Comandante (retirado) Fernando Jordá Sempere
Antiguo Suboficial y Oficial del GOE III
El GOE III siempre ha sido desde su fundación el GOE del mar o el GOE del agua, aunque algunos envidiosos nos llamaban el GOE de la playa.
Por razón de su extraordinaria ubicación, Alicante, en el Mediterráneo; el poder disponer del destacamento de Cabo Roig, que tan buenos recuerdos nos trae; la cercanía a la base de submarinos de Cartagena y, por supuesto, el gran espíritu de colaboración con la Armada, especialmente, con la Unidad Especial de Buceadores de Combate (UEBC) y el hecho de que muchos de los mandos del GOE III estaban en posesión del diploma Curso de Buceadores de Asalto de Ingenieros y el de Buceador Elemental del Centro de Buceo de la Armada, por todo esto el GOE III tenía una gran tradición de combate en agua, siendo la fase agua una de las más duras del periodo de instrucción en los tiempos del servicio militar obligatorio, como muchos recordaran, y una de las más exigentes física y técnicamente en el periodo posterior de la profesionalización de la Unidad. Muchos fueron los mandos y soldados que realizaron los cursos de buceador elemental, apoyo, asalto e incluso combate siendo tradicionalmente los primeros en los diferentes cursos. Algún mando se refería a estos diplomados como Los Divinos.
Todo esto llevó a ser el primer GOE que creó una Sección de Especialidades en la que se integraron un Equipo de Buceadores, otro con la especialidad de montaña y un tercer con la especialidad de paracaidismo. Esta sección de Especialidades fue el embrión del que saldrían, más tarde, los Equipos de Especialistas en Combate en Agua, Montaña y, mucho más tarde, los Equipos HALO HAHO. Mientras se esperaba la ansiada reivindicación de la especialidad de paracaidismo se creó lo que sería el inicio de otra especialidad: la de francotirador, agrupando tanto a los tiradores selectos, a los de precisión y a los de largo alcance, por lo que se creó para ello lo que se denominó CIT, pero esto es otra historia.
El alto nivel conseguido en la especialidad de combate en agua nos llevó a realizar muchas colaboraciones con unidades de reconocido prestigio de las que se aprendió mucho y a las que, también, se enseñó bastante, todo hay que decirlo; unidades como la UEBC, unidades de helicópteros, tanto de la Armada como del Ejército de Tierra, el SEAL TEAM SIX o el COS francés de los que se aprendió las técnicas básicas de inserción con helicópteros Fast Rope y Spie Rig, extracción. Una vez conseguidos los conocimientos y la técnica necesarias para la realización de estas misiones solo nos faltaba el material. Tras muchos años de trabajo y esfuerzo se consiguió el material; ahora solo faltaba la necesaria homologación de los procedimientos para lo que se hacía necesario el visto bueno de los diversos organismos participantes. Otro gran esfuerzo, muchos viajes, muchas pruebas y una gran dosis de paciencia.
Una vez conseguido todo esto, como no podía ser de otra manera, se quiso ir un poco más lejos y, para ello, se hizo algo que en España nunca se había hecho, acorde con el lema, “conmigo, quien quiera; delante, quien pueda”. Se aprovecharon unas maniobras, si no recuerdo mal, unas Machete para los que se habían concedido horas de vuelo y la colaboración de un submarino, posiblemente el Marsopa, un submarino de la clase 70. Se decidió realizar un ejercicio de inserción con un helicóptero a un submarino y extracción del submarino al helicóptero. Desconozco si la Armada lo había realizado alguna vez dado que todavía no existía la FGNE que se crearía el 10 de junio de 2009, aunque ya existían stoles del COMANFES. Lo que está claro es que el Ejército de Tierra nunca había realizado este tipo de ejercicio. En realidad, habría que exceptuar aquel salto “suicida” desde un helicóptero, en este caso un UH a La Guadiana, buque insignia del GOE III, hecho en el que participé y del que todavía se conserva alguna foto en los archivos del GOE.
Disponíamos del material adecuado, cuerdas, arneses, collarines de seguridad, trajes de neopreno; nos habíamos leído todos los manuales disponibles y teníamos la moral y la dosis de inconsciencia suficiente para llevar a cabo el ejercicio. ¿Qué podía salir mal?
El ejercicio se realizó con un Súper Puma. Me consta que costó convencer a los pilotos de helicóptero y, sobre todo, al comandante del submarino. El teniente coronel Bataller, jefe del GOE III, debió mostrarse muy persuasivo. Recuerdo que al acabar el ejercicio el comandante del submarino juró que jamás volvería a repetir esta maniobra, según él, el submarino estuvo a punto de darse la vuelta debido al rebufo de los rotores del helicóptero.
Por nuestra parte se instruyó al personal que iba a participar, aunque nunca es suficiente; se realizó la necesaria preparación, briefing de seguridad e instrucciones para el caso de incidencias. En principio, todo fue bien. Se lanzó la cuerda. Se recogió con una toma a tierra para evitar algún tipo de descarga eléctrica, ¿o se debería decir toma a agua? La unidad del GOE III desembarcó en la cubierta del submarino sin más incidencias. Lo cierto es que el estado del mar y la ausencia de viento colaboraron en gran medida. Sin abandonar la cubierta, la unidad esperó la llegada de un segundo helicóptero equipado con la cuerda de extracción. No era cuestión de arrojar la cuerda de inserción al mar, además de que los anclajes de la cuerda de Fast Rope y la de de Spie Rig eran diferentes. Actualmente, esto se ha solucionado con la adopción de una grúa de anclaje, procedimiento en que también tuve la oportunidad de participar.
Durante la extracción el asunto se complicó un poco. A medida que el helicóptero tomaba altura se iba añadía el peso del personal. El ejercicio se realizó con ocho guerrilleros, de forma que al intentar izar al último de la patrulla, el aparato se desplazó a estribor del submarino y descendió unos metros, dejando bajo el agua a parte del personal que, debido al peso de la cuerda y el de los compañeros que tenían encima, no podían subir a superficie. Afortunadamente, el mecánico vio la banderola roja que pude sacar en señal de alarma e interpretó, adecuadamente, la situación dando instrucciones al piloto para que ganara altura. Finalmente, todo quedó en un susto y unos cuantos tragos de agua salada.
El Ángel de la Guarda y el Dios de los Ejércitos siempre han cuidado del GOE III y de los boinas verdes.
A día de hoy no me consta que se haya vuelto a realizar este.