Orgullo de un Guerrillero. Mi paso por el GOE III

Juan Alfonso Guaita Sanjuán

Antiguo guerrillero de la COE 32/GOE III (R-4º 87) 1987/1988

Me han pedido que escriba unas líneas sobre mi paso por el GOE III COE 32, en 1987. ¡Cómo pasa el tiempo! Hace ya más de 35 años de aquellos días; pero ahora, en muchas situaciones por trabajo, me desplazo semanas a sitios no turísticos y recuerdo aquellos tiempos, sobre todo, a la gente que compartió aquellos momentos conmigo. Es difícil escribir lo que vivimos, las situaciones por la que pasamos en esos meses, especialmente, a gente que no ha vivido esa experiencia.

Era agosto de 1987; éramos unos niños; la mayoría con 18 años y algunos con menos; con toda la vida por delante; muchos de nosotros con ganas de aventuras y de experiencias nuevas. Me gustaría pensar que la mayoría no sabíamos lo que nos iba a deparar nuestro paso por el GOE III. La situación en esos años 80 era convulsa a nivel económico y político. El Ejército español estaba en continuos ajustes en sus unidades, pero eso ya lo sabían bien nuestros mandos. Parecían gigantes y eran poco más mayores que nosotros. Ahora sabes lo difícil que debió ser su trabajo… año tras año forjando personas y haciendo crecer en todos los aspectos a unos niños, hombres entregados y ávidos de aventuras. COE 31 y COE 32, cada una en un lugar, se desplazan ambas a Alcoy y luego a Rabasa y forman el GOE III junto a la Unidad de Plana, nosotros morral y fusil junto con nuestra boina verde, dispuestos a comernos el mundo a pecho descubierto.

En mi caso, la instrucción en Tentegorra en el Regimiento España 18, 1ª compañía de Infantería mecanizada, verde OTAN limpio y gorra… buenos compañeros y mandos en una Cartagena en plena reconversión industrial como el resto del país. Paracas y legías a la caza de voluntarios; pero yo quería algo diferente. Había oído hablar de unidades totalmente independientes que hacían cosas no convencionales y que el trato era distinto, y ahí que llegaron en busca de hombres para convertirlos en guerrilleros, forjarlos no para el servicio militar sino para afrontar las situaciones y, por ende, la vida. Desde un punto de vista distinto, ahora recuerdas las locuras que se hacían, con poco material y menos recursos, para convertirlos en la élite de nuestras Fuerzas Armadas de entonces. Éramos el embrión de las actuales unidades de operaciones especiales, ahora sí que sabemos el significado de frases como: “Jamás se da más”, “Se parco en palabras que los hechos hablen por ti”, “Jódete y no haber venido”, “Que nunca por vencidos nos conozcan” y tantas otras. Soldado español era ya después de haber jurado bandera. Mi familia va con orgullo a recogerme y, ¡sorpresa!, mi padre me había buscado un destino cómodo a través de sus amistades y se entera, al verme salir con toda la impedimenta en el petate, de que yo le habia dado la vuelta a todo y me iba orgulloso a otro destino: COE 32 Rabasa Alicante. Nunca olvidare la cara que me puso el pobre hombre. Me gustaría pensar que él ya sabía que yo era un inconformista por llamarlo de alguna manera suave.

Septiembre 1987, llego con mi amigo Polo (cabo después y encargado de la ametralladora MG con su eterna sonrisa y esa mirada altiva y socarrona que no ha perdido en estos años). Ya de noche nos presentamos al cuerpo de guardia y, al decirles nuestro destino, ya nos miraron como bichos raros. Nosotros, inocentes todavía, no habíamos recibido esa bofetada de realidad, esa realidad a la que nos enfrentaríamos durante nuestra futura estancia en el Ejército. Nos mandan al fondo del acuartelamiento, barracones de chapa, todo oscuro. Nos presentamos en la Plana… flexiones y a la “puta carrera” frase que nos perseguiría el resto de nuestra estancia. Después a la 31 mismo trato y, por fin, a nuestra casa. La compañía estaba en la fase de supervivencia y el trato fue “amigable”. Llegó el teniente García y Pérez (en ese momento no había capitán, él estaba en funciones) con el resto de la unidad: uniforme rocoso, sucios y delgados nos parecían salidos de otro mundo. Los mirábamos con recelo y envidia. Fuimos tratados de manera correcta; eso sí, la manera correcta de la COE… las flexiones no se podían ya ni contar, imposible saber las que se harían esos días.

