El asalto quirúrgico de las fuerzas especiales israelíes en Siria
Por la Redacción de R. Boina Verde
Antecedentes: Una amenaza creciente
Desde 2017, Israel había identificado una instalación subterránea en las proximidades de Masyaf, en el oeste de Siria, conocida como «Deep Layer». Esta planta, construida tras la destrucción de una fábrica similar por un ataque aéreo israelí, estaba diseñada para producir misiles de precisión con tecnología iraní. Su ubicación estratégica, a solo 200 km de la frontera israelí, representaba una amenaza directa, ya que facilitaba el suministro de armamento avanzado a Hezbolá y al régimen de Bashar al Asad.
Planeamiento: Preparación meticulosa
La planificación de la operación se extendió durante varios meses e involucró a las unidades de élite Shaldag, Sayeret Matkal y la Unidad 669. Shaldag, especializada en incursiones profundas y designación de objetivos, y la Unidad 669, experta en búsqueda y rescate en combate, realizaron entrenamientos intensivos que incluyeron simulaciones detalladas del objetivo. Sayeret Matkal aportó su experiencia en infiltración y operaciones de captura. Se recopilaron datos de inteligencia para mapear la estructura de la instalación, identificar sistemas de defensa aérea y evaluar posibles amenazas en el terreno.
Ejecución: Precisión y eficacia quirúrgica
La noche del 8 de septiembre de 2024 marcó el punto culminante de meses de planificación. A las 21:45 horas, la base aérea israelí designada como punto de partida inició el despliegue. Cuatro helicópteros CH-53 Yasur, adaptados para operaciones de largo alcance, despegaron con comandos de las unidades Shaldag y Sayeret Matkal, y operadores médicos de combate (paramédicos) de la Unidad 669. Acompañándolos, volaban helicópteros de ataque AH-64 Apache, drones de reconocimiento y un destacamento aéreo de aviones F-35 y F-15, listos para intervenir si surgía resistencia aérea o terrestre.
Los helicópteros CH-53 Yasur despegaron presumiblemente desde una base militar en el norte de Israel, probablemente Palmachim o Ramat David, ambas con capacidad para operaciones especiales y discretas.
Para evitar la detección por radares sirios y libaneses, los helicópteros volaron en formación cerrada a muy baja altitud (18-30 metros) sobre el mar Mediterráneo.
Recorrieron unos 270-300 km sobre aguas internacionales, fuera del alcance visual y del radar de las defensas costeras de Líbano.
En lugar de sobrevolar directamente el espacio aéreo libanés (fuertemente monitoreado por Hezbollah), se introdujeron por una franja no vigilada cerca de la frontera sirio-libanesa septentrional, una zona montañosa y menos densamente poblada.
Volaron entre el norte del Líbano y el sur de la gobernación de Homs, zona con menor cobertura de radar.
Una vez dentro de Siria, realizaron un giro hacia el noreste, entrando en el valle entre Tartús y Hama, descendiendo a través de rutas ya utilizadas anteriormente por drones de reconocimiento Hermes 450.
A pocos kilómetros del objetivo, los drones de observación confirmaron que las defensas antiaéreas estaban operativas, pero no alertadas.
Los helicópteros aterrizaron a aproximadamente 900 metros del complejo “Deep Layer”, en un terreno rocoso y boscoso a las afueras de Masyaf, al noroeste de Hama.
La elección de la zona fue clave: aislada, con sombra topográfica, y con salidas múltiples por si la operación se complicaba.
A las 23:02 horas, los helicópteros aterrizaron cerca del complejo “Deep Layer”, ubicado dentro de una estructura montañosa camuflada entre rocas y vegetación. Los comandos descendieron en silencio y se dividieron en escuadras con tareas específicas: seguridad perimetral, asalto frontal, neutralización de personal, sabotaje estructural y recolección de inteligencia (lo que se conoce como Sensitive Site Exploitation, SSE).
La fase de infiltración fue rápida y efectiva. Los primeros equipos accedieron por entradas previamente identificadas por inteligencia, incluyendo conductos técnicos y accesos de mantenimiento. En el interior, los comandos se enfrentaron a una resistencia armada moderada pero bien posicionada. Utilizando visores térmicos, silenciadores y granadas aturdidoras, eliminaron a los centinelas sin disparos en los primeros minutos. Posteriormente, se produjo un breve intercambio de fuego que resultó en bajas enemigas sin pérdidas israelíes.
Uno de los momentos más delicados ocurrió cuando un grupo de operadores se encontró con una cámara de seguridad conectada a un sistema de alarma interno redundante. La intervención de un técnico del 8200 (inteligencia electrónica) permitió neutralizar el sistema sin activar las alertas, lo que evitó la llegada de refuerzos sirios.
Simultáneamente, otra escuadra avanzó por un corredor lateral que conducía a la sala de ensamblaje de misiles. Allí descubrieron componentes de origen iraní, incluidos sistemas de guiado y combustible sólido. Se documentó todo visualmente antes de colocar cargas de demolición en la maquinaria crítica.
Mientras el equipo de seguridad sellaba los accesos, los operadores de inteligencia extrajeron discos duros, planos impresos y documentos en farsi. Al mismo tiempo, el equipo de demolición colocó cargas explosivas en puntos estructurales clave, como columnas maestras, generadores de energía y nodos de comunicaciones.
A las 00:47 horas, con todos los objetivos asegurados y las cargas armadas con detonación retardada, los comandos iniciaron la exfiltración. El repliegue se realizó en dos fases, con cobertura aérea preventiva por parte de los F-35. En total, la operación duró unas tres horas desde el inicio del despliegue hasta la extracción completa. Los últimos helicópteros despegaron a la 01:10 horas, justo cuando las explosiones controladas destruyeron la instalación y sellaron todos los accesos subterráneos.
Consecuencias: Impacto estratégico
La destrucción de la instalación «Deep Layer» supuso un golpe significativo para las capacidades militares de Irán y sus aliados en la región. Se estima que la planta podía producir entre 100 y 300 misiles al año, con un alcance de hasta 300 kilómetros. La operación no solo eliminó esta amenaza, sino que también demostró la capacidad de Israel para llevar a cabo operaciones complejas en territorio enemigo con un alto grado de eficacia y precisión.
Conclusión: Un hito en las operaciones especiales
La Operación Many Ways destaca como un ejemplo sobresaliente de planificación estratégica, coordinación interinstitucional y ejecución táctica. Las unidades de élite Shaldag, Sayeret Matkal y la Unidad 669 consolidaron su reputación como fuerzas altamente capacitadas, capaces de llevar a cabo misiones críticas en entornos hostiles. Esta operación refuerza la doctrina israelí de actuar proactivamente para neutralizar amenazas antes de que se materialicen, asegurando así la seguridad nacional y la estabilidad regional.