La UOE-11 (COE -11) del GOE-I En Chafarinas

Teniente Coronel de infantería retirado Pedro Dávila Pérez

Capitán de la UOE 11 (Antigua COE 11) en 1986-1988. Teniente de la UOE 12 (Antigua COE 12) en 1979-1981

Bajo el título de Chafarinas he incluido las islas y peñones norteafricanos de soberanía española que tienen una guarnición fija. En concreto se trata de las islas Chafarinas, las islas de Alhucemas y el peñón de Vélez de la Gomera.

En el año 1986 se encomendó a los GOE la misión de cubrir las guarniciones existentes en dichas islas y peñones destacando mensualmente una unidad tipo compañía.

Hasta ese momento las guarniciones estaban cubiertas por las unidades ubicadas en Melilla (Legión y Regulares). La compañía tenía que destacar un equipo operativo (sección), al mando de un teniente, a cada una de las citadas islas y peñones. En las islas Chafarinas se destacaba, además, la Plana Mayor de la compañía al mando del capitán.

El desplazamiento hasta las islas y peñones se realizó en dos grupos: un grupo viajó a bordo de dos Chinook desde la base de las FAMET de Colmenar Viejo hasta Málaga, mientras que el otro grupo lo hizo en tren hasta el mismo destino. Después de esta escala en Málaga, el trayecto continuaba al día siguiente, a bordo de los citados helicópteros Chinook, los cuales realizaban varios viajes para terminar de llevar a toda la compañía a las distintas islas y peñones. Una vez en las islas y peñones, se procedía a realizar el relevo con la compañía saliente que aprovechaba los helicópteros para el viaje de vuelta a Málaga.

Estuve en las islas Chafarinas en dos ocasiones: agosto de 1986 y julio de 1987. Este era un archipiélago de tres islas: la isla de Isabel II (superficie 15 ha), la isla del Congreso (25 ha) y la isla del Rey (11 ha). El archipiélago dista aproximadamente 4,5 km de la costa africana.                         

De las tres islas, la única habitada es la de Isabel II, donde existen edificaciones e instalaciones similares a cualquier acuartelamiento militar, con helipuerto y campos de deportes, además tiene un puerto donde pueden atracar barcos. La guarnición dispone de agua corriente y luz en todas las instalaciones gracias a unos aljibes de gran capacidad y a unos grupos electrógenos con potencia suficiente para proporcionar corriente eléctrica a toda la isla. Asimismo, cabe destacar que estas islas han sido declaradas refugio nacional de caza y pesca, así como zona de especial protección de aves.

Yo solo estuve en Chafarinas, por lo que, respecto a las islas de Alhucemas y el peñón de Vélez de la Gomera hago referencia de lo que me ha comentado el coronel Javier Rodrigo que en aquellos años era teniente de la UOE 11 y que estuvo destacado en ambos lugares.

Las islas de Alhucemas son tres: el peñón de Alhucemas (1,5 ha), la isla del Mar (1,4 ha) y la isla de Tierra (1,7 ha). El peñón de Alhucemas es una roca donde están las edificaciones e instalaciones de la guarnición y dista aproximadamente 500 metros de la costa de África. Las otras dos islas apenas distan 100 metros de la costa y no están habitadas. Al igual que en Chafarinas, la guarnición dispone de luz y agua corriente, helipuerto y campos de deportes.

Por último, el peñón de Vélez de la Gomera (1,9 ha) es una roca en la que se encuentran las edificaciones e instalaciones de la guarnición y que actualmente está unido al continente mediante un istmo de arena. También dispone de luz y agua corriente, helipuerto y campos de deportes.

Han pasado 37 años y trataré de relatar lo que recuerdo de cómo se desarrolló aquella misión que, en un principio, no tenía mucho que ver con las misiones típicas de operaciones especiales, pero que representaron una experiencia y unas vivencias de las que siempre se aprende y se sacan enseñanzas positivas. Teniendo en cuenta que todos los GOE realizaron esta misión, supongo que cada uno de los que participaron en la misma tendrá su opinión y sus experiencias.

