General de División Jaime Íñiguez Andrade
Teniente en la COE 62 (Bilbao). Capitán en la COE 12 (GOE <<Órdenes Militares>> I)
Siendo éste el primer número de los especiales de la revista Boina Verde dedicado a los grupos de operaciones especiales (GOE), en particular al primero de todos ellos, el GOE I, ubicado en Colmenar Viejo (Madrid), parece conveniente analizar las diferencias entre las compañías de operaciones especiales (COE), mal llamadas independientes (y ahora se explicará por qué) y las COE encuadradas en un GOE. Lo que a continuación se cuenta está basado en la experiencia particular del autor: tuvo el privilegio de estar destinado como teniente en una COE <<independiente>>, la 62, situada en Bilbao ciudad, primero y, desde 1982, en Munguía, aunque siempre se la conoció como la COE de Bilbao, y como capitán tuvo el honor de mandar la COE 12, encuadrada en el GOE <<Órdenes Militares I>> (Colmenar Viejo, Madrid).
Lo primero que habría que mencionar es el hecho de que las COE nunca fueron realmente independientes, es más, tenían una doble dependencia: administrativa, normalmente del coronel jefe del regimiento con el que compartían alojamiento e instalaciones de instrucción, y operativa, del capitán general de la Región Militar correspondiente, en algunos casos a través de los generales jefes de las Brigadas de Defensa Operativa del Territorio (BRIDOT). Es verdad que el grado de iniciativa de los capitanes jefes de las COE era tal que se podría pensar que eran prácticamente independientes, pero no era así: todos los meses había que presentar la liquidación ante los órganos administrativos económicos del regimiento, asistir a las juntas económicas establecidas, entre otras cosas, y todos los meses había que remitir el programa de instrucción a la 3ª sección del Estado Mayor de su Capitanía General y, estaban, como el resto de unidades, sujetas a las revistas e inspecciones periódicas programadas.
En cualquier caso, es cierto que los capitanes de las COE <<independientes>> tenían una enorme iniciativa, que hacía que prácticamente nadie cuestionara el programa de instrucción y adiestramiento, la elección de las áreas donde realizar las salidas mensuales, la organización de las actividades, etc., y quizá por eso se podría pensar que eran independientes.
Ese estatus de casi independencia obligaba a que se tuviera que invertir tiempo en asuntos ajenos a la instrucción: la liquidación mensual, la solicitud de medios y los esfuerzos correspondientes para conseguirlos, la <<lucha>> para que el personal de las COE (mandos y tropa) no entrara de servicio (cada vez que llegaba un nuevo coronel, una de las primeros documentos a enseñar era la instrucción del Estado Mayor del Ejército por la que se estipulaba que las COE estaban rebajadas de todo servicio, excepto los propios de la Unidad: cuartel, imaginarias). Lo anterior exigía, en muchos casos, desplazarse a la sede de la Capitanía General, o a los almacenes donde se almacenaba material para las COE, o a largas explicaciones con personal que no entendía bien lo que era una COE.
Aunque todas las COE tenían un programa similar de actividades anuales, no había un documento oficial que estableciera objetivos a alcanzar, por lo que no se podía evaluar su rendimiento y eficiencia. Así, esa enorme libertad de los capitanes de las COE <<independientes>> se podía, en su caso, convertir en un arma contra la propia unidad cuando ese capitán integraba en los programas de instrucción y adiestramiento sus propias querencias y excluía, o le daba poca importancia, a lo que consideraba de menor valor. Es cierto que el curso de OE hacía que todos los mandos de las COE estuvieran cortados por un patrón similar, y que, cuando no había GOE, la Escuela Militar de Montaña y de Operaciones Especiales (EMMOE), a través de las reuniones anuales de capitanes de COE, ejercía un cierto papel de homogeneizador de programas.
La libertad casi total para organizar y ejecutar la instrucción y adiestramiento de las COE, tan diferente de los programas de las unidades convencionales con las que convivían, hacía que el personal de las míticas COE, los guerrilleros, tuvieran un gran espíritu de equipo que les hacía especiales. En esa época se creó el mito, la leyenda cierta, de unas unidades especiales bien adiestradas, innovadoras y con una enorme disciplina y cohesión, formadas por hombres duros, abnegados y con una gran confianza en sus posibilidades. Casi todos los lemas que hoy se usan en los GOE proceden de entonces: <<lo imposible lo hacemos en el acto, para los milagros tardamos un poco más>>, <<si fuera fácil, lo harían otros>>, etc., etc.
Por otra parte, el hecho de que las COE fueran unas unidades pequeñas en términos de personal (entre 60 y 100 guerrilleros, dependiendo si era de tipo B o de tipo A), viviendo rodeadas de otras de mucha mayor envergadura, que todos los componentes de las COE que habían superado la prueba llevaran la boina verde, y su peculiar instrucción, contribuían a este espíritu especial mencionado anteriormente.
Cuando las COE se fueron integrando en los GOE uno de los aspectos cruciales fue el de mantener ese espíritu único, lo que parecía difícil pues ya no eran 100 entre 400 soldados <<convencionales>>, sino 100 entre otros 400 soldados tocados también con la boina verde (y en algunos casos, boina verde no ganada, sino asignada por el destino) y, en lo que respecta al GOE I, entre otros casi 1000 soldados del regimiento de transmisiones y de la agrupación logística ubicados en la misma base. Gracias al estilo de mando de los oficiales y suboficiales, y de la propia tropa veterana que formaba parte de las unidades, ese espíritu sin igual se pudo mantener en unos elevadísimos niveles.
