Fernando Núñez Vicario
Sargento en la COE de Orense, GOE VI y GOE III.
En junio de 1989, tras dos años en la COE de Orense y uno en el GOE VI de La Coruña, me incorporé al GOE III.
Me recibe en Alicante, creo recordar, el sargento Fermín, pues el GOE al completo está de salida en la zona de El Jardín (Albacete), realizando la COE 32, donde me integré, un ejercicio de “todos contra todos”.
Me presento y me agregan a la patrulla del sargento Guillén, que va como una moto recuperando puntos perdidos al inicio del ejercicio.
Mi cantimplora, la de la Academia, de chapa y llena de abolladuras, acostumbrado a Galicia, va llena de vino y tengo que deshacerme de él para poder llevar agua, que en esa tierra, en ese mes y dentro de la patrulla de ese genial sargento, es algo necesario y vital.
La COE 32 es una familia y el suboficial más antiguo, el sargento 1º Ramos contribuye a ello de forma silenciosa y efectiva.
De aquí a la fase de agua en Cabo Roig, donde me rompo un pie y me mandan para casa hasta final de septiembre. Entro directamente a jugar en las guerrillas de Moratalla (Albacete) y, sin solución de continuidad, comenzamos en Agost mi primer endurecimiento en esta unidad con la tropa de reemplazo.
El pie se vuelve a fisurar y me dice que pare un poco el carro y me relaje, cosa que hago tras terminar la fase y regresar al acuartelamiento tras cinco semanas.
En abril del 90 me integro en la patrulla que acompaña al GOE VI a las Schinderhannes en Daaden (Alemania) y a la vuelta, reconocimiento de zona y guerrillas contra la Brigada Paracaidista en la zona de Albarracín (Teruel).
Así podría seguir contando mi fantástica (para mí) vida en el GOE III durante 18 años; pero me limitaré a hablar, sin secuencia cronológica, de aquellos hechos, acciones, aventuras, desventuras, etc. que en primera persona viví, intentando aportar mi granito de arena a esta reconstrucción histórica de mi GOE.
Volví en el 92 a Alemania, a Kempten, y aquí descubrí que la satisfacción personal que proporciona la misión y el deber bien cumplidos va más allá del reconocimiento público o la recompensa económica. No hay nada que te llene más que esa satisfacción interna para darte cuenta de que lo que has hecho lo has hecho bien. Lo uno no quita lo otro, lo complementa.
En el 94 volví a Alemania, a Ehra-Lessin; pero esta vez como jefe de patrulla, y esta experiencia, tomando decisiones en este ambiente, con esa responsabilidad de hacer las cosas bien, con la aceptación o no de las opiniones de los compañeros que componen la patrulla, es distinta a lo anteriormente vivido, y hace que madures un poco más hacia la seriedad del trabajo.
Los tres años de las Schinderhannes fueron experiencias muy distintas con aprendizajes diferentes y nuevos. Cada uno de ellos proporcionó un escalón positivo más a mi madurez profesional.
No debo hablar de nombres, porque ni uno solo de mis compañeros a lo largo de estos 18 años en el GOE III ha dejado de ser para mí un gran amigo hasta el día de la fecha.
Tuve muy buenos jefes y buenos jefes, algunos fueron amigos; pero tengo la obligación de citar al teniente Vargas, mi binomio durante muchos años y quien tenía la chispa de hacerme explotar cuando mi carácter, más tranquilo, en algunas ocasiones necesitaba ser excitado.
Fuimos juntos a Bosnia en el 93 junto con mi paisano el sargento Chacón y la Sección Tigre, los primeros profesionales que desembarcaron en el GOE III, y algunos de los cuales se convirtieron en grandísimos “soldados” durante muchos años en la unidad.
Aquí las situaciones ya eran reales, el peligro podía ser real (llegamos en septiembre a Bosnia, tras un verano con varios fallecidos españoles en la misión) y el enemigo estaba frente a nosotros. Al mismo tiempo comenzamos a trabajar en un escenario real y con tropa profesional. Se había iniciado el proceso que nos llevaría de las antiguas COE a los modernos Equipos de Operaciones Especiales y la joya de la corona era el personal y su adaptación a la evolución que se avecinaba.
Tras doce años en el GOE III asciendo a brigada y paso destinado al GOE IV durante dos años. En este periodo se desarrolla la crisis de la isla Perejil y me caigo de esta misión.
De nuevo en el GOE III vuelvo en el 97 a Bosnia, encuadrado en G2 de la División Multinacional Salamandre con mando francés. Seguimos siendo los mismos suboficiales que años atrás, con algunas nuevas incorporaciones.
Una de las salidas que más recuerdo es la denominada “Tractor”. 10 días de marchas duras y largas, por pelotones, sin apoyo logístico hasta la reunión por secciones y luego rematar con la última marcha de compañía. Desde la distancia que da el tiempo pasado veo a esos soldados voluntarios, que realizaban semejante instrucción a cambio de nada, sacando lo mejor que tenían dentro y les reconozco su mucho valor.
Durante estos días el contacto entre la tropa y los jefes de pelotón era directo, continuo y personal y salían a la luz confidencias que de otra manera no se hubieran conocido.
En mayo del 91 celebramos en Agost el I Encuentro de Guerrilleros, liderados por el jefe del GOE comandante Bataller. Aquí nace la semilla de lo que años más tarde se ha convertido en reuniones, encuentros, asociaciones, raid’s y demás actos de todo el personal que ha pasado por estas Unidades y dejó en ellas parte de su corazón.
En octubre del 92 paso a la COE 31 y lo único que cambia en mí es que me cambio de ropa y me ducho en otro local del acuartelamiento. El ritmo de trabajo, las lágrimas y el sudor en la instrucción y las risas son las mismas.
Trabajamos con los portugueses en varias ocasiones; unas veces en Portugal y otras en Alicante. Los primeros años, tanto el material como el armamento y equipo eran muy parecidos; pero fuimos viendo, poco a poco, cómo nos distanciábamos con mucho mejor material, más moderno, mejor armamento y un equipo más adecuado a las misiones y el trabajo que realizábamos. Éramos conscientes de que avanzábamos y el mando nos apoyaba.
En abril de 2004 vuelo con mi EO a Kuwait para desde allí subir a Irak y aquí comienzo a poner en práctica, de una manera real, toda la instrucción que llevo realizando durante los años anteriores. Solo un mes me da una visión de lo que supone enfrentarse a enemigos reales.
Trabajando durante 8 meses en un EBOE en Afganistán, en 2006, adquiero la verdadera dimensión de mi preparación.
Creo sinceramente que la base del éxito del GOE III a lo largo de todos estos últimos años ha sido el personal que le ha dado continuidad. Muchos oficiales, suboficiales y tropa han permanecido en este Grupo durante muchos años y han sabido transmitir a lo largo de ellos la esencia particular de esta unidad.