General de Brigada (reserva) Demetrio Muñoz García
Antiguo Teniente fundador del GOE III y antiguo General jefe del MOE
Los primeros años tras salir de la Academia conforman tu carácter y consolidan a un oficial. Yo tuve la fortuna de vivir esos años, de 1984 a 1989, formando parte de la COE 31 y del GOE III, unidad en la que me formé y de la que guardo un recuerdo entrañable que en estas páginas intentaré glosar.
Finalizado el XXVIII curso de OE en julio de 1984, seis de los tenientes de la XXXIX promoción que realizamos el curso fuimos destinados al GOE III. Esta lista estaba formada por seis tenientes de Infantería, García y Pérez, Colomina, Allo, Fullana, Toboso y el que suscribe, Muñoz (Demetrio). En esta aventura nos acompañaron los magníficos sargentos Placido Vergara y Manolo Calzada del mismo curso y unos años más tarde el teniente de Ingenieros, De los Riscos.
Mentiría si dijera que íbamos al futuro GOE III plenamente convencidos. Era el momento de creación de los GOE, y el III se estaba conformando en ese momento, justo coincidiendo con el momento de finalización del curso. De hecho, de los más de treinta oficiales que finalizamos el curso solo ocho oficiales fueron destinados a los dos GOE activados en ese momento, dos al GOE I y seis al GOE III, el resto lo fueron a las diferentes COE aún desplegadas por todo el territorio nacional. Nos parecía que aquello iba a ser el fin de las OE y que el paso de las COE a los GOE iba a restar operatividad. La eterna individualidad española.
Al llegar al GOE III, en pleno verano, tres de los oficiales fueron destinados a la COE 32, ya en Alcoy, y otros tres a la COE 31, todavía en el acuartelamiento de Benalúa (Alicante). Mi incorporación fue trepidante, tras un mes agregado a la PLMM como habilitado, llegó septiembre y el momento de la incorporación a la Compañía 31, al mando del capitán Acevedo. Recuerdo como si fuera ayer mi entrada en los locales de la compañía para presentarme al capitán y, tras una breve presentación, salir volando a cambiarme y coger mi equipo para incorporarme al campamento de adaptación de los nuevos guerrilleros.
Entramos directamente en eficacia, qué recuerdos de aquellos, ya curtidos, suboficiales y tropa que eran capaces de, con la mirada, hacer volar a los nuevos guerrilleros. Duro y exigente, el campamento sometía al nuevo guerrillero a una gran demanda física y de la voluntad. Y allí se iban formando esos espíritus guerrilleros, entre carreras, gritos, malas noches, poco descanso y mucha exigencia, las voluntades de aquellos grandes soldados se fueron haciendo y con ellos nuestra maestría y oficio.
Tras superar el campamento llegaba la ceremonia de entrega de la boina. Qué momento tan importante y merecido, tras dos meses de duro esfuerzo, de haber superado la fatiga, el deseo de escapar, de pensar “¿pero qué hago yo aquí?” les entregábamos su merecida boina. Esos momentos me traían a la memoria que yo mismo había experimentado esos mismos pensamientos y que les entendía perfectamente. Esa era y es, otra de las características especiales de las UOE, los que hoy te exigen y están al frente, han pasado las mismas demandantes y exigentes pruebas que hoy te exigen a ti. Por ello la boina es el más preciado de los tesoros, se ha ganado en dura pugna contra uno mismo.
En el mes de septiembre del 1984 la COE 31 se desplaza a Alcoy reuniéndose, por fin, el GOE III. Así una parte del GOE quedó en el cuartel de Alzamora y parte de la PLMM y las dos compañías en el campamento del Molino Paya. Comienzos exigentes, con apenas nada, en condiciones de mucha austeridad y pocos recursos empezamos a formar el GOE III. Las dos naves donde se alojaron las compañías tomaron los nombres del teniente Martos Mena, COE 32, y del fallecido en acto de servicio, teniente Morejón Verdú, la COE 31.