Por otra parte, mientras que las COE <<independientes>> tenían una doble dependencia, administrativa y operativa, las COE de un GOE tenían una sola: del jefe del GOE, lo que simplificaba la tarea de mando. Igualmente, a las COE del GOE se les despojó prácticamente de tareas administrativas, por lo que el capitán podía dedicarse en cuerpo y alma a la instrucción y adiestramiento de la unidad. En el GOE I, las COE no tenían que preocuparse ni luchar para conseguir el material ya que eran la Plana Mayor de Mando (PLMM) y Compañía de Plana Mayor (UPLM) del GOE las que indicaban, con una enorme precisión y eficiencia, qué material había que renovar, cual dar de baja, etc. (y sin sistemas informáticos que ayudaran con alarmas o similares).
En otro orden de cosas, en el GOE, el disponer de unidades hermanas en el mismo acuartelamiento y con los mismos intereses (la mejor instrucción de su personal y del adiestramiento de la unidad) hacía que, en caso de que la PLMM no dispusiera de los medios oportunos, los apoyos mutuos estuvieran a la orden del día, tanto en intercambio o préstamos de material como, en algún caso, de colaboración del personal. Lo anterior se podía hacer extensivo a prácticas de doble acción, tan útiles para el adiestramiento de la unidad.
Además, el GOE I (como luego el resto de los GOE) disponía de unidades que las COE no tenían y que eran fundamentales para el día a día de la Unidad: un 2º escalón con sus especialistas, tanto en vehículos, como en armamento, y una unidad de transmisiones, que colaboraba de manera significativa con la mejora operativa de las unidades en este apartado tan importante para las unidades de OE.
Por otra parte, el GOE tenía más entidad para <<reclamar>> mejoras en las instalaciones de instrucción; en el caso de la COE 62 y el GOE I, éste último estaba mucho mejor dotado en su base de Colmenar Viejo que la 62 en Bilbao. El GOE I contaba con conguito, pista de obstáculos, gimnasio, instalaciones que muchas COE no disponían.
En el GOE I, a partir de finales de los 80, el teniente coronel jefe del GOE, tras escuchar a su Plana Mayor y a los capitanes de las COE, decidió que cada compañía se nutriera de un solo llamamiento del reemplazo correspondiente (excepto de un pequeño grupo de 8 o 10 hombres por COE). Hasta entonces, las COE estaban formadas por tres secciones (o equipos operativos), cada una compuesta por personal de un llamamiento diferente; así había un tercio de la unidad novata y, por consiguiente, poco adiestrado, otro tercio a medio adiestrar y otro ya bien formado y veterano. El que cada COE tuviera un solo llamamiento (excepto esos 8 o 10 para actuar como plana mayor, principalmente, y auxiliares en ciertas actividades) facilitaba la instrucción y adiestramiento, la organización de las actividades y de las fases. Permitía al GOE disponer de una COE, entera, bien adiestrada, y de paso, se minimizaba los perseguidos actos de novatadas dentro de las compañías. Para tomar esta decisión en las COE <<independientes>>, se hubiera tenido que poner de acuerdo a los capitanes de las COE de la Región Militar correspondiente, a la Capitanía General y posiblemente a elementos intermedios y ajenos a esa Región Militar; en el GOE I sólo se necesitó la decisión de su jefe.
En cuanto a la iniciativa de los capitanes, en el caso del GOE I contaban con tanta autonomía como, prácticamente, los capitanes de las COE independientes: elegían el dónde, el cuándo y el qué para la mayoría de las salidas mensuales; el jefe del GOE I sólo imponía una salida al año, la de mayo que se eligió para la celebración del aniversario de creación, que casi siempre se realizaba en el campo. No obstante, incluso en estas prácticas de 10 días, durante los 5 primeros días las COE realizaban el programa de instrucción que sus capitanes determinasen, dejando los segundos 5 días para las actividades de preparación del aniversario, normalmente en forma de parada y desfile seguido de una exhibición. También había que coordinar con las otras COE la salida a la fase de agua pues se utilizaba el mismo lugar y los materiales de agua se concentraban en la unidad que realizara la fase, lo que proporcionaba otra ventaja sobre las COE.
Muchas de las peculiaridades de las COE <<independientes>> se mantuvieron una vez encuadradas en un GOE: la marcialidad en las formas, el desplazarse a paso ligero a todos los lados, ya sea en horas de servicio como fuera de ella, la prueba de la boina, el orgullo de ser guerrillero, etc.
En definitiva, se podría concluir que la integración de las COE en los GOE tuvo muchas más ventajas que inconvenientes, no sólo desde el punto de vista administrativo sino también en el aspecto de instrucción y adiestramiento; en cuanto al espíritu de estas unidades sin par, el pertenecer a un GOE nunca fue un óbice para que continuara en los altos niveles que se tenía. Fue una evolución lógica que ayudó a incrementar el prestigio y leyenda de las míticas COE, antes <<independientes>> ahora encuadradas en un GOE, pudiendo mantener su peculiar estilo de vida: “nuestro puesto está al aire libre y con el arma al brazo, nuestro manto son las jaras, nuestro techo el firmamento”.
Soto del Real, a 30 de noviembre de 2023