Antonio Izquierdo García. General de Brigada
Antiguo Teniente de la COE 103
En 1976, cuando estaba destinado en el Tercio Duque de Alba II de La Legión, al mando de la SOE de la V Bandera y tenía como coordinador de las SOE al capitán Carlos Blond, recibí la invitación del capitán Bernardo Álvarez del Manzano para colaborar con él en la creación de la COE 103 o al menos eso entendí y luego comentaré. No llevaba aún 2 años de teniente y lo consideré un reto, una ocasión de riesgo y fatiga y sentía una profunda admiración y respeto por el capitán Álvarez del Manzano, así es que, con mi mujer, mi hijo y las maletas, a finales de enero de 1977 me presenté en la COE.
Cuando escribo estas notas, agosto de 2023, los recuerdos son pocos y muy lejanos, pero quedan algunos imborrables. Las instalaciones, muy pobres: unos barracones metálicos en un extremo dentro del acuartelamiento del Regimiento Canarias 50 en La Isleta (Las Palmas de Gran Canaria), pero tampoco necesitábamos más; la COE de tres secciones formaba por la mañana, dábamos novedades y nos íbamos a nuestro espacio natural y habitual, el campo; se hacía poca vida en las instalaciones, mantener el armamento y equipo, entrenar en defensa personal sobre unas viejas colchonetas y poco más, el resto vida de campo. Apenas si recuerdo un pequeño despacho para el capitán y una oficina y, por entonces, las sempiternas literas metálicas para la tropa.
Sorprendentemente, para una unidad de creación muy reciente, estábamos bien en armamento y muy bien en material y equipo, teníamos equipaciones para defensa personal, transmisiones, equipo autónomo de buceo, embarcaciones neumáticas, material de escalada, brújulas y cartografía, etc. Sin lugar a duda, el prestigio, experiencia y buen hacer de nuestro capitán, con la ayuda de unos excelentes suboficiales, estaba logrando significativos avances en poner en marcha una magnifica unidad.
Pero si hay algo que realmente me sorprendió fue el capital humano, sus hombres y la hermandad que se percibía. Del capitán Bernardo Álvarez del Manzano (DEP), poco me atrevo a añadir por ser sobradamente conocido en todo el Ejército, teniente general y premio Gran Capitán de Infantería, con una extraordinaria y fructífera carrera militar, para mi entonces, un amigo, un líder, un jefe y un maestro, pero no puedo dejar de resaltar que técnicamente para mando de una COE su preparación era insuperable, paracaidista, buceador de combate y uno de los pocos con la doble titulación de montaña y operaciones especiales.
En lo que se refiere a los oficiales, a finales de enero de 1977 nos incorporamos el teniente Palomino Calcerrada del 2º Tercio y yo, ambos sin diplomar, lo fuimos posteriormente y allí estaba también destinado el teniente Francisco García, ausente realizando el curso de OE. Curiosamente coincidió que los tres pertenecíamos a la misma promoción de la AGM y éramos amigos, por lo que también pudimos aportar nuestro granito de hermandad al grupo.
Del capital humano, he querido dejar para el final lo más importante desde mi punto de vista, la tropa y los suboficiales. Venía de mandar una unidad de legionarios y me encontré con unos soldados de reemplazo, voluntarios, pero procedente de la recluta de la época, por tanto con tiempo limitado en la unidad y, sin embargo, era un grupo homogéneo, duro, sufrido, valiente, decidido, con desparpajo, unos soldados que eran capaces de descolgarse en rápel, hacer una travesía en inmersión con equipo autónomo, infiltrarse en embarcaciones neumáticas o a los que ordenábamos una dispersión en el norte de la isla y acogerse a un punto de reunión dos días después a 60 km más al sur, a veces con una somera ración de previsión de emergencia de la unidad, porque por entonces, las raciones oficiales solían brillar por su ausencia. Magnifica tropa, a la que se trataba de inculcar responsabilidad y se les concedía mucha autonomía para incentivar su iniciativa, mucho aprendimos de ellos.
¿Pero y el secreto? Pues el secreto, bajo el liderazgo del capitán Álvarez del Manzano, era que la COE empezó su andadura con un magnífico grupo de suboficiales, la mayoría diplomados, veteranos, con experiencia, buenos y entregados profesionales, también amigos entre ellos, magníficamente dirigidos por el brigada Rivas. Ese fue el “núcleo duro” que inició la puesta en marcha de la COE. No puedo mencionarlos a todos, los recuerdos son lejanos y podría cometer el imperdonable error de olvidar a alguno. Quiero, al menos, recordar, en homenaje a todos ellos al sargento Pepe Bruñas (DEP), fallecido en acto de servicio en la COE. Fueron un magnífico grupo de colaboradores y compañeros, con los que compartimos más que actividades del servicio.