No fue fácil vencer aquella individualidad de las COE y empezar a hacer espíritu de equipo, espíritu de GOE. No tengo duda que la pertenencia de la mayor parte de oficiales y suboficiales a las mismas promociones, y la adopción de señas de identidad, como los espíritus del GOE III, fueron calando, el resto lo hizo la vida diaria, las formaciones del GOE, el sufrir y reír juntos, los ejercicios y maniobras y tantas y tantas vivencias. Pronto aquel grupo de guerrilleros se sintió parte de un proyecto común llamado GOE Valencia III. Y era un proyecto ganador, el tiempo nos lo ha demostrado.
Los prácticamente dos años que pasamos en Alcoy están llenos de anécdotas. Todos los que mantuvimos la vivienda en Alicante recordamos las subidas de buena mañana en pleno invierno, ya fuera por la Carrasqueta o por Ibi. No había curva en la que no hubiéramos tenido un sustillo. Los que mantenían su residencia en Alcoy fueron integrándose en la vida de esa ciudad y muchos fueron los que formaron familia alcoyana. El frío y calor de aquella tierra, la dureza de sus sierras cuesta arriba y abajo, las largas carreras al campo de tiro, la piscina donde más de una vez algún guerri penaba sus errores con un estimulante baño invernal, etc., formaron parte de aquellos años. Pero un día llego el momento de cerrar la larga e importante presencia militar en esa ciudad. El GOE III pasaba a desplazarse al acuartelamiento de Rabasa en Alicante. Tras dos años de estancia del GOE en Alcoy, una tarde del mes de septiembre de 1986 formó el GOE III en la plaza del Ayuntamiento de esa ciudad y desfiló por última vez frente a sus habitantes, cerrando con ello la presencia del Ejército en esta ciudad.
La llegada a Rabasa supuso un empezar de cero. “Villalatas” nos esperaba, unos austeros barracones TYCE en una esquina del acuartelamiento y unas oficinas en uno de los edificios del acuartelamiento iban a ser nuestras instalaciones. Y vuelta a empezar, a luchar sin descanso para hacer de aquellas destartaladas instalaciones un hogar para el GOE III. Todo ello sin bajar ni un ápice la exigente instrucción y adiestramiento diaria, las instrucciones nocturnas, los diez días de campo al mes, el mes de campamento de instrucción guerrillera o la fase de agua. Todavía resuenan en mis oídos la frase de mi mujer cuando me preguntaba ¿pero para qué nos hemos casado si no te veo el pelo? Cosas de la milicia, y especialmente de las OE, que como muchas veces hemos comentado es una vida más cercana al sacerdocio que a la ordinaria de un ciudadano corriente.
Los años iban pasando y la vida en la COE era un sin parar, instrucción, tiro, marchas, las diferentes fases de montaña, agua, supervivencia, guerrillas y contraguerrillas, etc. Las semanas volaban y siempre la alegría de ver cómo aquellos soldados con cara de susto y totalmente subyugados por la presión ambiental que recibimos se convertían en unos guerrilleros con mayúsculas. La eficiencia llevada al máximo, en apenas doce meses pasaban de ser civiles con nula experiencia militar a soldados con los que yo me hubiera ido a la guerra. Para muchos de ellos, este paso por la COE supuso un hito trascendental en su vida, esta experiencia los hizo madurar y mejorar y este recuerdo ha supuesto para ellos un motivo de orgullo y satisfacción a lo largo de toda su vida.
Quiero antes de empezar dejar constancia de mi gratitud a todos los oficiales, suboficiales y tropa que me acompañaron en estos años, especialmente al primer reemplazo que me correspondió el honor de instruir, el 5º/84. Con los soldados de ese reemplazo me siento íntimamente ligado y con ellos comparto todos los años un día de reencuentro, anécdotas, canciones y vivencias que me hacen sentirme parte de ellos. Muy especial también para aquellos que nos dejaron, especialmente a mi cabo 1º Andrés Marcote, fallecido en acto de servicio y que era, por su vitalidad y atrevimiento, un referente para la tropa. Doy gracias a Dios por la oportunidad que me dio y de lucir con orgullo el titulo de fundador del GOE III.
Alicante, junio 2024