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Vie 01 marzo 2024
De ratoncillos y hombres
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Teniente Coronel José Carlos Huerta (GOE I, UOE 13, 1982-84; 1985-87)

Mi primera operación de cierta envergadura como militar profesional tuvo lugar en marzo de 1983, en la isla de Cabrera.

La llamada operación Cabrera-83 se diseñó como un ejercicio de helitransporte del Grupo de Operaciones Especiales Órdenes Militares I (GOE I), el único existente en esa fecha en el ejército español, diseñado para estudiar los problemas logísticos que a una unidad tipo batallón le surgirían. Hasta ese momento, nadie había estudiado la capacidad logística de esta unidad.

En las órdenes de operaciones de la década de los ochenta era normal que en el apartado de “Logística” simplemente se escribiera: “Logística, no se trata”.

Por lo tanto, en el ejercicio Cabrera-83, el eje principal era el logístico, con helitransporte incluido. La logística no solo es la alimentación y el agua; la logística es absolutamente todo: munición, equipos radios, baterías, sanidad, comida, agua, combustible, evacuación sanitaria, exfiltración…

Por consiguiente, la plana mayor del GOE I trabajó intensamente en una especie de “GOE modular” que fuera capaz de infiltrarse a más de 600 km, combatir, sobrevivir un periodo de tiempo limitado (10 días) y exfiltrarse. Y esa fue la línea de acción marcada por su comandante jefe Muñoz Manero.

Como anécdota, recuerdo el horroroso peso de las cajas de munición de 7,62 mm, porteadas a mano, además del resto del equipo de combate. En prospectiva, creo que fue un ejercicio logístico “audaz”, siendo el GOE I el primero en llevarlo a cabo como posterior estudio de las capacidades logísticas de las unidades de operaciones especiales. Como siempre, nuestro GOE I fue, una vez más, el pionero, el primero.

Me presenté en el GOE I en agosto de 1982, como sargento de la VI promoción de la Escala Básica de Suboficiales, engrosando la lista de revista de la Unidad de Operaciones Especiales nº 13 (UOE 13).

Mi primer capitán, mi primer teniente, mi primer brigada, mis primeros compañeros de empleo y, por supuesto, mis primeros soldados de reemplazo, militares disciplinados que te contagiaban de  su espíritu de GOE nada más llegar.

Pero antes de Cabrera-83, siguiendo el plan de instrucción anual, efectuamos salidas a la Pedriza (septiembre y noviembre de 1982, prácticas de escalada); El Palancar (octubre de 1982, fase con los BMR); Cotos (enero de 1983, fase de nieve) y Castillo de Bayuela (febrero de 1983, fase de combate y topografía). Es decir, mi primera operación fuera de nuestra área geográfica fue el helitransporte a la isla de Cabrera, en los CH-47 (Chinook) de nuestras FAMET. Todo un reto.

De la operación en sí ha escrito un artículo el que fue teniente de la UOE 12, Antonio Rueda. Por lo tanto, no voy a repetir yo lo mismo. Solo quiero comentar algunos recuerdos generados al leer el referido artículo de Antonio Rueda.

Los ratones  de Cabrera son muy sociales

Desplegados en la zona oeste de Cabrera, la UOE 13 eligió los lugares de ocultamiento de los equipos operativos. En mi caso fue una pequeña cueva que acondicionamos para ello, donde disponíamos de unas inmejorables vistas de la bahía de la isla y de su pequeño puerto. El cabo de Salinas, en la isla de Mallorca, dista 16,5 km al noreste de mi punto.

El último día de ejercicio, preparándonos ya para el regreso a Colmenar Viejo, el teniente jefe de mi equipo operativo (Villar Pérez) me ordenó que contactara físicamente con el capitán Jáuregui para recibir las coordenadas de reunión. Y eso hice.

Localicé a mi jefe de compañía y me presenté a él militarmente. El capitán, con el equipo recogido para partir, estaba ultimando algunos detalles de última hora, así que entablé una pequeña conversación de tipo “no militar”:

-Mi capitán, ¿qué tal la comida y el pan durable del teniente médico?

-Bien, bien. Las raciones algo monótonas, pero el pan durable ha sido un gran acierto.

-¿Qué tal el sitio de vivac durante estos días?

-Bien. Hay una buena visión del paisaje y de las estrellas. Además, al comer el pan durable, los ratoncillos de la zona venían a comer conmigo.

-¿Ratoncillos?

-Sí, en todos estos días hemos establecido una “estrecha relación de amistad”. Así que ahora tendré que despedirme de “mis ratoncillos” con “efusivos abrazos”

La anécdota de los ratoncillos de Cabrera es real y debo decir que las lagartijas de la isla también se acercaban a curiosear muy cerca de las personas.

Han pasado cuatro décadas desde entonces y, cuando alguna vez me encuentro con el que fue mi primer capitán de la UOE 13, le suelo recordar los ratoncillos de Cabrera y los “efusivos abrazos” de despedida de final de misión.

El jabón y el agua de mar

Había oído a gente que vive en zonas de agua con mucha cal que el jabón apenas hace espuma y que las lavadoras se estropean a causa de ello. Pero tengo que decir que, con 20 años, era el menor de mis problemas.

El noveno día de estancia en la isla de Cabrera, con la cara y las manos embadurnadas de negro, junto a la mugre acumulada por todos los días de ejercicio táctico, habían creado una costra marrón negruzca sobre mi piel y la de mis soldados, así que tuve que tomar medidas urgentes.

Elegí un cercano acantilado totalmente al oeste de mi posición, donde el mar penetraba entre las rocas y ¡allá nos fuimos!

Equipados con un pequeño trozo de jabón, el armamento y la mochila de combate, bajamos la pendiente del acantilado como pudimos hasta “chocar” con el agua del tranquilo mar. Allí nos despojamos de nuestras sucias ropas y nos sumergimos en el agua hasta la cintura, frotando enérgicamente la pastilla de jabón contra nuestra piel. Pero el jabón parecía defectuoso y no hacía nada de espuma, así que también usamos algo de arena a modo de lija para eliminar la capa de suciedad incrustada. Lo último fue cepillarnos los dientes con agua salada, aunque la pasta dentífrica parecía inerte.

Tras el baño en el mar y equipados con la misma ropa sucia, volvimos otra vez a nuestra guarida, la pequeña cueva. Mañana a esa hora, una ducha caliente nos estaría esperando en Colmenar Viejo.

Madrid, 17 de  diciembre de 2023

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Efeméride
Mar, 08 julio 2025 19:56

El 24 de abril de 1547 se produjo la batalla de Mühlberg; en ella, aprovechando la oscuridad de la noche y la densa niebla que poblaba la zona, pequeños grupos de veteranos españoles cruzaron a nado el río y eliminaron a los pocos centinelas sajones que vigilaban la otra orilla para que el resto de la fuerza pudiera cruzarlo con seguridad. Sin neopreno ni nada parecido. 

<<en las COE,¿Quien no ha hecho una infiltración en una noche guerrillera para adiestrarse en acciones similares? >>

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