Romain Muzzati
Antiguo Cabo conductores COE 31 GOE III (R- 2/88)
Marzo de 1988. Una estación de tren cualquiera, vestida de gris, cortejada por la banda sonora de trenes de ida y vuelta. Una familia abrazada que empieza a darse cuenta de que no es broma, que su chico, el mayor, se va por algún tiempo. Es su decisión, no era una exigencia. Más bien una prueba para cerciorarse de que se había hecho mayor. Su primer verdadero gran salto al vacío.
Su destino: el Ejército. Su objetivo: cumplir su servicio militar.
Ha pasado ya un buen rato desde que ha ocupado su asiento. No deja de pensar en cómo será su nuevo destino, su nueva casa. Solo sabe que está en Lorca, maldita su suerte, Región Militar III. Sí, la suya; pero justo le toca el cuartel más alejado de su casa. Tendrá pocas oportunidades de ver a los suyos en los próximos meses. Una sola pista y se llama Mallorca 13.
Cruzando el pórtico del edificio junto a otros muchachos descubre un inmenso patio y un comité de bienvenida formado por oficiales y suboficiales. Las primeras consignas; las primeras voces; todo es nuevo. Recorrido de las instalaciones, entrevistas y nuevas ubicaciones. Primeros intercambios de nombres y cruces de miradas inquietas. Ya presiente lo que será su nueva vida. Detrás de todo, la esperanza de grandes aventuras tal como su padre, exmilitar curtido, se las había explicado.
Pasan las semanas, ensayos de desfiles, guardias y gimnasia matutina. Poco más. Las dudas sobre su elección comienzan a aparecer. ¿Realmente algo que aprender aparte de la disciplina?
Una palabra mágica aparece y es captación. Vienen los legionarios, vienen los paracas y, por fin, las COE. Un soplo de aire que despeja los nubarrones que empezaban a cernir su cabeza. Emocionado se convierte en voluntario.
Un camión, un nuevo destino y, esta vez, es Alicante. Emociones a raudales y por qué no, miedo ante lo desconocido y en este caso, verdaderamente desconocido. Por fin, la aventura tan ansiada se hace visible.
Campamento, endurecimiento y nueva vida. Nuevas consignas, nuevos objetivos pero envueltos de emoción, montañas, cuerdas, escalada, mar, compañeros, héroes por admirar, noches frías, botas cansadas, vivac, cetme, binomio, ampollas, risas, canciones, pasamontañas, mimetas, corcho quemado, hoyos, su zeta, cabos, sargentos, tenientes, capitanes y comandante. Todo marcado en el alma, todo inolvidable en su corazón verde como su boina, su trofeo más preciado.
Cuando vuelva a casa será difícil explicar sus sentimientos, su orgullo de boina verde. Sus historias en el mar, sus guerrillas de buen guerrillero, sus nuevas amistades indisolubles, sus casi hermanos. Volverá con una mochila cargada de experiencias, de nuevos conocimientos, volverá conduciendo camiones, volverá sabiendo orientarse en el campo, volverá con una capacidad de sufrimiento y solidaridad indescriptibles. Volverá enriquecido como persona gracias a haber aprendido a ser soldado, gracias a su condición de guerrillero. Volverá para contar a sus coetáneos y a las generaciones venideras lo que es la felicidad en medio del rigor, del aprendizaje y de la disciplina. Volverá para ser un guerrillero eterno.