Boinas Verdes, valores perdurables y superación
V.B.V. Manel Carbó Lancharro, vocal de la FEDA por La Voz de la Guerrilla
En la tranquila mañana del 11 de noviembre de 2023, Jaca se despertó envuelta en la magia de un amanecer lluvioso. Las primeras luces del día se filtraban tímidamente a través de las nubes cargadas, tejiendo un tapiz de tonos grises y dorados sobre el horizonte montañoso. Un amanecer que, lejos de disuadir con su lluvia persistente, invitaba a sumergirse en la belleza silenciosa de un nuevo día en esta joya aragonesa.
En pleno corazón del Pirineo aragonés, un nutrido número de veteranos boinas verdes de todas las asociaciones, acompañados de familiares y simpatizantes, se congregaron en Jaca, la cuna de las Operaciones Especiales, para un encuentro que trascendió la mera reunión. Para quienes una vez vivieron la intensidad del servicio militar como boinas verdes, el viaje desde cualquier rincón de España para reunirse en la sede de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE), Base Oroel San Bernardo, no fue solo un evento más, fue un reencuentro con camaradas y valores arraigados.
Jaca, ese pintoresco escenario donde la historia de los Boinas Verdes se entrelaza con las montañas que rodean la ciudad, creando un telón de fondo simbólico para este encuentro singular. Más allá de las condecoraciones y desfiles, este evento fue una inmersión en la esencia misma de lo que significa ser un Boina Verde.
Y es que Jaca no es solo un precioso enclave geográfico; es un retorno a las raíces de la formación militar. Recordar los días de reemplazo, cuando cada paso era un aprendizaje y cada desafío forjaba el carácter del guerrillero, da un cariz especial a este reencuentro. La EMMOE se convirtió así en un crisol de experiencias compartidas, donde los veteranos revivieron no solo los momentos de servicio, sino también los lazos indelebles que se formaron.
El recuerdo de los días del servicio militar, con sus desafíos y lecciones identificadas, sigue vivo en cada veterano boina verde. Desde los días de “mili”, donde el deber y la camaradería se forjaron en llanuras y montañas, hasta los valores inquebrantables que perduran más allá de las experiencias compartidas. Este encuentro no solo fue un punto de reunión; fue un testimonio de la hermandad que surge de vivir juntos momentos de sacrificio y superación.
Bajo la lluvia persistente, los asistentes demostraron una vez más que la adversidad no es obstáculo para mostrar lo mejor de sí mismos. La tenacidad y el espíritu de los boinas verdes se manifestaron en cada rostro, recordando a todos que la unidad y la determinación son fundamentales, incluso en los momentos más desafiantes.
Las asociaciones de veteranos, AGA –Asociación de Guerrilleros de Aragón- y COE EMMOE, desempeñaron un papel crucial en la organización del acto, tejiendo la red que une a estos guerreros más allá de las fronteras del tiempo y el espacio. El esfuerzo dedicado de estas asociaciones se tradujo en magníficos resultados, dando forma a un evento que resonará en la memoria de todos los presentes. Su labor fue más allá de la planificación; fue un acto de preservación de la herencia que une a estos guerrilleros de tiempos pasados y presentes.
Entre los héroes que destacaron, el veterano boina verde Jean Pedraza Maestre, emergió como un símbolo viviente de superación. El día 22 de marzo de 1982, la explosión de una mina anticarro casi acaba con su vida en el campo de maniobras de San Gregorio (Zaragoza), con motivo de unas prácticas militares.
Invidente, sin parte de su capacidad auditiva y con solo una extremidad superior, este gran veterano y deportista lleva con orgullo su boina verde, demostrando que las discapacidades no son barreras insuperables, sino desafíos a conquistar. Un guerrillero que desafía las limitaciones físicas, y que con su presencia encarnó el espíritu indomable de los Boinas Verdes, recordándonos que las barreras físicas no pueden frenar el ímpetu de aquellos comprometidos con un propósito más grande.
Y, como no…, al acto no pudieron faltar el coronel José Ignacio Acevedo, presidente de la Fundación Roble y Machete, y el veterano boina verde Kitín Muñoz, autor del libro Boinas verdes españoles. Esta obra literaria es una transcripción detallada y apasionante de las experiencias vividas en primera persona y relatadas por boinas verdes. Todo aquel que adquirió el libro pudo charlar con ellos y llevarse un ejemplar dedicado. Hay que resaltar que los beneficios generados por la venta de Boinas verdes españoles, son para la Fundación Roble y Machete que tiene por función, entre otras, la de ayudar –en caso necesario- a boinas verdes retirados y a sus familias.
