Comandante Manuel Viózquez Cerón
Antiguo suboficial de la COE 102, 91, 31, GOE I y GOE III
Granada
Del padre Teide (3.718) al viejo Mulhacen (3.482). Compañía de Operaciones Especiales nº 91, Granada, mi tercera COE.
«Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada». Francisco de Icaza
«No sé si llamé cielo, a esta tierra que piso, si esto es el paraíso». Lope de Vega
Estas y un sin fin de dedicatorias, publicadas y anónimas, ensalzan las maravillas de esta ciudad, dura en sus raíces, orografía y clima; con gentes en su interior sencillas y amables; calles y plazas de extraordinaria belleza, siempre con ambiente festivo; como la fruta del granado, dura por fuera, con un interior de dulzura y belleza singular; árbol procedente del Himalaya, acogido en sus vegas, regadas por el llanto del Mulhacén y su divertido vecino Veleta, según parece, su nombre viene de «cortado» ya que, atesora algunos de hasta 500 metros de caída, inconfundibles horizontes nevados, muchas veces, recortados sobre un cielo azul. En mi niñez, siempre creí que, en sus cimas, existían osos polares.
En esta tierra incomparable, se encontraba ubicada la COE 91. Al llegar a mi destino, me recibieron grandes compañeros de armas, una excelente tropa, bien adiestrada, magnifico ambiente y mi capitán D. Máximo Fernández Usero, hoy con el merecido generalato, del que siempre recordaré, la similitud con mi antiguo capitán en la COE 31, D. Joaquín Barrero Serrano, en ambos, resaltaban las prioridades del buen militar, en un orden lógico: persona, militar, guerrillero.
Lo que primero saltaba a la vista, en las provincias de Granada, Almería, Málaga y Jaén, eran sus orografías de elevados picos, valles y zonas de grandes extensiones de bosque. En estas condiciones, los guerrilleros debían de ser como el musgo al tronco del árbol, en camuflaje, perfectos en orientación y expertos montañeros en alta montaña, esquí y escalada.
El adiestramiento de la COE 91
Al incorporarse la tropa, el periodo de adaptación (o de endurecimiento como se le llamaba en otras COE) del nuevo reemplazo abarcaba tiro, explosivos, escalada, topografía, patrullas, golpes de mano, instrucción nocturna, etc. Se solía realizar en salidas mensuales o semanales en el campamento militar del Padul (Alférez Rubio Moscoso) en antiguos barracones, con instalaciones en sus proximidades de campos de tiro, zona de escalada, explanadas de formación y tabla de combate. Cerca de este campamento se encontraba el puente de Dúrcal, donde se hacia el rápel volado, con una salida, realmente «acongojante» y un buen tramo de bajada en caída libre; también marchas, recorridos topográficos y patrullas por las sierras Almijara y Contraviesa.
La instrucción diaria en el acuartelamiento del Córdoba 10 solía iniciarse con una carrera continua matinal por pelotones o secciones por las zonas próximas (hoy urbanizadas) de Pulianas, Peligros y alguna vez hasta el pantano de Cubillas, con recorrido topográfico durante el regreso. En cuanto a la práctica de deportes y el paso de la pista de aplicación contábamos con las vecinas instalaciones del complejo deportivo de los Mondragones a nuestro alcance tras una corta carrera de ida y otra de regreso.
Además del campamento del Padul, para las salidas mensuales, prácticas de campo, ejercicios de helicóptero, supervivencia o guerrillas y contraguerrillas, en las provincias de Granada, Almería, Málaga y Jaén existían un elevado número de zonas, todas ellas con excelentes escenarios para nuestro tipo de instrucción: Sierra Nevada, Las Alpujarras, La Contraviesa, Sierra de Almijara, Sierra de Baza, Sierra de La Sagra, Sierra de Cazorla, Sierras del Segura, Sierra de Tejada, Sierra Magina, etc., con largos traslados e interminables desplazamientos en los viejos Reos.
Mi primera fase de nieve
En mi caso, como en el de muchos guerrilleros, mi experiencia en esquí era nula, no así en alta montaña, por venir bien adiestrado de las altas cumbres canarias; ello se debía a que en mi curso de OE, al ser básico, no realizamos estas prácticas de esquí. No obstante, al empezar la primera fase de nieve, tuve la suerte de tener como profesor particular, a mi capitán, D. Máximo F. Usero, quien me enseñó desde lo que era un esquí, la cuña, la vuelta maría, los primeros prometedores deslizamientos pendiente abajo, con mis no pocas caídas y revolcones.