Primer día, otro golpe de realidad. Brigada Terencio (buena persona, trato afable pero decía las cosas solo una vez. Me enseñó respeto y cuál era mi sitio. Algo que me ha acompañado siempre en mi carrera profesional). Nos entregan el material de compañía… casco sin barbuquejo y sin nada, un modelo de las guerras púnicas, y el mono (no entendía, pero pronto nos hicimos compañeros inseparables durante el endurecimiento), junto con la mochila de combate y la Altus. Cómo nos cambió a todos el nivel físico y el mental en esos días de trabajo e instrucción. Ahora lo llaman coaching y liderazgo; pero entonces era preparar a la gente para afrontarlo todo, sin excusas, sin protestas y con buena cara. Qué grande nuestro teniente Canela, Papa Canela (cuando lo volví a ver años después como teniente coronel estaba igual que aquellos años, eso sí su bigote ya gris. Cuando le miré a los ojos, vi la misma expresión inteligente y de buena persona, amable y justo, duro como el roble. Me gustaría pensar que Amós de Escalante pensó en él para su soneto “Nuestro soldado”. Siempre he pensado que Antonio Luis era coetáneo del Sr. Escalante. Comprometido con su trabajo, tengo entendido que su hoja de servicio hace honor a su persona y compromiso con España, con solo verme recordó mi nombre y nuestra historia juntos), siempre recuerdo sus palabras… Señores ustedes se ríen de su propia ignorancia, años después entendería perfectamente a qué se refería.

“Roto, descalzo, dócil a la suerte,

cuerpo cenceño y ágil, tez morena,

a la espalda el morral, camina y llena

el certero fusil su mano fuerte.

Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte

vívida luz que el ánimo serena,

la limpia claridad de un alma buena

y el augusto reflejo de la muerte.

No hay a su duro pie risco vedado;

sueño no ha menester, treguas no quiere;

donde le llevan va; jamás cansado

ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:

sumiso, valeroso, resignado

obedece, pela, triunfa y muere”.

Qué gran equipo con sus mandos de compañía: sargentos Vergara, Llamas, Guillén y Calzada y, cómo no, el 1º Moreno “Bullas”. Pienso que la mayor parte de nosotros no pensaba que el apodo era por su lugar de nacimiento Bullas, Murcia, o eso quiero creer. Su mirada profunda, cuánto sabía de naturaleza y supervivencia, duro, pero justo… siempre lo recuerdo a paso ligero con su subfusil y el ducados… No se cansaba nunca este hombre. Cuando lo volví a ver estaba igual que entonces… cansado, pero igual. Luego se completó el equipo con el capitán Bataller (gran persona y mejor mando, rudo y justo), toda su vida dedicada a esto de las operaciones especiales. Años después, en el primer encuentro, volví a verlo. Entonces entendí mejor el porqué de muchas cosas. Vergara delgado y enjuto. Llamas humor negro y físico espectacular. Las clases de defensa personal duras y las tablas de gimnasia marcaron época y la frase “que corra el aire” no he vuelto a verlo, pero sí a saber de él. Guillén, mi querido Guillén, pocas personas tan buenas como él he conocido. Toda una vida en el MOE, vida de sacrificio y dureza. Nosotros, que hemos pasado por tanto, sabemos perfectamente el valor de esas palabras, Ellos, junto con nosotros, boinas verdes y ahora veteranos boinas verdes formamos parte de la historia del Ejército español. Fuimos tropa de reemplazo, pero dimos todo un año de nuestra juventud, de nuestra vida solo por formar parte de la familia de los boinas verdes. Los hermanos no son solo de sangre. Sé que lo son también por lo vivido y lo sufrido. Estoy convencido de que el ilustre Calderón nos reflejó a nosotros y a ellos en sus versos.

“Ese Ejército que ves

vago al yelo y al calor,

la república mejor

y más política es

del mundo, en que nadie espere

que ser preferido pueda

por la nobleza que hereda,

sino por la que él adquiere;

porque aquí a la sangre excede

el lugar que uno se hace

y sin mirar cómo nace

se mira cómo procede.

Aquí la necesidad

no es infamia; y si es honrado,

pobre y desnudo un soldado

tiene mayor calidad

que el más galán y lucido;

porque aquí a lo que sospecho,

no adorna el vestido al pecho,

que el pecho adorna al vestido;

Y así, de modestia llenos,

a los más viejos verás,

tratando de ser lo más,

y de parecer lo menos.

Aquí la más principal

hazaña es obedecer,

y el modo cómo ha de ser

es ni pedir ni rehusar.

Aquí, en fin, la cortesía,

el buen trato, la verdad,

la fineza, la lealtad,

el honor, la bizarría;

el crédito, la opinión,

la constancia, la paciencia,

la humildad y la obediencia,

fama, honor y vida son,

caudal de pobres soldados;

que en buena o mala fortuna,

la milicia no es más que una

religión de hombres honrados”.

Y como no, nuestro brigada Viózquez, Manolo. Cuántos años de servicio en operaciones especiales. Ahora, después de aquellos años, he tenido la suerte de conocer también a la persona, no solo al militar. Qué gran hombre; callado pero vívido, rápido en la lectura de conocer a las personas. Cuánta nobleza y por cuántas cosas habrá pasado.

Ahora sé, desde la distancia y en el tiempo, lo afortunado que he sido al compartir parte de mi camino de vida con personas como ellos. Cómo me han servido a lo largo de mi vida personal y profesional todas las vivencias y lo aprendido para afrontar los problemas. Poder mirarlos a la cara sin miedo al fracaso, porque el que sabe que el que lo da todo no tiene la obligación de dar más, y de esos nosotros, boinas verdes, sabemos bastante por la virtud de dar y no por el vicio de recibir.

