Miguel Ángel Porras López, guerrillero de la COE 61
Bajo el cielo encapotado de Colmenar Viejo, las antiguas paredes de la Base Militar de San Pedro volvieron a latir con la energía de quienes, décadas atrás, habían caminado por esos mismos terrenos con el espíritu combativo de los boinas verdes. Este XIV Raid, organizado con esmero por la Asociación de Veteranos Boinas Verdes de Cataluña y la Asociación de Guerrilleros de Madrid, no solo reunía a guerrilleros de distintas épocas y lugares, sino que se celebraba en la misma base que albergó al legendario GOE I desde 1979 hasta su disolución en 1996, volviendo a conectar así a los veteranos con un rincón sagrado de su historia a la vez que hacía partícipes de esa historia a los que habían realizado su servicio militar en otras compañías de la ancha geografía española.
La apertura de las puertas de San Pedro fue posible gracias al respaldo inquebrantable del estamento militar. El teniente coronel D. José Pedro Charrazarra Cano y el coronel D. Antonio Casals Abraham facilitaron todo tipo de ayuda, permitiendo que este evento fuera tan solemne y significativo como merecía.
Al caer la tarde del viernes, hacia las 18:00 horas, la base se llenó de vida con la llegada de las patrullas. Veteranos, jóvenes, hombres y mujeres, todos recibieron su acreditación entre abrazos y risas. La nostalgia del reencuentro se reflejaba en las caras de amigos y camaradas de batallas pasadas, mientras patrullas de cuatro miembros —unas de veteranos curtidos y otras de jóvenes que apenas rozaban los veinte años— se agrupaban con la misma ilusión. La noche comenzaba a envolver las instalaciones, mientras cada equipo tomaba posición: las patrullas en una gran tienda en la antigua pista de atletismo, y los cooperadores, en las camaretas de un pabellón.
A las 20:00 horas, el salón de actos acogió una reunión donde Toni Company y Carlos Freixa despejaron dudas sobre las pruebas. Luego, el general Coloma pronunció unas palabras sobre el espíritu que une a los boinas verdes de todas las generaciones, evocando el orgullo de quienes comparten esta historia que atraviesa la Piel de Toro.
A las 22:00, con la temperatura descendiendo rápidamente y una lluvia intermitente que comenzaba a hacerse presente, se dio oficialmente el inicio al Raid. Sin embargo, una serie de imprevistos retrasaron el comienzo, aumentando la tensión de los participantes. Finalmente, se trazaron las rutas y los grupos comenzaron a identificar en sus planos los puntos clave donde se desarrollarían las pruebas. Hacia la medianoche, con el frío y la lluvia como compañeros, las patrullas salieron con diez minutos de diferencia, adentrándose en la penumbra, listos para enfrentar las exigencias de la prueba nocturna.
Las pruebas dentro de la base, como el tiro nocturno, el rescate de rehén, primeros auxilios y conocimientos generales, pusieron a prueba la pericia de los equipos. Las pruebas externas, que recorrían las cañadas de los alrededores, se volvieron aún más exigentes por la crudeza del clima. Con el paso de las horas, el general Coloma se dejó ver en varios de los escenarios exteriores, animando a los participantes y supervisando una prueba en un edificio abandonado, donde los equipos debían recolectar información con solo observar su entorno. La marcha continuaba con ejercicios de cuerda, talonaje de distancias y ascensos a una torre mediante cuerdas, mientras la noche parecía interminable.
El amanecer sorprendió a la mayoría de las patrullas aún en plena prueba. Con un desayuno rápido y reparador, los participantes recobraron fuerzas para encarar las pruebas diurnas. Bajo el creciente calor del día, comenzaron las pruebas de tiro con pistola y arma larga, y el recorrido táctico, donde las habilidades se medían en décimas de segundo. El general Coloma, siempre presente, demostró su destreza en la puntería, compartiendo momentos con los participantes.
Hacia la tarde, el general Bataller, presidente de la FEDA, llegó acompañado de su inseparable secretario, Emilio García Torralba. Con el respeto y la camaradería que solo el tiempo forja, Bataller saludó a los veteranos y agradeció al coronel y al teniente coronel de la base por su hospitalidad. Recordando tiempos pasados, se dirigió a los antiguos pabellones de la COE 11, 12, 13 y la plana del GOE I, donde compartió anécdotas y memorias con el coronel Armendáriz, quien se había acercado para acompañar a sus boinas verdes en esta ocasión especial.
Finalmente, a las 19:00 horas, concluyó el Raid. Tras un merecido descanso y una revitalizante ducha, los participantes y colaboradores se dirigieron al comedor de la tropa para una cena que supo a victoria y camaradería. Antes de que se sirvieran los platos, se anunciaron las patrullas ganadoras (3ª patrulla COE 21, 2ª patrulla Alfa Romeo y 1ª patrulla Lince) y se entregaron diplomas a cada participante y colaborador, en un acto cerrado por las palabras del general Bataller, quien animó a todos a seguir adelante con el mismo espíritu guerrillero que caracterizaba a cada uno.
Esa noche, la suerte estuvo de nuestro lado: el cambio de horario nos regaló una hora adicional de sueño antes de que la diana sonara a las ocho de la mañana. Tras los preparativos y la recogida, un desayuno de chocolate con churros y una foto conmemorativa en el patio de jura de bandera cerraron el evento. Entre abrazos y promesas de nuevos encuentros, los participantes emprendieron el regreso a casa, con el eco de aquel espíritu inmortal que, generación tras generación, hace vibrar el corazón de los boinas verdes.