Comandante Tomás Barbado
Antiguo Sargento de la COE 102/81
Esta es tu COE
“Ese ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira cómo procede”.
Tú puedes ser cualquiera y, por otra parte, recuerda que solo eras un número y no tenías nombre. Después, fue diferente.
Los camiones entran por el arco, traen reclutas y estos sus pertenencias que, siendo pocas, les cuesta arrastrar: un petate que le entregaron en el CIR con “cosas” dentro y algo de ropa civil. Sus rostros lo dicen todo, con los ojos muy abiertos unos, mirada huidiza otros y un semblante tenso y confuso todos. Unos conocen de los que les han contado familiares, amigos y vecinos; otros, vieron un video asombroso en una sala rodeada de guerrilleros de aspecto recio, seguro y orgulloso; otros prueban fortuna y todos ellos pronto escucharán “jódete y no haber venido”.
Tras vuestra breve estancia en el CIR, de lo poco allí aprendido, aquí sirve menos.
Corre en un ir y venir constante, aunque no sepas dónde; corre si ves correr, aunque no sepas porqué; corre para hacer algo, aunque no sepas cómo y no te preguntes cuándo se puede parar, tú solo corre, corre y corre.
El endurecimiento
“Aquí la necesidad
no es infamia; y si es honrado,
pobre y desnudo un soldado
tiene mayor calidad
que el más galán y lucido;
porque aquí a lo que sospecho,
no adorna el vestido al pecho,
que el pecho adorna al vestido”
Un par de semanas así, aquí, en La Mina… y te de das cuenta que las cosas se van a conseguir a través del esfuerzo, que nadie te va a regalar nada y que todos sois iguales.
El reemplazo se va de fase de endurecimiento, la palabra aclara bastante, vivirlo te lo aclarará todo, recluta.
El Porís, Las Arenas Negras, El Lagar, Las Raíces… estos y otros lugares permanecerán para siempre en tu memoria. También quedarán indelebles tus compañeros, tu fusil, tu morral, y… “tus botas y tú, con ellos”.
Interminables horas de instrucción de combate, todo el cuerpo se mueve repitiendo de forma machacona las mismas cosas, una y otra vez, sin apenas descanso, hasta la extenuación, “en pie”, “a tierra”, “enemigo a la espalda” y otra vez a empezar, y el que lo manda parece no tener piedad, además de darle igual, y es que tú no lo sabes, pero… “este no es tu límite, queda mucho por entregar”.
Con las primeras marchas, descubren qué lejos están los sitios, cuánto pesan las cosas, cuánto se puede sufrir por los pies y cuánta sed se pasa con una cantimplora que hay que racionar. También aparecerá el compañero que, en ese pateo, largo y duro, se prestará a cargar con parte de tu equipo porque eres el que peor lo está pasando… y esto, también será para siempre.
Por la noche duermes a ratos, expectante. El cuerpo aprovecha para recuperarse de la fatiga del día anterior, cae rendido y despierta sobresaltado. Suenan silbatos y gritos de “alarma”, por enemigo, por fuego o por cualquier otra cosa; parece un mal sueño, pero no lo es y, a oscuras, todo es distinto. No hay luces, no sabes dónde están tus “cosas” y sales de la tienda de campaña poniéndote el uniforme como puedes, sabiendo que de momento siempre te va a faltar algo y que, por ello, serás premiado; eso sí, también sabes que jamás podrá ser tu fusil, esa sí que sería una muy mala noticia.
Adelgazáis aun dando buena cuenta del rancho; os hacéis más resistentes aun creyendo estar agotados; vivir en la noche empieza a no ser un secreto y, a oscuras, aprendéis a oír y a palpar y os vais endureciendo, haciendo resistentes frente a la adversidad y teniendo algo de control sobre lo que está ocurriendo. La fuerza mental siempre es superior a la física.
“Vaya…parece que esta locura tiene algún sentido”, pensaréis algunos y, “Vaya…la he cagado” todos los demás.
Vuestros mayores
“Y así, de modestia llenos,
a los más viejos verás,
tratando de ser lo más,
y de parecer lo menos”.
De nuevo en La Mina, seguís siendo reclutas, pero habéis dado los primeros pasos y, con suerte, podréis empezar a ganaros el respeto, cosa que solo depende de vuestra actitud; los diez días infernales dan paso a otra situación algo mejor. Eso sí, no pararéis de correr desde que os levantáis; no pararéis de comer todo lo que cae en vuestras manos y los veteranos siguen siendo unos “cabrones”, pero…también son una fuente de conocimiento y miraréis cómo actúan y escucharéis lo que dicen e imitaréis lo que hacen… “la veteranía es un grado”.
Tu cuerpo ha cambiado y te sientes fuerte. Miras a los ojos con la barbilla arriba; en carrera quieres ir en cabeza, de lo contrario, “al bidón” y aunque tímidamente compartes conversación con tus mayores sin saber muy bien lo que pueda ocurrir, lo haces ya sin miedo y con mucho respeto, a fin de cuentas, no pueden hacer contigo mucho más de lo pasado… y bien mirado, también estás agradecido de tenerlos a tu lado en este viaje.