Pasó nuestro endurecimiento, días duros tanto en lo físico como en lo mental; prueba de la boina. Nosotros tuvimos que ir a la Vega Baja en octubre de 1987 a ayudar en las inundaciones. Ahí empecé a aprender lo que es la gratitud y el agradecimiento sincero de la gente; eso va en mi corazón desde entonces.  Nos mandaba entonces el comandante Perote. Había sustituido al comandante De Triedra, paisano mío. Me gusta imaginarme que nuestra prueba de la boina fue una acción real. Por fin éramos guerrilleros. Yo había leído bastante a Benito Pérez Galdós, los Episodios Nacionales y me figuraba que yo era uno de sus personajes en la guerra contra el francés, eso sí, cuando estaba en el monte. Luego pasaron nuestras maniobras o fases, llenas de anécdotas y curiosidades imposible de resumirlas todas.

Recuerdo en especial nuestra supervivencia con trato de prisioneros creo que fue una de las más duras que pasé en la unidad. Seguro que todos los que hemos realizado la fase de supervivencia pensaremos que fue la más dura, no por el hambre sino por los días y la exfiltración de la zona de supervivencia. También el tema en Domeño, agua y frío en enero, pero me gustaría más centrarme en las personas.

Fue una etapa dura para nuestros mandos. Tuvieron que unir a la COE 31 con la COE 32. Choque de trenes y demasiados gallos para el mismo corral. Una macro sección que derivo en mucho más esfuerzo y entrenamiento físico para mantenernos ocupados y cohesionarnos bien. Qué buena gente llegó con los hermanos de la 31. El cabo Salomón parecía que había nacido para esto; Blázquez “Jabalí” que junto con López de Arriba fueron los premiados con el machete por su conducta, Martín nuestro karateca. Con mi querido Martin, años después, nos tocó vivir la pérdida de nuestro cabo Raya, del 6º 87, fallecido de cáncer. Guardo en mi retina aquella  formación, en su acera, bajo su ventana, él con nosotros, sus compañeros, sus hermanos boinas verdes, su entereza al despedirse de nosotros uno a uno, sabiendo que se iba al punto de reunión final a esperarnos. Gracias, Martin, por el apoyo a su familia. De bien nacido es ser agradecido: el recuerdo de mi amigo Raya lo llevo allá donde voy.

Giménez, nuestro cocinero, siempre esperándonos después de las marchas con ese café caliente con el chorrito; Santana con su eterna sonrisa; Guti con su quejas; Vitini con su entrega; Luna con sus flexiones y su humor; Herrera y Murcia, me acuerdo de ellos como si no hubiera pasado el tiempo; con Gea y nuestras granadas de 60 mm en el campo de maniobras de Agost, cuando aquel día no quisieron salir juntas del tubo; de Martínez y su rotura de fémur… cómo pesaba mientras lo llevábamos en las parihuelas improvisadas; también de Moreno Consuelo, otro hermano que se nos fue de cáncer hace poco; Moreno Torralba, para escribir un libro sobre él. Eterno guerrillero y conductor del capitán Bataller; siempre con una sonrisa, y qué decir de Moli, nuestro conductor, qué persona tan grande de corazón y de espíritu. Lo que él pasó a los mandos del Avia de personal… solo lo sabe él; Selva que después de aquello nos pasea por los barrancos, amante de la montaña. Barranco de Linares, cuánta buena gente en el mismo sitio y al mismo tiempo. Eso sí es increíble. Debió de ser la alineación de los astros o los Trabubus del cabo Segura. Qué decir de Leo… se nos puso por montera encontrar a todos los integrantes de la COE 32 del 4/87 y ahí nos pusimos al trabajo… qué ratos pasamos para encontrar y actualizar las direcciones de todos mediante llamadas de teléfono. Cómo nos pusimos las pilas hasta que no quedó nadie por encontrar. Como dice Leo todos somos uno, no nos dejamos nadie atrás.

Ahora tanto tiempo después seguimos en contacto y haciendo actividades, como si el tiempo se hubiera detenido, nos miramos y lo sabemos todo sin tener que decirnos nada.

Cuánta añoranza de aquellos años, tiempos que no volverán, tiempos duros y difíciles que nos hicieron a cada uno de nosotros ser lo que somos ahora. Miramos con envidia a los actuales boinas verdes. Se nos hincha el pecho de orgullo al saber que ellos son hoy lo que nosotros fuimos ayer. Hombres capaces de darlo todo a cambio de nada, orgullosos de ser lo que son sin esperar nada a cambio.

Parece que fue ayer, pero ya son más de 35 años. Estos recuerdos me acompañan siempre donde voy. Quiero pensar que todavía soy merecedor del respecto de mis compañeros y de esa boina verde que todavía hoy portamos con honor y respecto a los valores que representan.

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