Las islas y peñones tenían una dependencia directa de la Comandancia General de Melilla, de la que recibíamos las órdenes e instrucciones, y a la que teníamos que dar novedades todos los días.

Además de la unidad proporcionada por los GOE, la Comandancia General de Melilla destacaba en cada guarnición un oficial y soldados de Ingenieros para atender el centro de transmisiones de la isla, un suboficial con un pelotón de la Compañía de Mar de Melilla, un médico militar, un mecánico de motores (personal civil) para el mantenimiento de los grupos electrógenos, y un panadero (personal civil) para hacerse cargo de la panadería donde se hacía diariamente el pan.

La misión principal era dar la seguridad a las islas y peñones, para lo cual teníamos que cumplir con las órdenes recibidas de la Comandancia General de Melilla, en las que figuraba un Plan de Seguridad que se ejecutaba periódicamente desplegando todo el destacamento en los puestos que establecía el mismo.

En Chafarinas había un perímetro de seguridad de 500 metros alrededor de las islas en el que no se permitía entrar a ninguna embarcación sin autorización. El destacamento de la Compañía de Mar tenía la misión de expulsar a las embarcaciones no autorizadas.

Diariamente se nombraba el servicio de guardia, cuartel y cocina, lo que suponía que la tercera parte de la guarnición estaba de servicio. Con el resto de los soldados se hacían las actividades del programa de instrucción que no estaban restringidas por las normas establecidas por la Comandancia General de Melilla. Se impartían teóricas y prácticas de topografía, escalada (rápel), supervivencia (hornos de pan), actividades acuáticas para mejorar el nivel de los que no sabían nadar bien, instrucción de combate, gimnasia y mucho deporte.

 

La isla de Isabel II (Chafarinas), con sus 15 ha y superficie relativamente plana, dispone de espacio suficiente para realizar todas las actividades citadas anteriormente, además de una senda que rodea la isla, la cual permite hacer carrera continua. En el caso de los peñones, y dado que el espacio era muy reducido, era más complicado realizar las actividades relacionadas con el programa de instrucción.

En el aspecto logístico se recibían dos suministros de víveres, el primero junto con los helicópteros en los que nos desplazamos a las islas y peñones, y el segundo, también en helicóptero, a los 15 días mediante petición a Melilla de lo que se necesitaba para la guarnición.

El agua potable y el combustible (gasoil) para los grupos electrógenos y el horno de la panadería los suministraba un buque aljibe de la Armada, que en el caso de Chafarinas, atracaba en el puerto de la isla. Desde allí, se procedía a bombear el agua hasta los aljibes y el combustible a los depósitos existentes a tal efecto.

No obstante, en el caso de los peñones de Vélez y Alhucemas, la cosa era más complicada al no tener puerto, por lo que el buque tenía que fondear frente a los mismos y proceder a bombear el agua hasta los aljibes. Los bidones de combustible eran lanzados al mar para luego remolcarlos en el agua por las embarcaciones de la Compañía de Mar hasta llevarlos a los peñones.

Diariamente se bombeaba agua desde los aljibes principales hasta un aljibe situado en lo más alto de la isla, siendo este el que proporcionaba el agua a todas las instalaciones. Asimismo, el médico procedía todos los días a la cloración y comprobación de que el agua era potable en este aljibe. Respecto al pan, lo hacía diariamente el panadero civil destacado por la Comandancia General de Melilla.

Durante los 31 días que duraba el destacamento, no existían fines de semana ni festivos. Los días eran siempre iguales y teníamos que organizar muchas actividades para tener siempre al personal ocupado. Por las tardes se practicaban deportes y, en el hogar del soldado, se disponía de juegos, TV y películas de vídeo, estas últimas sacadas del RES de Madrid. Por la tarde había soldados que se dedicaban a pescar, ya que era una zona rica en pesca, al estar prohibida la misma dentro de la zona de seguridad.

