Comandante (reserva) José Alfonso Blas López
Diplomado en OE y Montaña
Acción directa y reconocimiento especial
Las Unidades de Operaciones Especiales siempre se han caracterizado por conseguir en la instrucción calidad sobre cantidad. Un riguroso proceso de selección de personal y una dura formación, en la que además de saber lo que cualquier otro soldado, adquirían todos los conocimientos necesarios para ser un soldado de operaciones especiales: un guerrillero. Además de la instrucción individual, un altísimo grado de iniciativa ha sido el motor principal que impulsaba su preparación; más si cabe, cuando tenían que estar capacitados para combatir en pequeñas patrullas, a veces aisladas y a gran distancia de las fuerzas propias.
Por otra parte, en cuanto al armamento y material, estas unidades, que parten de tener un equipo y unos suministros similares a los del resto de las Fuerzas Armadas, poco a poco, y debido a la particularidad de que sus misiones evolucionaron en muchos casos de una forma diferente, se van adaptando a los niveles que el soldado de operaciones especiales requiere.
En poco tiempo y fruto de las exigencias y necesidades de poder operar de manera más especializada, se crean en los años 90, las secciones de Acción Directa y Reconocimiento Especial. Además de las necesidades técnicas, surgen otras fruto de la necesitad de poder trabajar en cualquier escenario y utilizar para ello diferentes formas de inserción y exfiltración, dando lugar a la creación de las unidades de especialistas. Unidades que permitiesen al soldado de operaciones especiales, además, operar en cualquier ambiente y lugar del mundo. Es en el año 1995 cuando se crea en el GOE III la Sección de Especialistas. Esta sección disponía de un pelotón de especialistas en agua, uno de montaña y otro de paracaidismo; este último, en las fechas de las que hablamos, solo figuraba en papel, sin dejar de ser un ambicioso proyecto que más tarde se convertiría en realidad.
La especialidad de montaña es, en cierto modo, inherente a la vida del propio guerrillero, donde todo miembro del GOE III a lo largo de los años se ha familiarizado en las tácticas, técnicas y procedimientos elementales; pero hacía falta algo más. Hacía falta que al menos un pelotón, siendo más tarde un equipo operativo, el que tuviese los conocimientos técnicos, capacidad física y psicológica, además del material necesario y suficiente, para poder vivir, moverse y combatir en alta montaña y en condiciones de frío extremo.
Llegado a este punto del artículo, voy a personalizarlo un poco más para contar lo que es una historia del GOE III que, con el paso de los años, mucha afición y no sin dificultades se fue convirtiendo en una aventura que, poco a poco, nos fue llevando al cabo mayor Carlos Cardelle y a mí, a lanzarnos a algunas expediciones más allá del continente europeo.
Sección de especialistas: el pelotón de montaña
Es en septiembre de 1996, una vez terminado el Curso Superior de Montaña, tuve la suerte de obtener la confianza del teniente coronel Bataller y el apoyo de su jefe de operaciones, el comandante Jesús de Miguel, para mandar la Sección de Especialistas.
Mis primeras maniobras en montaña como jefe de esta sección fueron en septiembre de 1996, en Cerler. El valle de Benasque, donde se encuentra este pequeño pueblo, es denominado por muchos montañeros, como El Valle Rey.
Personalmente, en lo referente a la montaña, tenía que liberarme del cordón umbilical que suponía la dependencia del cuadro de profesores de la EMMOE, para empezar a tomar iniciativas propias, lo que no fue nada fácil, pues en el GOE III no había tradición de este tipo de actividades, como sí sucedía en las unidades de montaña.
Nada más llegar al valle de Benasque, sentí la necesidad de salir en busca de reseñas de escalada e información suficiente para instruir y adiestrar a estos especialistas. La primera opción, la más fácil, fue ir a la Escuela Española de Montaña de Benasque pensando que, nada mejor que un centro de formación para obtener lo que necesitaba. La sorpresa fue, que nada más entrar, me encontré a un tipo de buen aspecto, moreno y con melena que me saluda llamándome por mi apellido: “Hombre, Blas”. Sin reconocerlo, se presenta como Adolfo Boraita, quien estuvo en el GOE III, en el año 85. Boraita, se había convertido en un experto montañero que había estado en diversas cordilleras del mundo y, en ocasiones, impartía clases en esta escuela. Boraita, no hizo otra cosa que introducirme, por ende, introducirnos poco a poco en el mundillo de los montañeros de Benasque. José Manuel Pérez, el director de la Escuela; Carlos Barrabes, de la famosa tienda que lleva su apellido; Ángel, del GREIM de Benasque, quien además puso una patrulla para acompañarnos en las que fueron las primeras escaladas clásicas del pelotón; “El Insumiso”, que extrañamente, quería relacionarse con esta pequeñísima unidad; José Carlos Martínez, quien trabajaba de guía en las Montañas Rocosas y en verano era compañero de Boraita como profesor y otras cuantas personas más se volcaron en ofrecernos lo que cada uno tenía para hacer más fácil nuestra tarea.
