Comandante Terencio Pérez Hortelano
Antiguo Sargento agregado a la COE
Ascendí a sargento en abril de 1975 y mi primer destino fue un Batallón expedicionario del Regimiento de Infantería Canarias 50, en el Sáhara español. Allí permanecí hasta finales de noviembre del mismo año, fecha en la que volvimos a la Base del regimiento en Las Palmas de Gran Canaria.
Por aquel entonces, yo andaba un poco perdido en el ejército porque mi vocación era ser maestro nacional, de los de la época, trabajando con los niños de algún pequeño pueblo en la España profunda.
El 15 de abril de 1976 recibí en mi compañía, la 2ª del I Batallón, un escrito, del teniente coronel jefe accidental del regimiento mediante el que se me comunicaba que con esa misma fecha y hasta el 15 de septiembre, pasaba agregado a la COE -unidad de nueva creación- del Regimiento Canarias 50.
Esta andadura la iniciamos el teniente de la Escala Auxiliar D. Luis Maciá Herranz; el brigada Dantas Iturzaeta (solo estuvo un mes con nosotros) que fue sustituido por el brigada D. Salvador González Vita; el sargento D. Miguel Gutiérrez Prieto; el sargento D. José Bruñas Jerez y yo mismo.
El único diplomado era el teniente Maciá con el curso básico de OE; de los suboficiales ninguno teníamos el curso; es más, yo ni siquiera sabía lo que era una COE, ni conocía la boina verde.
Por parte del regimiento se desalojaron unas cocheras y allí empezamos a trabajar. Lo primero era conseguir tropa, cosa que no fue nada fácil, porque la primera captación era en el mismo regimiento y teníamos poco que ofrecerles. De hecho, ni siquiera teníamos literas y, por supuesto, ni taquillas. Los pocos que captamos venían de sus compañías de procedencia con la colchoneta y la ropa de cama. Los primeros quince días todos dormíamos en el suelo.
La primera lista de revista la tuvimos en mayo y, creo recordar, que no llegábamos a 50, y ya en este mes hicimos nuestra primera salida al campo, naturalmente de 10 días, al Pinar de Tamadaba. Una salida de endurecimiento que sirvió para “endurecernos” a todos. El teniente Maciá nos dio un repaso, tanto a mandos como a la tropa, y yo personalmente empecé a descubrir una unidad militar donde podría desarrollar mi pasión por la aventura.
Poco a poco fuimos completando el personal mediante captación en el CIR de Tenerife y nos fue llegando equipo propio de la unidad, hicimos dos salidas más; una de topografía y otra de agua.
A primeros del mes de agosto, el regimiento nos habilitó unos barracones de chapa donde nos trasladamos y empezamos a darles ambiente guerrillero y creo que la COE ya iba cogiendo madre cuando termino nuestra agregación con la incorporación de oficiales y suboficiales destinados bajo el mando del capitán D. Bernardo Álvarez del Manzano.
Para cerrar este breve relato quiero significar que estos meses de agregado en la COE del Regimiento Canarias 50 me marcaron hasta el punto tomar la decisión de hacer el curso de Mando de Unidades de Operaciones Especiales y dedicar mi vida militar a estas unidades a las que tanto debo y tanto quiero.
Nota de la dirección de la revista: El comandante Terencio, junto con Kitín Muñoz, son autores del interesante libro BOINAS VERDES ESPAÑOLES publicado en beneficio de la Fundación ROBLE Y MACHETE de ayuda a veteranos guerrilleros.