A la semana siguiente, ya empecé a practicar con mis compañeros sargentos, en especial con el hoy comandante D. Alfonso Boo Santas, íntimo amigo y anteriormente compañero en la COE 102 de Tenerife. Lógicamente, mi interés era máximo y dedicaba horas extra para aprender rápido y poder, lo antes posible, realizar mis obligaciones como mando de mi pelotón.
Siguieron las interminables subidas al Veleta, pistas rojas, pistas negras, caídas por aquí y caídas por allá; en las partes altas del Veleta, como caballo desbocado, con el rugir de los cantos del esquí, en su intentona de agarrarse mínimamente a la dura superficie, de espejo congelado.
Al final de la fase, se realizaban las largas marchas por la Loma de Dilar, donde se combinaban los esquís, raquetas, crampones, pasos difíciles asegurados y se conseguían altos niveles de vida y movimiento en montaña invernal. Técnicamente en esquí teníamos a los «divinos» y a los que hacíamos un ligero paralelo y vuelta a nuestra querida «cuña». Pero lo fundamental era que todo eso se hiciera con armamento, equipo y en disposición táctica operativa.
En mi periodo de mando en la COE 91, la primera fase de esquí, de lunes a viernes, se solía subir desde Granada y bajar por la tarde en dos autobuses militares; durante la subida las puertas de los autobuses iban abiertas para bajar y subir en marcha, tipo carrusel, a la vez que apartábamos vehículos particulares atravesados en la carretera, normalmente helada o nevada; algunos conductores civiles lo sabían y esperaban nuestro paso para seguirnos en caravana; era divertido, cansado y hasta muy peligroso.
En la siguiente fase de nieve, gracias al excelente negociador y conseguidor, el entonces alférez (hoy capitán) D. Fernando Oria Domínguez, la fase fue de lunes a viernes, pero pernoctando en los hangares de los telecabinas y telesillas de Cetursa, la empresa gestora de la estación de esquí. Estos dormitorios improvisados tenían grandes fugas de calor; se intentó disminuir el intenso frío con estufas pero no conseguimos que fueran mejores que las largas noches en los iglús, aunque teníamos más espacio y la ropa seca.
La comida la gestionó el alférez Oria para efectuarla en el segundo piso del restaurante de Prado Llano, con una categoría realmente fantástica, además de estar situado en plena zona de prácticas; la cena la realizábamos ya en los hangares y se correspondía con la comida de medio día confeccionada en las cocinas del Regimiento de Infantería Córdoba 10; el nivelazo que se consiguió en esta fase, fue insuperable, cuatro semanas de lunes a viernes de 09 a 18 horas, con solo el alto de la comida; se podría decir que parecía una Compañía de Esquiadores de Alta Montaña.
Mi primera fase de agua
Mi primera fase de agua la realicé en el Campamento Benítez de Torremolinos (Málaga) sede, en esa época, de una escuela de aplicación o academia de la Legión. Tanto la falta de equipo, como el escenario de las prácticas, daba por adelantado un rotundo fracaso; las playas abiertas al mar eran un auténtico estercolero de basuras y restos de los desagües hoteleros, por lo que no merece en mi opinión contar nada más.
La siguiente, ya con la COE al mando el capitán D. Ricardo Castillo Algar (DEP), gracias a una ingeniosa mediación nuevamente del entonces alférez Oria, se realizó en Garrucha (Almería). El material acuático seguía brillado por su ausencia; solo disponíamos de aletas, gafas y chalecos de corcho. La Cruz Roja de Garrucha nos prestó para medidas de seguridad, excepto sábados y domingos, dos zódiac con motor de 50 cv; las condiciones de alojamiento eran muy buenas, en una urbanización próxima al puerto y a la playa de prácticas, con el único inconveniente de ser una playa a mar abierto, sin calas. Fue una buena fase de agua y relajante para la unidad y con fortuna para mí, que de nuevo ese factor suerte o apoyo divino me salvo de la hélice de una embarcación que solo me produjo cortes superficiales en brazo y cabeza.
La siguiente fase, en la que solo estuve unos días por finalizar mi agregación en la COE, se llevó a cabo en Terreros (Almería) con el vivac en una zona de acampada y en mejores condiciones para las prácticas acuáticas, por lo que nuevamente fue muy positiva.
Curiosidades y anécdotas
– Supervivientes pillados: Durante unas prácticas de supervivencia en la zona de Jerez del Marquesado, transcurrido el cuarto o quinto día de la súper, ya se notaban las caras demacradas de los superviviente excepto en los componentes de una de las patrullas, con un colorido de las mejillas y cara en general que les delataba y todo parecía indicar que sus reservas energéticas habían sido restituidas. Por supuesto que durante el interrogatorio lo negaban hasta que, después de un minucioso registro, no tuvieron más remedio que confesar que había efectuado una larga marcha nocturna a Jerez para repostar viandas. Lógicamente los días siguientes no tuvieron tanta suerte.
