instrucción de Reclutas de entonces se alistaban voluntarios en las conocidas como Unidades de Guerrilleros. Se dio entonces “mi caso concreto” de ir destinado a la COE 62 de guarnición en Bilbao a finales del año 1967, un año después de su fundación, cuando me encontraba realizando los cursos de Aptitud para el Mando de Tropas de Montaña y el de Aptitud para el Mando de Unidades de Operaciones Especiales. Hablo de los años que la COE 62 estuvo mandada por su fundador, el capitán Olóndriz y, posteriormente, por el capitán Portugal. Los tenientes jefes de sección eran Velázquez, Quintana y yo. Hay que añadir que otro de los primeros tenientes que fundaron la COE 62 fue Manuel Rubio Ripoll de la XVIII Promoción de la Academia General Militar.
Me pongo de nuevo frente al ordenador para contar vivencias y recuerdos, en esta ocasión, de mi paso por mi primera COE, la de Bilbao. En principio haré una especie de planteamiento comparativo resaltando las diferencias que encontré en dos unidades similares en sus mismos cometidos y en su organización, pero situadas en diferentes regiones españolas, la COE 51 en Aragón y la COE 62 en una de las provincias vascongadas, concretamente en la de Vizcaya. Si la COE 51 tenía su acuartelamiento en el Regimiento de Infantería Las Navas 12, la COE 62 lo tenía en el también Regimiento de Infantería Garellano 45. Los primeros pasos de esta última no fueron fáciles ya que, especialmente los mandos de compañía del regimiento no parecían ser conscientes de que la COE era una unidad diferente al resto de las del propio regimiento por su orgánica, por sus misiones y cometidos, su dependencia y un largo etcétera que no viene al caso comentar ahora.
La consecuencia no era otra que la COE 62 se veía sometida a determinadas y ocasionales limitaciones en la aplicación de su especial Régimen Interior, pero eso sí, no en su funcionamiento, pues como unidad con misión principal de Defensa Operativa del Territorio, tenía una dependencia operativa táctica y logística del General Jefe de esa Defensa Territorial.
Ello no impedía su movilidad y desplazamiento por todo el territorio de la entonces VI Región Militar, fundamentalmente por las provincias de Vizcaya, de Álava, de Guipuzcoa, de Navarra y de Santander. De hecho, se realizaban salidas al campo, maniobras y ejercicios diversos en la época en que estuve destinado en esa unidad en las zonas vizcaínas de Gatica y de San Juan de Gaztelugache por dar solo dos ejemplos. Asimismo, se llevó a cabo una completa fase de buceo en Lequeitio, fase que contó con el inestimable apoyo de las autoridades locales de aquella población, pues todavía no había empezado la desgraciada época del terrorismo de ETA.
Diariamente, la COE 62 hacía su instrucción en el campo cerca del acuartelamiento, en variadas zonas del emblemático monte Pagasarri próximo a la capital bilbaína. Asimismo, se hacían diferentes ejercicios tácticos conjuntos con la entonces COE 61 de guarnición en Burgos con movimientos y actuaciones por tierras vascas, castellanas, navarras y santanderinas. Igualmente, las COE en general y la 62 en particular participaban activamente en apoyo de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales en la fase específica de guerrillas y contraguerrillas en el Pirineo aragonés. Se dio la circunstancia -hablo del año 1969- de que la COE 62 precisamente participó como unidad de contraguerrillas frente a los alumnos del XIII Curso de Operaciones Especiales en el que me encontraba yo. Por si fuera poco, como la citada fase coincidió con la llegada del primer hombre a la Luna y, como consecuencia de la importancia del hecho, se neutralizó parcialmente parte del ejercicio para que profesores y alumnos pudiesen ver los primeros pasos del hombre por aquel satélite.
Ya que me he referido a alguna de las fases de buceo llevadas a cabo en la localidad de Lequeitio, me viene a la memoria el recuerdo de un guerrillero de mi sección táctica cuyos dos hermanos habían fallecido tiempo atrás en unas pozas o badinas de un campo castellano. El muchacho en cuestión, hermano menor de aquellos, no sabía nadar y todo lo que tenía relación con el agua le producía inevitablemente un terror cerval por lo que, al acercarse a cualquier masa importante de agua, una simple balsa o incluso alguna pequeña laguna, el rechazo era tan sistemático que invariablemente se descomponía, se mareaba e incluso vomitaba. Así de importante era el impacto psicológico que le producía recordar el ahogamiento de sus hermanos mayores.
Llevaba yo entonces en la citada fase de buceo el grupo de soldados del nuevo remplazo con pocas o ninguna idea de natación y, entre aquellos, el ya citado soldado con las citadas circunstancias físicas y psicológicas tan adversas. No obstante, gracias a la habilidad de los instructores veteranos de reemplazos anteriores de la COE 62, se logró que el muchacho terminase su servicio militar con el título básico de natación y liberado por completo de su complejo psicológico. Un dato más del compañerismo y la franca camaradería que reinaban en aquellas unidades de entonces.
No sería justo terminar este pequeño relato de mi destino en COE 62, cuando aún esta unidad daba sus primeros pasos, texto que va acompañado de unas pocas imágenes en blanco y negro, sin evocar la memoria de un magnífico militar, de una persona entrañable, de un compañero leal, de un subordinado de la máxima confianza y de un caballero en todos los órdenes: me refiero al sargento Leandro Martín.
Excelente persona y extraordinario militar por sus magníficas cualidades profesionales, competente, amable, con un enorme espíritu de compañerismo, de carácter alegre, desenfadado, franco, abierto, alegre, optimista y, lo que es más importante, dedicado en cuerpo y alma a su querida COE 62, dándose la circunstancia que tuvo el honor y el mérito de llegar a mandarla de sargento, cuando esta unidad pasó una época que por razones de organización y de cambios de destino se vio en algunos períodos intermitentes -afortunadamente cortos- sin contar con capitán ni oficiales.
En la COE de Bilbao, Leandro estuvo destinado desde su fundación hasta su fallecimiento en acto de servicio, cuando era teniente de una de las secciones de la compañía, en un accidente con ocasión de unas maniobras con su unidad de siempre en pleno Alto Aragón. Vaya pues mi recuerdo entrañable, mi sincero homenaje a la vez que expresar el orgullo de haber conocido al sargento Leandro.