General de División Guillermo Ramírez Altozano “Willy”
Como se deduce del artículo del coronel Antonio Pérez-Rendón González, el GOE I fue, sin duda, pionero en España en cuanto a las transmisiones en apoyo a las operaciones especiales se refiere. Gran parte del mérito fue debido a la creación, de facto, de la Sección de Transmisiones y Actividades Acuáticas en el seno de la Unidad de Plana Mayor, más comúnmente denominada Sección de Transmisiones.
La sección estuvo mandada de forma prácticamente continúa por un teniente de Ingenieros. Cuando esto no fue posible, se designó a un oficial de Infantería de forma interina, muestra de la gran importancia que los jefes del GOE I dieron siempre a la Sección de Transmisiones desde su constitución. Así se sucedieron al mando de la sección: el teniente de Ingenieros D. Antonio Pérez-Rendón González, el teniente de Infantería D. Francisco Javier de Frutos Mayor, el teniente de Ingenieros D. Guillermo Ramírez Altozano (que suscribe) y el teniente de Ingenieros D. José Juan Soler Alonso.
La instrucción y el adiestramiento de la sección, durante este periodo, continuó estando dirigido, prioritariamente, a la formación de operadores radio y al mantenimiento del material acuático y subacuático. Como tercera prioridad, y en la medida de lo que era factible, se procuraba que todo el personal de la unidad contara con una formación lo más homogénea posible a la proporcionada a los miembros de las compañías operativas, de forma que, de ser necesario, sus miembros pudieran integrarse en dichas unidades para una misión específica, e impregnarles de sentido de cuerpo y de orgullo de pertenencia a este tipo de unidades. Creo que lo logramos. De hecho, en la primera Prueba Internacional de Endurecimiento de Jaca, las patrullas del GOE I – si no recuerdo mal – quedaron primeros, terceros, octavos y décimos entre más de veinte patrullas. Nosotros quedamos en décima posición, lo que se me antoja una posición muy digna teniendo en cuenta el ser una patrulla perteneciente a una unidad de Plana Mayor, posiblemente la única de esas características.
La instrucción de operadores radio continuó basándose en el empleo de medios HF y VHF.
Junto a la capacidad de infiltración y la identificación correcta del material del enemigo convencional por parte de las patrullas, la transmisión y la recepción oportuna de información era uno de los aspectos a evaluar en los ejercicios de Patrullas de Reconocimiento en Profundidad (PRP).
Las distancias de enlace típicas en dichos ejercicios, de varios cientos de kilómetros, obligaban a emplear medios HF por onda ionosférica y modo de propagación n-vis, a falta de medios satelitales, los cuales ya empezaban a aparecer en el mercado por esas fechas. La formación HF en las unidades de operaciones especiales era, por tanto, esencial; por lo que, en poco tiempo, estas se constituyeron en unidades de referencia en el empleo de dicha banda de frecuencias.
Los medios existentes, inicialmente, eran las radios analógicas AN/PRC-74B, famosas por su sintonización a “batido cero”; si esta sintonización no era llevada a cabo de la forma correcta el equipo emitía en una frecuencia que difería a la seleccionada en su dial, por lo que el enlace no se podía materializar. La instrucción solo exigía separarse unos cientos de metros de la estación base para comprobar que el operador sabía sintonizar el equipo radio, puesto que esas distancias eran más que suficientes para su comprobación.
Uno de los inconvenientes de la propagación ionosférica es la necesidad de emplear las frecuencias adecuadas en función, entre otros parámetros, de la franja horaria y de la distancia de enlace a cubrir. Las frecuencias para estos modos de propagación son especialmente críticas en el arco nocturno puesto que en esas franjas horarias el espectro se encuentra colapsado de señales y emisiones que dificultan o imposibilitan el trabajo con equipos de baja potencia, como era el caso de los de operaciones especiales. Para el estudio del espectro se empleaban programas informáticos e información proporcionada por diferentes organismos técnicos de prestigio que la actualizaban con carácter mensual y, finalmente, se analizaba el espectro con el scanner de la sección que, además de servirnos como medio ligero de guerra electrónica, como nos recuerda el coronel Rendón, nos ayudaba a seleccionar las frecuencias libres o aquellas con menos ruido entre las aptas para un enlace determinado.