Una experiencia nueva para mí fue lo relacionado con los barcos de la Armada que, en su recorrido patrullando en la zona, se acercaban a la isla y atracaban en el puerto, para después tener una jornada de confraternización con ellos. Unas veces les invitábamos a comer en la isla y otras nos invitaban a comer en el barco. En una ocasión nos retaron a un partido de fútbol sala, pero no sabían que nosotros teníamos un buen equipo y, por supuesto, les ganamos.

Uno de los días, el sargento de la Compañía de Mar me informó que un barco de pesca español solicitaba permiso para entrar en el puerto debido a que tenían un herido y necesitaban asistencia médica. Se le autorizó a que atracara en el puerto y subieron al herido al botiquín para ser atendido por el médico. El herido tenía un corte en un brazo ocasionado por la maquinaria del barco y necesitaba ser suturado y desinfectado. El resto de los marineros subieron al bar y aprovechamos para charlar con ellos y que nos comentaran cómo era la vida que llevaban los pescadores en la mar.

Al único barco de pesca al que permitíamos pescar dentro de la zona de seguridad era el de un pescador marroquí que a cambio nos suministraba fruta, verduras, hortalizas y pescado fresco procedente del pueblo marroquí situado frente a las islas. Como anécdota, este pescador un día nos pidió que le suministráramos mortadela y salchichón. Quise saber el porqué, siendo musulmanes, nos solicitaba derivados del cerdo, a lo que respondió que, como era verano, había marroquíes que trabajaban en países de la Unión Europea, los cuales estaban de vacaciones en su país natal, y necesitaban el embutido para los bocadillos de sus hijos. También, en ocasiones, le pagábamos con vino los suministros que nos traía a la isla.

Aprovechando que el panadero había sido anteriormente cocinero profesional, un día pescamos varios peces limón y un mero, y el panadero se brindó a prepararnos un arroz a banda y el pescado. Puedo decir que ha sido el mejor arroz a banda que he comido jamás y que el pescado estaba exquisito; son las ventajas de estar en un refugio de pesca y tener un buen cocinero.

El 16 de julio de 1987, festividad de la Virgen del Carmen, patrona de la Armada española y patrona del mar, sacamos en procesión por el mar la imagen de la virgen que el destacamento de la Compañía de Mar tenía en los locales del puerto; usamos para ello sus embarcaciones. Fue un día alegre, distinto al resto, lo que contribuyó a romper la monotonía diaria.

En 1987 saltó al noticiario de la televisión la existencia de una foca monje que se encontraba en las islas Chafarinas, a la que llamaban Peluso y que, al ser de los últimos ejemplares existentes en el norte de África, corría riesgo de desaparecer. Además, se había observado que tenía un aro de pesca que le rodeaba el cuerpo. La Comandancia General de Melilla nos comunicó que habían autorizado a un barco de una organización ecologista para intentar localizar a la foca y ver en qué estado se encontraba. De hecho, nosotros habíamos avistado en alguna ocasión a la foca monje nadando en los alrededores de las islas. En este contexto, le proporcionamos a la tripulación del barco todo el apoyo que nos solicitaron. Finalmente, la foca fue localizada en una gruta de la isla del Congreso, haciéndose eco de esta noticia en todos los medios de comunicación. Posteriormente, y según he podido informarme, en 1989 otra expedición de un grupo ecologista procedió a localizar, capturar y liberar a la foca del aro que le rodeaba el cuerpo.

De esta forma fueron transcurriendo los 31 días de nuestra misión, hasta que fueron a relevarnos de nuevo en helicóptero y regresamos a nuestro acuartelamiento en la base de San Pedro de Colmenar Viejo.

Desde aquí envío un afectuoso saludo a todos los que formaron parte de estos destacamentos en las islas y peñones norteafricanos.

Un abrazo para todos.

Madrid, a 4 de diciembre de 2023

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