Coronel Ramón Molina Santiago (retirado)
Teniente fundador del GOE II. Antiguo Teniente en COE 22 (Huelva)
El campamento militar Alférez Rubio Moscoso fue, durante muchos años, el lugar donde el Grupo de Operaciones Especiales II instruía a sus reclutas durante la fase básica que abarcaba dos meses desde su incorporación a estas unidades una vez finalizada la captación de los distintos reemplazos.
Este campamento, hoy abandonado y sin guarnición militar, disponía de campos de tiro de fusilería, una pista de aplicación, conguito, campos de deportes, una zona donde se hacían prácticas de explosivos, un pasillo de fuego y una zona con un clima extremo y un terreno muy apto para el endurecimiento, la instrucción y el adiestramiento.
El pasillo de fuego contribuía a la formación de los guerrilleros, tanto físicamente como psicológicamente, puesto que el sentir las explosiones en los costados de los pasillos a muy corta distancia de sus cuerpos, así como el sentir el tiro de las ametralladoras por encima de sus cabezas creaba un ambiente similar al del combate.
Superarlo suponía un reto, uno más, en la consecución de la ansiada boina verde.
El pasillo de fuego del GOE II se ubicaba en un paraje excepcional, en plena naturaleza, en un campamento militar que, por aquel entonces, contaba con una buena infraestructura (cocina, duchas, dormitorios, etc.) y con guarnición militar permanente.
Se contaba con pasillo de fuego fijo y otro que se establecía en alguna ocasión con motivo de los aniversarios de este GOE. Normalmente es escogía una zona de tierra próxima al barranco de escalada y otras zonas donde se realizaban diversas acciones propias de estas unidades.
La ubicación del mismo, aislado de cualquier población y en plena naturaleza, permitía no estar sujeto a las limitaciones que imponía la cercanía de un pueblo, principalmente las derivadas de las explosiones y del tiro de las ametralladoras.
Esto supuso una considerable ventaja a la hora de confeccionar el pasillo de fuego, debido a que los botes de humo, así como las cargas a utilizar, tanto en peso como en diseño (bolas de fuego, etc.), dentro de los límites permitidos, no estarían sujetas a las restricciones que supondría tener una población cerca.
Las cargas utilizadas, con abundante agua en los agujeros en los que se depositaban, contribuían a la dureza de la prueba ya que el agua, además de producir una mayor explosión, terminaba empapando a los guerrilleros, con el desgaste correspondiente.
El pasillo de fuego de El Padul, así era como se conocía el campamento militar, era duro y exigente; básicamente porque la longitud de los pasillos era superior a la normal, lo que exigía una buena forma física para no desfondarse a la hora de reptar. Sin duda alguna contribuyó a la formación de cuantos soldados pasaron por las filas del Grupo de Operaciones Especiales II Santa Fe.