La sección también contaba con algunas radios UK, equipos digitales muy escasos en el ET, por lo que a menudo eran objeto de préstamos entre unidades. Estos medios se complementaban con otros que fueron siendo adquiridos por el GOE I de forma paulatina, tales como radios civiles, antenas de banda ancha para la estación base, así como antenas dipolo de banda ancha con acoplamiento automático para las patrullas. Estas últimas antenas, de la casa ICOM, eran esenciales para las patrullas, ya que no requerían modificar los brazos de las antenas dipolo cada vez que se realizaba un cambio de frecuencia, acción muy indiscreta si se estaba desplegado en territorio controlado por el adversario.
Durante este periodo se recibieron dieciocho radios PTR-4300 portátiles, tres vehiculares y una fija. Las PTR eran radios digitales de última generación, las cuales supusieron un impulso muy importante para las unidades de operaciones especiales. Estos equipos tuvieron su bautismo de fuego en la misión del GOE I en la protección de las vías de tren con motivo de la Exposición Universal de Sevilla. Recién entregadas, el despliegue en las vías aceleró todo el proceso de formación, realizándose en tiempo mínimo los manuales de la radio y del terminal digital que llevaba asociado con cifra off-line. Dichos manuales fueron, posteriormente, ampliamente empleados por la EMMOE y por el resto de los GOE. Además, se llevaron a cabo las instalaciones vehiculares pertinentes, lo que no fue simple, al ser entregadas sin bastidores y sin fuentes de alimentación, y por la necesidad de cambio de los alternadores de las plataformas vehiculares para que proporcionasen la alimentación eléctrica requerida. Recuerdo que durante la visita de la Comisión de Defensa del Congreso se nos preguntó si estábamos contentos con el nuevo equipamiento, a lo que contesté: “Ahora lo que prima es recibir vehículos nuevos donde instalarlas” – atrevimiento de juventud. En cualquier caso, la protección de las vías de tren permitió al GOE I asentar rápidamente el conocimiento de los nuevos medios y constituirse en referencia de otras unidades.
En relación con los medios VHF, la sección contaba con los AN/PRC-77, no habiéndose adquirido aún en el ET el equipo PR4G. El empleo de estos medios cobraba especial interés en los ejercicios de guerrillas y contraguerrillas, en los que el cometido principal de la sección consistía en el establecimiento de las redes de control y arbitraje. Con este fin, se proporcionaba una amplia cobertura VHF a toda la zona de acción mediante el despliegue de una densa red de repetidores, los cuales eran situados en cotas altas del terreno, a menudo en cumbres nevadas, para que el alcance de la señal llegase hasta el último agujero donde pudiese estar infiltrada una patrulla.
Durante este periodo, se continuó prestando, ocasionalmente, el apoyo a las fases de vida y movimiento invernal mediante el establecimiento de repetidores en la Bola del Mundo, enlazando la base de San Pedro y las unidades desplegadas en Navacerrada y Cotos.
Para el despliegue de repetidores se fabricaron cables de repetición, ya que los que estaban en dotación eran escasos, viejos y la cadena logística ya ni los mantenía ni proporcionaba su reposición. También se diseñaron y fabricaron conectores para integrar los terminales de datos tácticos del PTR 4300 en las PRC-77 con la finalidad de transmitir datos encriptados a través de las mismas. Tanto los cables como los conectores sirvieron de modelo para otras unidades de operaciones especiales.
Todas las instalaciones y manualidades descritas fueron realizadas por nuestro querido sargento primero especialista de telecomunicaciones D. Juan Naharro González “Espinete”.
La Sección de Transmisiones disponía del único ordenador del GOE I, ya que las unidades empleaban terminales procesadores de texto. Este 8086 continuó siendo utilizado para la codificación y descodificación de mensajes, para lo que se empleaban cerca de diez sistemas distintos en los que eran instruidos todos los operadores de transmisiones, incluyendo aquellos que pertenecían a las unidades operativas.
En un ejercicio de doble acción con la División Mecanizada, llevado a cabo en el campo de maniobras de San Gregorio, la sección de transmisiones estableció un enlace datos entre la base de patrullas y el puesto de mando del GOE I. Doy fe que pasó media división por el puesto de mando a ver algo que hasta la fecha era completamente innovador, y que no era más que la transmisión de mensajes entre ordenadores situados a no más de 500 metros de distancia. No sé qué les sorprendió más: el hecho en sí o que lo estuviéramos haciendo guerrilleros, creo que fue esto último.