-Explosivos en las pistas de esquí: Durante el verano, con los debidos permisos, se hicieron prácticas de explosivos en las zonas de las pistas de esquí de Sierra Nevada. Se trataba de voladuras en rocas grandes que ocupaban zonas peligrosas. Era una forma de compensar a la estación de esquí los favores que dispensaba a la COE durante la fase de nieve.
-La uniformidad bandolera: Durante las marchas y ejercicios la uniformidad de la COE 91 no era precisamente un aspecto de lo más vigilado pues era frecuente ver pañuelos en la cabeza, boina en diferentes posiciones, etc.
–Visita alumnos de la escuela del Ejército del Aire de Armilla: Se realizó una exhibición en el campamento del Padul ante los citados alumnos con una tabla de combate, escalada, explosivos, etc. Quedaron impresionados.
–Dicen que el dinero y los «cataplines» son para las ocasiones: En un ejercicio de guerrillas la COE 91 efectuó en un golpe de mano a un objetivo guarnecido por personal del Regimiento Córdoba 10 ante la presencia de autoridades militares: Capitán General de la 9ª Región Militar, General Jefe de la BRIDOT IX, Coronel del Regimiento Córdoba 10 y demás mandos acompañantes. Ante el éxito de la COE 91, el Coronel comentó al Capitán General que ello se debía al gran equipo del que disponían los guerrilleros. El capitán de la COE 91, D. Ricardo Castillo Algar (DEP), allí presente, echándole genio y figura, se quitó la mochila de combate (de las viejas y antiguas), la arrojó al suelo a los pies del General y Coronel y les dijo: «Este es el gran equipo que llevan mis guerrilleros». Por unos momentos, mientras se retiraban hacia los vehículos, se hizo un silencio absoluto. Gracias a esta reacción airada del capitán Castillo, no solo no fue arrestado, sino que Capitanía y la BRIDOT ordenaron la compra de mochilas, sacos y equipo para la COE.
-Todos al agua: Durante una fase de agua en Garrucha (Almería), un día de un levante espectacular con grandes olas, el capitán Castillo quedó con responsables de la Cruz Roja para que nos prestaran una zódiac para atender posibles emergencias. Lo que no sabíamos es que la primera emergencia iba a surgir tan pronto y sufrir nosotros mismos. Quedamos en que la sacaríamos de puerto donde estaba amarrada y la dejaríamos en la playa, próxima a donde se realizaban las prácticas. En esta labor de película, subimos a la zódiac el capitán como piloto, un médico y un sargento 1º (yo). Nada más salir del espigón del puerto y encontrarnos con el mar abierto, la lancha saltaba como un potro desbocado. En uno de los saltos, se separó el motor mientras los tres valientes salimos por los aires hacia la parte delantera de la embarcación, justo hacia donde la llevaban las olas. Sumergido en el agua, oí el ruido del motor sobre mi cabeza, levanté el brazo izquierdo y noté contacto con la hélice y seguidamente en el cráneo. Aguanté lo que pude bajo del agua y luego empecé a nadar entre grandes olas. Notaba escozor y colorido de sangre; pero, afortunadamente, solo quedó en el susto momentáneo y unas cicatrices para el recuerdo.
-Golpe de mano: En la nave de la COE el zócalo no estaba en unas buenas condiciones que digamos. El capitán Castillo durante unos ejercicios de movimiento en alta montaña localizó una zona de maderas, creo que eran castaños y en una reunión de mandos preparamos un golpe de mano nocturno en el que rescatamos las maderas de su aislamiento en la sierra. Casualmente estaba haciendo la mili un hábil carpintero al que se le proporcionó material suficiente para forrar todo el perímetro interior de la nave, que adquirió así un aspecto muy agradable y acorde con sus ocupantes.
-Zona de escalada: En el campamento del Padul teníamos el denominado barranco de escalada habilitado a base de pico, pala y explosivos. Reunía todas las condiciones para pasarelas, tirolinas, rápel, escalada encordada, etc. lo que permitía alcanzar un gran nivel en escalada.
-Extinción de un incendio: Durante un ejercicio con granadas de fusil en el campo de tiro del Padul una de las granadas provocó un incendio que rápidamente se propagó a pinos y encinas de las proximidades. De inmediato, a la carrera, la sección del alférez Oria, que estaba más cerca, en la zona de escalada, inició la lucha contra las llamas. Poco después nos incorporamos la otra sección y con ramas de pino o lo que cada uno pillaba logramos apagar el incendio, sobre todo, gracias a la rápida toma de decisión del alférez Oria.
