Subteniente Miguel Ángel Ruiz Galay
Antiguo Sargento de la COE 81
En 1993, un grupo de componentes de la COE 81 realizó el que, probablemente, fue el primer descenso integral del barranco de El Río, en la isla de Tenerife. Partiendo desde las Cañadas del Teide, a casi 2400 metros de altitud, este cauce desemboca en el Atlántico. Son casi 20 km de recorrido a través de un terreno que se mantenía prácticamente virgen, sobre todo en su primer tercio, mucho más angosto y salvaje.
Este es el relato que se escribió en aquel entonces sobre los tres apasionantes días que llevó realizar el descenso. No se llegó a publicar en ninguna parte, por lo que lo presentamos en la revista Boina Verde como absoluta primicia. Los negativos de las fotos se perdieron, los originales que se han podido recuperar han perdido calidad, y algunas imágenes proceden de las fotocopias que se hicieron del artículo impreso, pero todas transmiten perfectamente la intensidad de la aventura.
Playa, sol, olas y guiris. Eso es lo único que nos parece a los de fuera que nos vamos a encontrar en la isla de Tenerife. Pero qué sorpresa cuando, además de todo esto, nos encontramos una montaña de 3718 metros, el Teide, que le va a dar todo su carácter a la isla.
Es a partir de ese momento cuando se nos empiezan a romper los esquemas y comenzamos a pensar en la gran tontería que hemos cometido dejándonos en la Península las cuerdas, el arnés de escalada, las cintas exprés, los crampones y el piolet, el parapente, la bicicleta de montaña, las botas de trekking y el material de espeleología.
Las posibilidades del deporte de aventura son infinitas en todas las islas del archipiélago y la de Tenerife sobresale sobre casi todas las demás en todos los terrenos: en el mar, en la montaña, en el aire y en el subsuelo. En la Compañía de Operaciones Especiales Nº 81, con base en Tenerife, hemos llevado a cabo una de estas aventuras.
Se trata del descenso del barranco de El Río, de 20 kilómetros de longitud y casi 2400 metros de desnivel. Nuestra información sobre el barranco se basaba en la que nos proporcionaron miembros de un grupo de montaña y del grupo de espeleología «Trajinaste» que habían realizado el descenso de la primera parte del barranco.
También nos fue muy útil una reseña realizada por un antiguo guerrillero que había bajado esta primera parte unas semanas antes. Ninguno de ellos conocía el resto del barranco, aunque les constaba que había sido bajado por algunos escaladores de la isla.
El 25 de mayo, el capitán Cristóbal, el alférez Morales, el brigada Frade, el sargento Galay y los cabos profesionales Yanes, Oliva, Hernández, Lázaro y Cantalejo, comenzamos a 2373 metros de altitud, en la Degollada (collado) de Guajara a descender el barranco.
Nada más iniciar la bajada vimos una manada de muflones que cruzaba el barranco. Hora y media después se encajona el barranco y nos encontramos con el primero de quince rápeles de alturas que iban desde 7 hasta 40 metros, que tendremos que bajar en la primera jornada, además de más de una docena de destrepes o pequeñas cascadas en las que nos descolgábamos con la ayuda de la cuerda, y algunos saltos de unos siete metros a pozas de agua.
Durante toda la jornada nos acompañó el agua y, continuamente, teníamos que mojarnos, en ocasiones nadar en badinas, que sin ser muy largas, sí que eran profundas, y como no se podían evitar sin perder demasiado tiempo, había que zambullirse.
Otras veces, era rapelando en unas cascadas preciosas, llenas de musgo, cuando uno se encontraba debajo de un aguacero, por lo que se agradeció llevar el neopreno; excepto el brigada Frade, que no encontró para sus 1,90 metros, y el sargento Galay y el cabo Yanes, que consideraron que ocupaba demasiado espacio en la mochila.
Todo el recorrido de la primera jornada fue espectacular, especialmente por los efectos que producía la luz al penetrar en la oscuridad del barranco, a través del agua salpicada por las cascadas de 40 metros y reflejarse en la brillante roca negra.
Al final del día, extenuados, completamente mojados y ateridos a pesar del neopreno, pero alucinando todavía por la experiencia, llegamos a la senda que cruza el barranco y que enlaza con la pista del parque recreativo de Madre del Agua, donde pernoctamos.
Habíamos bajado hasta una altitud de 1410 metros y, hasta aquí, llegaban las informaciones que teníamos. Del resto del barranco no sabíamos nada acerca de rápeles, pozas, su número y su longitud, tiempo de descenso, puntos con posibilidad de abandono del cauce, etc.
A la mañana siguiente continúa el descenso y después de evitar un rápel que exigía darse un baño matutino muy poco apetecible, encontramos un rápel de 45 metros, pero que se incrementa en 15 metros más, pues montamos el anclaje fuera del cauce.
A parte de este rápel y siete más y algunos destrepes, el día de hoy es más tranquilo, el agua aparece y desaparece sucesivamente del cauce y no hay ninguna poza que no se pueda evitar. La tercera y última jornada será tan emocionante, dura y divertida como la primera.
El día comienza en la presa de El Río, situada a 590 metros de altitud, y se caracterizará por la estrechez del barranco, que le hace merecer la denominación de cañón; y por las innumerables badinas o pozas de agua, las cuales no se pueden evitar debido a lo encajonado del barranco.
Para bajar al cauce aprovechamos las escaleras del interior de la presa, por donde llegaremos al sobradero y de ahí a una canal que nos permite acceder al cauce. La presa no tiene agua ni tampoco el cauce, por lo que la nota negativa de la jornada la dará el hecho de que el agua de las pozas está estancada. Pero lo peor será que a la altura del pueblo de El Río, la cantidad de basura en el agua es tal que nos obliga a salir del barranco y entrar más adelante.
Posteriormente la jornada fue muy divertida, con muchas pozas. La mayoría se pueden saltar o caer a ellas deslizándose por un tobogán, ideal para realizar después de la época de lluvias. Después de tres jornadas y treinta horas de actividad dentro del barranco, llegamos a la autopista del Sur. Allí dejaremos el equipo y en una corta carrera bajaremos el barranco hasta el mar, donde nos daremos un potente baño.
Esta aventura ha terminado. Hemos vivido una gran experiencia dura, pero gratificante y sabemos que ahora contamos en la COE 81 con un equipo de soldados profesionales, capaces de organizar y coordinar en la vanguardia de la unidad, las tareas de montaje y desmontaje de los medios necesarios para permitir sortear obstáculos naturales al resto de la patrulla.
Ahora solo resta esperar unos días hasta la siguiente aventura. Será el 30 de mayo. La VIII Vuelta Atlética por equipos a la isla de Tenerife. Una carrera de 215 kilómetros por relevos, con equipos de 14 corredores. Pero bueno, eso será otra aventura….