Antiguo Cabo COE EMMOE (Rº/4º/1982)
Presidente Asociación COE EMMOE
Realizada por José Briones Giménez
Vocal Relaciones Externas FEDA VBVE
¿Por qué te apuntaste a la COE? Supongo que no soy ni el primero ni el último que te lo pregunta. Entiendo que sabías dónde te metías
Me atrajo en un principio la ciudad de Jaca y su entorno. Tampoco tenía mucha información, no porque no la hubiese, ni siquiera me preocupé en exceso por informarme. Me metí porque soy una persona muy activa y lo que vi durante mi periodo en el C.I.R. no atrajo para nada mi atención y el detalle que tuvieron durante la captación los soldados que vinieron para convencernos de ello fue el toque de distinción. Hacía un calor tremendo y aquellos tipos que, al menos para mí, eran impresionantes, llevaban sus boinas verdes y uniformes bastante trabajados, no eran como los nuestros, grandes, rígidos y demasiado nuevos, y con ese calor abrumador uno de los guerrilleros decidió refrescarse metiéndose directamente en la fuente y así calmar su calor.
¿Te desanimaste los primeros días cuando viste cómo era aquello de duro? ¿Qué sentiste?
Pánico. El comienzo fue de pánico; pero infundado, ya que durante los primeros días nos atendieron los veteranos de una forma sorprendente, algo común que mencionaban era que “aquello más adelante resultaría bastante duro como para poner las cosas aún más difíciles en los primeros días”.
La mejor anécdota fue el recibimiento. Vinieron nuestros veteranos hasta la puerta para recibirnos, pudiendo así recuperar nuestro tabaco “requisado” en la entrada. El pánico se dio únicamente durante el viaje de Barcelona a Jaca entre los compañeros, por los rumores y habladurías.
No siempre el estado físico está en buena forma y menos al principio cuando entras en una COE, comparándolo con el estado de los veteranos. ¿Te costó coger el ritmo de la compañía?
No, todo lo contrario. De no ser por mi estado físico, que era casi despreciable, me hubiese adaptado mucho antes. El ritmo de trabajo y conocimiento de todos los procesos fue muy bien explicado. La lógica era extrema y, por los resultados, enseguida comprendías que era la mejor forma de hacer todo lo que te explicaban. Si tenemos en cuenta que tardé un minuto más que el último en la carrera de un kilómetro durante las pruebas para acceder a la compañía se entenderá perfectamente a qué estado físico me refiero. Eso también cambio rápidamente en las primeras semanas.
Siempre se habla del compañerismo entre los boinas verdes, ¿qué nos explicas sobre este tema? ¿Es una leyenda urbana o una realidad? ¿Cómo te fue a ti con los compañeros?
Se nos inculcó un compañerismo imprescindible para desarrollar nuestro trabajo; pero, paralelamente, surgió una relación personal muy sincera entre todos, por secciones y por binomios. Está claro que también había diferencias sociales, por estudios, oficios y clase social; pero la colaboración, ayuda y comprensión se dio a todos los niveles entre compañeros y mandos. Esto a fecha de hoy perdura en la mayoría.
Y una vez licenciado ¿siguió el contacto entre algunos compañeros? ¿Mantuvisteis la amistad algunos?
Sí, por supuesto. No he dejado nunca de mantener contacto con mis compañeros, al menos, los más directos. He estado todo este tiempo intentando localizar a casi la totalidad de mi reemplazo y, hoy en día, mantenemos un contacto casi a diario, organizamos quedadas ya bien en Jaca o en las localidades donde residen estos compañeros y los encuentros son muy emotivos. En las reuniones en Jaca para los aniversarios, mi objetivo siempre ha sido llevar a este evento a uno “nuevo”, a un veterano que, por los motivos que sea, no ha podido ir; su reacción al encontrarse con el resto de compañeros es la mayor gratificación que puedo recibir. Aquí, en estas reuniones o “quedadas”, es donde nuestros familiares o amigos más directos, cuando ven esta reacción por primera vez, nos entienden. Es difícil de asimilar por nuestros más cercanos los motivos de por qué seguimos con nuestra boina verde en la cabeza.
Explícanos cómo valoras la formación que recibiste en su día en la compañía. ¿Te ha servido de algo en tu vida posterior de civil a la hora de tomar decisiones en tu mundo laboral y personal?
Teniendo en cuenta los medios y el material de la época (1984) se podría decir que la formación fue de alto nivel. Hoy no tendríamos nada que envidiar a las grandes unidades de élite. Siempre comienzo mis discursos diciendo que soy quien soy gracias a mi paso por nuestra gloriosa compañía, por mis compañeros y mis mandos y no porque lo diga yo, sino por lo que me han transmitido desde la dirección de todas las empresas en las que he trabajado, así como con mis amigos y familiares. La lealtad y el esfuerzo ha sido completamente demostrado, no tuve la posibilidad de cursar estudios, pero he recibido por parte de la compañía una formación ejemplar que me ha servido a lo largo de todos estos 40 años para afrontar cualquier tipo de situación sin ser sorprendido.
Lo que yo he hecho quizás lo podría hacer cualquiera. Lo más difícil fue dar el primer paso.
La fase de supervivencia es la que, en un principio, parece ser la más llamativa de todas, por lo menos a mucha gente que no ha estado en una COE le impresiona. ¿Coincides con esa valoración? ¿Qué fases son las que más te gustaron y repetirías? ¿Hay alguna que no te gustaría volver a hacer?
Durante el desarrollo de las diferentes fases, todas fueron intensamente duras; aunque, una vez realizadas, casi todos coincidíamos en querer volver a repetirlas. Yo, sin duda, volvería a pasar mi “pista de fuego”. Una fase que me tenía preocupado era la fase de nieve; me decía a mí mismo: “Si hace frío en Jaca, imagínate en Candanchú; si llueve en Jaca, imagínate en Candanchú”. Pero nada, fueron 35 días de esquí y travesías increíbles en un paraje extraordinario. Otra que para mí fue un tanto especial fue la temida “evasión y escape” ya que al ser responsable de la organización clandestina antiguerrilla (OCA) tenía bien seguro que mi interrogatorio sería algo más contundente.
¿Recuerdas algún hecho, anécdota especial o algo que consideres interesante?
Todo lo acontecido durante todos esos meses fue interesante. Algo que ya era común sería acostarse sin tener ni idea de que te esperaba el día siguiente. Sorprendente era, en mi caso, la facilidad para conciliar el sueño: tocaban silencio y yo ya hacía rato que estaba profundamente dormido; algo que ni antes ni después de mi servicio se ha vuelto a repetir. El agotamiento físico era extremo. En Jaca, en la EMMOE, teníamos dos tipos de pista: la española (de madera) y la americana con obstáculos de cemento o similar. Entre ambas había un pequeño terreno embarrado constantemente donde deberíamos de esperar nuestro turno para continuar con la pista americana, en ese espacio lleno de barro y durante unos minutos, no muchos, dos o tres, yo hacía una siesta memorable.
¿Quieres comentar algo además de lo ya hablado?
Claro, estaría horas hablando de la COE de la EMMOE por este motivo quiero agradecer esta oportunidad que la FEDA me está brindando, ya que no suelo hablar mucho de mi servicio militar. Es difícil que entiendan lo que siento. Únicamente los que hemos tenido el privilegio de vivir esta experiencia somos conscientes de su significado. Tan solo cuando podemos compartir nuestras vivencias entre familiares y amigos es cuando comprenden que es lo que sentimos.
Gracias.