Nuestra compañía, de tres secciones, tenía como ámbito de actuación las islas de Las Palmas, Lanzarote y Fuerteventura y allí se desenvolvían nuestras actividades y prácticas, por lo que viajábamos a menudo, unas veces en barco y otras en avión, en mi época todos los medios de transporte fueron militares y había veces que no sabía que era más divertido, si las maniobras huyendo por el “malpaís” de los legionarios por Fuerteventura o el desplazamiento hasta la isla en una vieja lancha de desembarco BDK de nuestra Armada, tirada por un remolcador de altura, lancha que como es bien conocido, es prácticamente plana, lo que hace ser toda una experiencia atravesar olas, mientras que otras pasan por encima de la embarcación.
Durante mi corta estancia, pude disfrutar de salidas de prácticas o maniobras exclusivas de la COE o con participación de otras unidades, como la antes mencionada con el Tercio de Fuerteventura o las BONOT-77 y MAGET-77 programadas por el Mando de Canarias, pero sin duda, las específicas de nuestra COE son las que más disfruté, de las que más aprendí y en las que creo que mayor rendimiento obteníamos para la tropa. Por citar algunas, me sorprendía como solo con brújula y mapa, los soldados eran capaces de batir puntos o como se la ingeniaban en La Isleta para comer durante una fase de supervivencia, en una zona de la que solo recuerdo polvo, rocas y mar o su habilidad para pescar gaviotas con anzuelo.
Lo que era común, habitual y muy palpable, era la alegría y camaradería en las practicas más fatigosas, como las extenuantes jornadas de marchas rodeando la isla. Las prácticas de agua en la zona de Sardina del Norte y las de escalada en Lanzarote, supusieron, además, para mí, una muy importante base y enseñanzas para el curso de operaciones especiales que después realicé.
Desgraciadamente, mi paso por la COE fue breve, mi destino, al no estar diplomado era condicionado a superar el curso y solicité el primero que se convocó, nuestra preparación en la unidad y el apoyo y enseñanzas que siempre nos prestó nuestro capitán, hizo que superáramos la prueba los dos tenientes de la unidad, Palomino Calcerrada y yo mismo. Mientras el teniente Francisco García, ya con el curso superado se presentaba en la unidad, nosotros en septiembre de 1977 iniciamos el curso en Jaca, por ello mis recuerdos son pocos y muy distantes, pero muy agradables. Recuerdo con mucho cariño aquella época.
Durante el desarrollo del curso, tengo un curioso, casi esperpéntico recuerdo. Como dije al principio de estas notas, respondí a una oferta para colaborar en la creación de la COE iba a una nueva unidad en creación, sin embargo, mi destino apareció en el 2º DO de 1977 como destino a la Compañía de Operaciones Especiales del Regimiento de Infantería Canarias 50, el interventor de turno en Ceuta, consideró que había sido destinado al regimiento, no a una unidad en creación y como consecuencia de ello estimó, que había sido indebidamente pasaportado con cargo al Estado y me reclamó el importe de la incorporación de Ceuta a Las Palmas mío y de mi familia. Ni un segundo de tiempo se podía distraer a la absoluta dedicación al curso, así es que, con gran esfuerzo, devolví religiosamente lo percibido y durante mucho tiempo dudé sobre la interpretación del interventor, no sobre mi permanencia en las Palmas. ¿COE o regimiento? COE sin dudas.
Antes de finalizar el curso ascendí a capitán y cuando regresé a la Isla, ya no pude hacerlo a nuestra COE, lo hice agregado al Canarias 50, pendiente de destino y desde mi despacho veía pasar a la COE, a los guerrilleros como siempre, corriendo en cumplimiento de nuestro “Decálogo del Guerrillero”:
I Resistencia: “El guerrillero, desde el toque de diana al toque de marcha, bien sea solo o en formación, ira siempre a paso ligero, de esta forma demostrará ser el soldado más duro y resistente”.
En el Canarias 50, agregado y sin destino, con el curso recién finalizado, aguanté poco tiempo y en un par de meses salí destinado a la Península, pero esa, esa es otra historia.