Aprendes la magia de moverte por el terreno por lo que dice tu mapa, de día y de noche; de manejar la radio que pesa mucho, pero que es necesaria para hablar a distancia; que no es cosa del azar perforar el blanco con tu fusil; que todo lo que tiene tu mochila es útil; que cualquier momento que se permita es bueno para descansar; que nunca se sabe qué puede pasar en el minuto siguiente y, como no, también sabes que ya puedes correr mucho y muy lejos sin descanso, con y sin equipo, porque solo es cuestión de mucha mentalidad y algo de ritmo.
La prueba de la boina
“Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo como ha de ser
es ni pedir ni rehusar”.
Solo llevas unos meses y aún queda mucho y de todo ello, para ti, lo más frustrante es que tu cabeza la cubre una gorra; bueno, pronto dirás: “pistolo de los cojones”.
En medio de la teórica, los veteranos irrumpen en el aula. En menos de diez minutos, el remplazo ha pasado de estar sentado y con la curva de nivel, a estar encapuchados y maniatados.
“Jódete y no haber venido” ya no suena tan mal, aunque con temor, realmente querías que sucediese cuanto antes, porque sabes que ha llegado el momento, que has trabajado duro para conseguirlo, que es un derecho del que te sientes merecedor y que estás preparado.
La tenacidad te lleva por un recorrido largo y jalonado por una brújula sin aguja; escuchas el silencio de la noche roto por tu respiración y tu caminar, a marchas forzadas, durmiendo poco y comiendo menos; así desgastado por dos intensos días con sus noches, demostrarás las habilidades aprendidas, la resistencia a la fatiga, la decisión ante el obstáculo y la determinación ante el hambre, el frio y el sueño.
Primeras luces, al frente la suela de las botas de tu binomio, arriba la alambrada, y por todos lados explosiones, tableteo de ametralladoras y humo. Aquí no se corre, aquí se repta, repta y no pares de reptar. Tu boina verde está al otro lado.
Ya eres un guerrillero y tu aspecto asoma recio, seguro y orgulloso, como el de aquellos veteranos, pero que ahora, además, son tus hermanos.
Instrucción, instrucción y más instrucción
“Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la fineza, la lealtad,
el honor, la bizarría;
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son,
caudal de pobres soldados;
que, en buena o mala fortuna,
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados”
Tenerife, La Gomera, El Hierro, La Palma, Fuerteventura y Lanzarote. La primera de ellas vuestro hogar, por las otras islas pasaréis al menos por tres, acudiendo por tierra, por mar y por aire. Conoceréis: El Teide y Anaga, Garajonay y Chipude, El Morcillo y Orchilla, Taburiente y Tenguía, La Florida y Pájara, Timanfaya y Famara y otros muchos más, todos bien “pateados”; todos increíbles y en todos aprendiendo a hacer cosas nuevas y diferentes, sencillas y complejas, divertidas y angustiosas, con lo bueno y lo malo; todas para sentirse orgulloso, “nuestras cosas”.
Microclimas y terreno roto, el frío bajo cero de pico Teide, el calor extremo de Fuerteventura, la humedad constante de Anaga, las cicatrices profundas e interminables del terreno de volcanes, el paisaje desgarrado del malpaís, el bosque cerrado de laurisilva, las piedras infinitas del desierto, las aguas del Atlántico y todo ello conforme a nuestro credo, el que nos gusta en la COE de Tenerife, el de todas las noches:
“Roto, descalzo, dócil a la suerte,
cuerpo cenceño y ágil, tez morena,
a la espalda el morral, camina y llena
el certero fusil su mano fuerte.
Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
vívida luz que el ánimo serena,
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.
No hay a su duro pie risco vedado;
sueño no ha menester, treguas no quiere;
donde le llevan va; jamás cansado.
Ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:
sumiso, valeroso, resignado
obedece, pela, triunfa y muere”.
Nuestro soldado, (Soneto de Amos de Escalante, Santander 1831 – 1902).
Mis hermanos
Y has aprendido y parece que todo cobra sentido. Sabes por qué se hacen las cosas. Te interesa lo siguiente que toque y lo que haces ya sale bien, ya sea solo, en binomio o en equipo.
Tal vez, seguramente, otros también podrían, pero eres tú y sabes que algo en ti ha cambiado y que ese cambio te gusta y que es para siempre.
Y ahora… tus hermanos se licencian, se van, y siempre los recordaras, pero es así, el ciclo continúa; si la vida os reencuentra os abrazaréis como viejos amigos, de los que se tienen pocos y son para siempre.
Y ahora… el veterano eres tú.
Y ahora… guerrillero, sube al arco de La Mina. Vienen los camiones con nuevos reclutas y hay que recibirlos como crees que necesitan, buscan su boina… ayúdales a encontrarla.
Sargento Barbado.
Un honor, caballeros. Abrazo guerrillero.
2 respuestas
Barbado…
Tipo duro y especial
Como ya he dejado en otro comentario…y a otro mando…os debo gran parte de la forja que me ha hecho ser el hombre que soy…si supieras…mi mas sentido agradecimiento por aquello que fuisteis parte y con vuestro estigma creasteis y los que formamos parte de ello también creamos…y tiempo después…fuimos…Guerrilleros y vivimos toda nuestra vida bajo esa condición…en cualquier lugar y condición
Muchas gracias por su comentario. Reciba un cordial saludo