El cabo 1º Carlos Cardelle ya formaba parte de este equipo cuando yo me incorporé. Un guerrillero con una fuerza y una resistencia extraordinaria que hacía todo lo posible por hacer fáciles las cosas complicadas y que, además, tiraba del carro para que este rodase más rápido y en armonía. Poco a poco, empieza a haber entre estos montañeros una gran complicidad. Complicidad que termina extendiéndose a la vida civil en la que empezamos también a compartir escaladas y vivencias montañeras durante los fines de semana.
La situación en Bosnia y Herzegovina nos lleva de misión a los Balcanes y, a partir de ahí, desaparece ese pequeño embrión, que lo fue, de lo que ahora son los Equipos Operativos de Especialistas en Montaña. Pero lo que no desapareció fue la pasión por realizar escaladas los dos juntos. Los nuevos destinos de algunos de los miembros del pelotón de montaña o su pase a la vida civil de otros, hicieron que Carlos y yo siguiésemos, aunque ya prácticamente solos, practicando este deporte que tanto nos estaba dando. Sin embargo, las situaciones personales de ambos y algunas misiones en el exterior frenaron el progreso que con tanta energía habíamos tomado en la fase inicial. Pero Calos Cardelle y yo formamos un binomio guerrillero que escaló las cumbres más altas del mundo (ver anexos)
Conclusión
En la mayoría de estas montañas, debido al mal tiempo, la gran altitud y las ubicaciones geográficas donde suelen ocurrir los accidentes, es muy raro que el personal de rescate pueda responder a una emergencia de manera oportuna, por lo que siempre nos hemos sentido responsables de nuestra propia seguridad y hemos hecho lo posible por tener el conocimiento suficiente, los materiales, el entrenamiento y el sentido común necesario para poder realizar cualquier expedición en completa autonomía.
Aun así, después de escalar en cadenas montañosas de casi todos los continentes; después de escalar en roca y hielo, en muchos sitios; después de hacer esquí de travesía en Alpes, Pirineos, Sierra Nevada y Sierra de Gredos; después de tantas cosas, nos sentiremos tan pequeños como grandes son esas montañas. Aun así, estar en ellas, pero, sobre todo, compartirlas ahora con vosotros, guerrilleros, nos hace disfrutar de nuevo la experiencia.
Para sumar a lo ya expuesto, el hecho de ser miembros de las Fuerzas Armadas, pero sobre todo de las Unidades de Operaciones Especiales, nos ha ayudado a organizarnos mejor para ser eficaces, nos ha enseñado lo que es la cohesión para sumar y nos ha ayudado, también, a tomar las mejores decisiones para llevar a cabo nuestra misión.
Cuando se trata de montañas tan bonitas como el Amadablam o el Cervino, no hace falta tener la capacidad técnica, física o psicológica para sentir deseos de escalarlas. Simplemente, las ves y deseas estar allí. A los que nos gusta la montaña soñamos con escalarlas y, ese sueño, se hizo realidad. Un sueño comenzó en la Sección de Especialistas del GOE III, en su Pelotón de Montaña, hace casi 30 años, y que todavía sigue vivo en nuestro espíritu y nos acompaña en nuestra boina verde.
El proyecto de Carlos
Carlos, ahora mismo, vive con el sueño de realizar su proyecto de «Las Siete Cumbres». El reto de ascender las montañas más altas de cada uno de los seis continentes. Un sueño, lleno de esfuerzos, planeamientos y entrenamiento. A día de hoy, ya tiene consigo el Kilimanjaro, el Denali, y el Aconcagua. Desde aquí, le deseamos toda clase de suerte en este enorme proyecto.
