Vicente Díaz de Villegas y Herrería
Señor Soldado de España, Guerrillero y Caballero Legionario
Terminado el XVII Curso Superior para el Mando de OE, después de reincorporarme al Regimiento de Infantería Las Navas 12 (Zaragoza), salí destinado a la COE 62 (Bilbao), situada en el acuartelamiento del Regimiento de Infantería Garellano 45, próximo al estadio de San Mamés. Al frente de la misma se encontraba el teniente Miravé Lasaosa que no había podido terminar el curso de OE por una lesión en un salto en paracaídas. Miravé como único suboficial contaba con el brigada Leandro Martín Herranz. 24 horas después de mi presentación se incorporaba también el teniente José Lorenzo Serrano González del mismo XVII Curso.
La selección de la tropa, a diferencia de otras unidades de OE, no podía llevar a cabo captación en el CIR de Vitoria para evitar que se apuntaran futuros terroristas o incluso, ya activos, pero sin fichar. Así pues, se incorporaban dos llamamientos por año, fundamentalmente soldados de Logroño, Burgos y Santander. Todos debían venir con máxima aptitud certificada por los tribunales médicos, aunque alguno aparecía, por ejemplo, con asma o con cojera por una pierna más corta, que si lo detectábamos o nos lo decían quedaban para servicios.
Dado que no había suboficiales decidimos que los futuros cabos tuvieran una instrucción más exigente y separados del resto de los de su propio llamamiento sobre los que tendrían mando. Las diferentes materias nos las dividimos entre el teniente Serrano y yo mismo. La experiencia fue positiva y los cabos y cabos 1º eran muy buenos.
En aquellos años la COE tenía diez días de salida al mes, pero había dos periodos, uno en invierno (fase de instrucción en nieve) y otro en verano (fase de agua), en los que se juntaban dos salidas y duraban veinte días. La topografía la llevábamos a cabo en Villasana de Mena, la de tiro y explosivos en el CIR de Vitoria (Araca), la de nieve en las Machorras y la de agua en Santoña, donde nos alojábamos en el fuerte de San Martín.
Santoña estaba más cerca de Bilbao y ofrecía mejores condiciones que San Vicente de la Barquera. El brigada Leandro se ocupaba de los “patos” que no sabían nadar -porque no se había podido hacer selección- y con los chalecos lograba que cruzaran la bahía hasta el puntal de Laredo. Con un equipo más selecto y pequeño trabajábamos el buceo con botellas y atravesábamos la bahía en inmersión.
En esta fase las sobras de la comida se intercambiaban por bonito o sardinas que hacían más variado y fresco el menú. Y, ya que hablamos de mejoras en el rancho de la tropa, viene al caso señalar que el Regimiento Garellano, como muchas unidades de la época, tenía una granja de la que el capitán Juan Cuenca-Romero se las arreglaba para recibir carne de cerdo para las salidas al campo.
En noviembre de 1973, en función de la nota de la fase de buceo del curso de OE, fui designado para llevar a cabo el curso de Buceador de Combate debiendo pasar el reconocimiento médico en el hospital de la Armada en Cartagena. La ampliación de plazas de dos a seis anuló la prioridad y quedó solo con ella un teniente destinado en la EMMOE y la segunda se cubriría con alguno de los otros cinco.
En diciembre 1973, con un jeep que consumía más aceite que gasolina, me desplacé a Ezcaray para reconocer la posibilidad de realizar allí la fase de nieve. A la llegada, tuvimos conocimiento, a través del alcalde Cecilio Valgañón, del asesinato por parte de ETA del almirante Carrero Blanco, presidente del gobierno, por lo que dimos media vuelta y regresamos a Bilbao donde quedamos acuartelados. Bajo el mando y dirección del teniente Miravé, hicimos ejercicios de combate urbano en el interior del acuartelamiento.
A lo largo del año se incorporaron dos suboficiales (Lesmes y Doñoro) que no eran diplomados de OE por lo que había que instruirlos técnicamente. Después de navidades, se hizo cargo del mando el capitán Juan Cuenca Romero Montero también del XVII Curso de OE. El año transcurrió con normalidad y llevé a cabo las diferentes fases de nieve, topográfica, agua… En junio el EME me designó para participar en el Curso de Exploradores Anfibios de las Fuerzas Especiales del Ejército de EE. UU. en el Centro de Buceo de la Armada en Cartagena.
En otoño de 1974 el Ministerio del Ejército dio la orden de impermeabilizar la frontera navarra cooperando con la Guardia Civil (GC) frente a ETA. Eran designadas las siguientes unidades COE 61, COE 62 y Compañía de Esquiadores (EE) de Estella. Después del reconocimiento preceptivo la COE 62 se situó en Vera de Bidasoa, la COE 61 en Lecaroz y la Compañía de EE en Roncesvalles. El despliegue, “Operación Iruña”, era mandado desde Regimiento América 66 en Pamplona.
Conviene recordar que en aquellos momentos la GC no disponía de las unidades y medios con los que después fue dotada, entre ellos, el Grupo Antiterrorista Rural (GAR) – que se creó en 1978 con guardias que habían recibido un curso de adiestramientos especiales en la EMMOE de Jaca y tres capitanes de la GC diplomados en OE, así como la Unidad Especial de Intervención (UEI), ambas con la asignación de transmisiones, uniformes, armamento… específicos para la lucha antiterrorista.
La zona de acción de la COE 62 cubría la frontera terrestre desde la muga 0, en el puente de Endarlaza, siguiendo las mugas hasta el collado de Ibardin, subiendo al Larrun y bajando hasta el paso de la carretera de Lizuniaga a Francia y al otro lado del río Bidasoa hasta Lesaca y el collado de Arichulegui.
Las dos secciones de la COE 62 se reforzaron con otra de EE del Batallón de Irún. La COE se alojó en una antigua residencia de la sección femenina de Vera de Bidasoa. La cartografía que usamos era Lambert 1/50.000 y nos dispusimos a actualizarla. Para ello, recorrimos palmo a palmo, cuadrícula a cuadrícula, todo el terreno asignado y registramos las variaciones. 24/24, 7/7, día y noche – con bengalas- patrullamos las diferentes áreas en que dividimos la zona de acción de la compañía. Las patrullas incluían controles y emboscadas que la tropa, de reemplazo, ejecutaba con rigor. Eran unidades de la Defensa Operativa del Territorio dispuestas al combate si este se producía. En el equipo contábamos con tres pares de botas, incluidas las cortas de montaña, lo que permitía no tener los pies siempre calados. El armamento era el Cetme C y el subfusil Z-45.
En esta operación la acogida por la población civil fue buena y pronto cooperó con información del otro lado de la frontera. Sin embargo, el abandono de la población, la retirada del ejército y la falta de voluntad política, alargó el conflicto y causó muchos más asesinatos por los terroristas etarras.
Ya en diciembre se acabó la agregación marcada por el mando y me despedí de la COE 62 para incorporarme al Tercio Alejandro Farnesio 4º de la Legión con base en Villacisneros y también desplegado en Edchera y Smara.