Los mandos de mi época
-Capitán D. Máximo Fernández Usero: Gran persona, excelente militar y buen guerrillero. Mantuvo la unidad en buenas relaciones con el regimiento, donde también era muy respetado, con lo que se evitaban roces en la convivencia y actos rutinarios del día a día. De aquel tiempo que estuve bajo sus órdenes guardo un muy grato recuerdo, siempre preocupado por mandos, tropa y familias. En estas épocas los capitanes de COE siempre andaban ocupados en reuniones con el Estado Mayor de Capitanía y BRIDOT, tenientes coroneles de los regimientos, etc., en busca de ayudas económicas, de material, gestión económica y administrativa, etc.
-Capitán D. Ricardo Castillo Algar (DEP): Ya lo conocía anteriormente de teniente, en Jaca, durante el Curso de OE. Personalidad muy distinta al anterior capitán, hombre inquieto, carácter simpático y bromista, con ideas rápidas, con experiencia de su paso de teniente por la COE 11, que disponía con muchos más apoyos y medios que nosotros en esos años. Le surgieron algunas dificultades con el regimiento, todo ello en intentos de mejorar las instalaciones de la COE, el equipo de los guerrilleros y los apoyos. De carácter persistente, logró las citadas mejoras recurriendo también a Capitanía y a la BRIDOT. Cambió el emblema de la compañía; lo sustituyó por una cabeza de tigre con la intención de dar al adiestramiento a la unidad unos instintos felinos. En mi recuerdo le quedo agradecido, siempre confió en mí, solicitó una agregación a la COE 91, como brigada, al mando de una sección y, cuando fui destinado forzoso al GOE I, al presentarme al comandante jefe, me comentó que mi antiguo capitán le había llamado dándole informes positivos de mí; y hoy día, de bien nacidos es ser agradecidos, mi capitán.
-Los otros mandos de la COE: Durante estos casi tres años, compartí destino con excelentes mandos de los que guardo un gratísimo recuerdo, pues me ayudaron como compañeros y amigos, me enseñaron y completaron mi formación previa a mi ascenso a brigada, mi agradecimiento a todos ellos. Al capitán (entonces alférez) D. Fernando Oria Domínguez, al que admiro, con una impresionante capacidad de organización y una fortaleza mental que como bien dice nuestro poema: «No hay a su pie risco vedado».
A los otros suboficiales de la COE 91, el hoy comandante D. Alfonso Boo Santas, grandísimo compañero y amigo, con el que coincidí en varios destinos, COE 102, COE 91, GOE I; siempre fue como un hermano mayor y excelente guerrillero, con el que he vivido situaciones difíciles y como no, también momentos agradables. Al hoy comandante D. Manuel Romero Guindos, una fuerza de la naturaleza, con la sensación de que fuera cual fuera el problema, siempre tenía una solución inmediata acorde con ese dicho guerrillero de «lo difícil en el acto, los milagros tardamos un poco más», gran amigo y admirado guerrillero, también con muchos momentos difíciles y momentos buenos. Mi relevó en el NOE en Bosnia, como última coincidencia en misión. Por último, también guardó muy buenos recuerdos del sargento Barranco, de mi promoción, sargento 1º Rivas y brigada Chinchilla (DEP).
La tropa guerrillera
Como en todas las COE, la incorporación de soldados voluntarios y de reemplazo, estos últimos procedentes de captación en los CIR, ha sido la razón del trabajo diario de los mandos, con una dedicación completa para instruirles e inculcarles los valores guerrilleros. Transcurrido su tiempo de mili, cuando su formación ya era completa, se licenciaban y perdíamos la posibilidad de tener soldados instruidos en OE. El ciclo se repetía, se nos iban unos excelentes guerrilleros con ese espíritu que cada uno traía tras apuntarse en la captación. Los recuerdo como unos soldados sencillos, deseosos de vivir las aventuras prometidas en la captación. Luego, al incorporarse a la COE, quizás todo era más duro de lo que inicialmente pensaban, pero una vez convivían con los compañeros que sufrían y superaban las mismas vicisitudes y conocían a los mandos que compartían esa dureza y daban ejemplo, llegaban a cada fase diferente con una integración completa: binomio, pelotón, sección, COE y el máximo orgullo de lucir la ansiada boina verde.
Mi humilde reconocimiento a todos ellos y muy especial a los veteranos boinas verdes de la COE 91 y GOE II.
«Hicimos lo que en cada momento pudimos, hicimos guerrilleros formidables y todo con una sola arma la BOINA VERDE «.