En el escenario periodístico del encuentro, el programa “La Voz de la Guerrilla”, de la Federación de Asociaciones de Veteranos Boinas Verdes de España presentó a las nuevas incorporaciones, Loli y José Luis. Este dinámico dúo, al más puro estilo guerrillero, cubrió el evento con frescura y vivacidad. Loli, con su estilo cautivador, se ganó la complicidad de veteranos y mandos en activo, sumergiéndose en entrevistas que capturaron la esencia del momento.
El coronel Joaquín Moreno Molero –además de la organización del acto- lideró de forma magistral, la entrega de condecoraciones y galardones en un emotivo acto en el salón de actos de la EMMOE. Estos reconocimientos son un recordatorio solemne de los principios, valores y sacrificios que definen al guerrillero boina verde.
Posteriormente, ya en el patio de armas, la ceremonia castrense en homenaje a los caídos recordó la nobleza y el sacrificio de aquellos que dieron todo por la Patria, cumpliendo con su deber.
Fue allí, en el patio de armas de la EMMOE, y bajo el cielo gris que amenazaba, por momentos, con descargar su ira, donde el general retirado don Vicente Bataller Alventosa, presidente de la Federación de Asociaciones de Veteranos Boinas Verdes de España, con su brillante discurso se erigió como un faro de experiencia ante la formación de veteranos, como un maestro que despierta los ecos del coraje de sus hombres ante la adversidad.
Su alocución resonaba entre las paredes del acuartelamiento dejando constancia del honor y del deber, valores que calaron en el corazón de todos aquellos que portando en algún momento de su vida la boina verde, llevaron el peso de la patria en tan preciada prenda de cabeza. Sus palabras trazaron un relato de sacrificio y victoria, convirtiendo a Jaca en el epicentro de la historia viva, donde las lecciones del pasado se entrelazan con el presente, forjando un lazo indestructible entre aquellos que han compartido el deber en el marco de las operaciones especiales.
Como colofón, un desfile a paso ligero cerró el evento. Dicho desfile no fue solo una exhibición de disciplina militar; fue una procesión que avanzaba a través del tiempo, conectando el pasado con el presente y proyectándose hacia el futuro. Entrañable y destacable fue el vivo paso ligero marcado por el coronel Felipe de Tiedra Calvo, quien a sus 84 años era el veterano con más experiencia acumulada en toda la formación.
Finalizado el desfile a paso ligero, y una vez recuperado el aliento, una foto de familia marcaría el punto final del evento.
La entrañable foto de familia que siguió, capturó no solo rostros, sino el espíritu colectivo que persiste en cada boina verde. A partir de ese momento y cual escenario de un teatro que cierra sus luces después del éxito de un gran estreno, la EMMOE nos despidió diciéndonos “hasta la vista guerrilleros…”.
En el vino de honor celebrado a continuación, se entregaron algunos galardones y reconocimientos asociativos de carácter más informal.
En el brindis final, se destiló la camaradería que fluyó entre estos guerrilleros. Jaca, con sus montañas de testigo, ha sido más que el escenario de un encuentro; ha sido el anfitrión de una saga continua, donde la historia de los Boinas Verdes se teje en cada rincón de la ciudad y en el corazón de quienes la han defendido con honor y devoción.
Por la tarde todo aquel que quiso pudo adentrarse en la imponente Ciudadela, testigo silencioso de siglos de historia militar, mientras que otros prefirieron retirarse para al día siguiente caminar por la tranquilidad de las inmediaciones del monasterio de San Juan de la Peña. Entre antiguas piedras y majestuosos paisajes, los veteranos y sus acompañantes compartieron risas y recuerdos, renovando la conexión con su legado para después disfrutar de una auténtica comida de alforja.
Este fue el epílogo del encuentro. Los veteranos boinas verdes, custodios de un pasado ilustre, forjado con sudor y lágrimas, continuaran escribiendo sus historias, con Jaca como testigo y cómplice de un lazo que trasciende el tiempo y las distancias.