Asimismo, tuvimos durante este periodo la oportunidad de ser los primeros en probar un navegador GPS en servicio en el ejército estadounidense. Era del tamaño de una radio y daba una precisión aproximada de unos 200 metros. De acuerdo al fabricante, este error era debido a la carencia de métodos de corrección automáticos del sistema y a la situación de los satélites de posicionamiento, optimizada en ese momento para dar servicio al contingente americano en la guerra del Golfo.
La formación de transmisiones, así como la de combatiente, era proporcionada principalmente por los suboficiales de Arma que durante este periodo fueron: en un primer momento el sargento de Infantería D. Francisco Javier González Ballesteros “Paco” y, posteriormente, el sargento de Infantería D. José Higinio Jiménez Ortiz “Pantera” y el sargento de Ingenieros D. Antonio Corrales Viscasillas “Martillo”. Espinete siempre ayudaba a la formación de operadores con un estilo muy peculiar: un error en el empleo del procedimiento radio siempre implicaba una tarea adicional, como podría ser media hora con el traje NBQ, lo que se cita solo a modo de ejemplo, entre los confesables.
El mantenimiento del material acuático y subacuático era una labor muy exigente y de gran responsabilidad que se realizaba durante la práctica totalidad del año. El mal funcionamiento de una reguladora, un escape en una botella, el fallo de un motor o el mal funcionamiento de un chaleco podía llevar consigo una situación comprometida. El buen funcionamiento del equipamiento puede salvar vidas, como así fue, al menos, en la ocasión en la que un miembro del GOE permaneció durante dieciséis horas en el mar. Las fases de agua de las compañías se extendían durante todo el verano; por lo que, el personal de la sección cubría tres turnos de aproximadamente 30 días cada uno, cuando no más. En este periodo, las fases de agua se desarrollaban en la cala de Portmán (Murcia). En estas fases se combinaban las labores de mantenimiento del material con la participación en algunas de las actividades desarrolladas por las compañías operativas.
El mantenimiento era, con seguridad, el cometido menos atractivo para el personal de la sección. Dicho material se vio notablemente aumentado durante este periodo, por lo que tuvieron que doblarse las instalaciones dedicadas para su almacenamiento mediante la construcción de un edificio nuevo.
En cuanto a la formación de combatiente, los cuadros de mando nos afanábamos por que el soldado alcanzase el mayor nivel de instrucción posible y se sintiera, al final de su vida militar, orgulloso de haber llevado la boina verde, lo cual solo era posible con grandes dosis de esfuerzo. La sección salía al campo con la misma asiduidad que las unidades operativas, en ocasiones agregadas a ellas, y en otras, de forma independiente. Recuerdo ir agregados en salidas de endurecimiento y topográficas con las COE 12 y 13, en las que la sección pasaba por las mismas vicisitudes que las compañías. Sin embargo, fueron muchas las ocasiones en las que salimos de forma independiente, lo que nos permitía llevar a cabo una instrucción ad-hoc, combinando transmisiones y formación de combatiente, aunque en estos casos nos lastraba el problema logístico.
Para solventar la logística se recurría con frecuencia a la imaginación. Recuerdo adquirir unas bolsas de agua negras que absorbían el calor del sol, de forma que colgadas en los arcos de un camión se utilizaban a modo de ducha. En una ocasión tomamos como base la casa de pueblo del Pantera que contaba con una nave más que suficiente para todos. En otras ocasiones realizábamos ejercicios de PRP en las que los operadores portaban todos los enseres necesarios para una semana.
Antes de salir y al llegar de una salida, tomamos como costumbre el formar delante del monolito que hoy en día embellece las instalaciones del Mando de Operaciones Especiales en Rabasa, Alicante.
Las anécdotas son miles, algunas inconfesables y que solo pueden ser tratadas con los protagonistas al calor de un aperitivo.
Recuerdo la fase de vida y movimiento en terreno nevado en la que, por inclemencias meteorológicas sobrevenidas, la sección al completo durmió dos días en iglú en la cumbre del Peñalara. Sin vernos los pies, bajamos al tercer día, sin ninguna visibilidad, a la brújula y encordados. También recuerdo la salida de PRP en los puertos de Navacerrada y de la Morcuera en la que se cerraron ambos puertos con temperaturas por debajo de los diez grados bajo cero. Se reventaron todas las cantimploras.
En otro orden de cosas, me viene a la memoria la pregunta del ministro de Defensa ruso, en su vista al GOE I, en relación con que si contábamos con drones orgánicamente y cómo el analista del EME salió del paso como pudo. Yo desconocía lo que era un dron. Sin embargo, recuerdo dejar atónito al ministro cuando a la pregunta de cuánto tiempo previo era necesario para que la tropa hiciera submarinismo, le contesté: “Ministro, toda la tropa de operaciones especiales hace submarinismo en su periodo de doce meses de instrucción”. Además de ser verdad, era una “machada”; doy fe que hasta alguno que no sabía nadar hizo inmersión con el equipamiento estándar. Espíritu intrépido de puro guerrillero.
Ese día inauguramos las nuevas y flamantes instalaciones de transmisiones de la sección adosadas al almacén del subteniente Manzano.
Aún recuerdo a menudo a Espinete, el especialista teleco, dando clases de defensa personal a los componentes de tropa de la sección. Posteriormente, estuvo, una vez más, a mis órdenes en el Regimiento de Transmisiones nº 21 del Pardo.
Tiempos que añoro, no porque fuera joven, sino por el espíritu de una unidad que sin duda ha marcado mi trayectoria profesional y ha contribuido a curtir mi carácter y, todo ello, a pesar de mi corta estancia en la misma. La plantilla de los GOE solo contemplaba el empleo de “teniente” para oficiales del Arma de Ingenieros. Conclusión: me ascendieron demasiado pronto.
En los mejores momentos llegamos a ser en la sección de transmisiones: un oficial, tres suboficiales y veintidós de tropa. Después de treinta y dos años, solo soy capaz de acordarme del apellido de algunos de los soldados que sirvieron a mis órdenes. Pido disculpas a todos aquellos que no incluya, aunque puedo asegurar que guardo en mi mente la cara de todos ellos: Villaroya, Cifuentes, González,
Borregón, Cortés, Urrutia, Hualde, Monzón o Monfort, Obregón,… este último creo que era uno de los llamados Zipi y Zape, extremeños a la sazón, los cuales hacían un gran honor a su apodo. Alguno era voluntario especial, otros voluntarios y algunos forzosos que acababan siempre firmando su voluntariedad; ya que sin firmar no se les enseñaba ni submarinismo ni esquí (vaya chantaje).
Por lo que me cuenta Martillo, el día a día de la sección se mantuvo similar a lo descrito en este periodo hasta la muy triste desaparición de esta unidad de élite, con proyección de operaciones especiales, pero aun a mi entender, principalmente guerrillera. Además, me aporta otros componentes de la sección, como son: el sargento especialista de telecomunicaciones D. Jesús Ruiz Peñalba y al soldado Tijeras.
Tras irme destinado, como jefe de la unidad de transmisiones en el ejercicio TESEO 94 solicité la participación de la Sección de Transmisiones del GOE I. En dicho ejercicio, la brigada legionaria como Fuerza de Acción Rápida debía realizar una operación de asalto aéreo en la que la totalidad de medios debían ser helitransportados. El ejercicio contaba con medios de guerra electrónica de doble acción. La razón de mi solicitud estaba fundamentada en la escasez de medios CIS ligeros helitransportables con los que contaba el ET por aquel entonces y en la práctica inexistencia de medios HF y VHF con ciertas capacidades de protección electromagnética. Lógicamente, la petición de apoyo estaba avalada por el conocimiento que tenía de la que había sido hasta hacia poco tiempo mi Unidad. El apoyo fue aprobado y Martillo con sus operadores aseguró, excepcionalmente, los enlaces de brigada con los grupos tácticos mediante el empleo de los medios HF y VHF encriptados de la sección. Esta fue mi última colaboración con mi GOE I.
Después de todo este tiempo, espero que todos mis antiguos subordinados estén orgullosos de haber servido en los boinas verdes y que recuerden todo lo que fueron capaces de hacer en el GOE I. Yo, por supuesto, me siento y me sentiré siempre orgulloso de haber servido en la UPLM del GOE I y de haber contado con tan magníficos subordinados. También tengo que agradecer la paciencia y el buen saber de aquellos que me tuvieron a sus órdenes, muy especialmente de mis dos jefes de compañía – los capitanes D. Pedro Dávila Pérez y D. Francisco Ruiz de Pascual Núñez de Arenas, del resto de los cuadros de mando de la Unidad y de mis tenientes coroneles. Quisiera también agradecer al coronel Armendáriz la posibilidad de escribir este artículo y de recordar los buenos momentos que pasé en esta excelente unidad.
No puedo finalizar, sin mencionar mi paso como jefe interino de la UPLM y lanzando un recuerdo a todos aquellos que codo con codo sirvieron en tan insigne unidad.
Madrid, a 15 de diciembre de 2023