Comandante (retirado) Manuel Viózquez Cerón
Primer Suboficial Mayor con destino en el GOEIII
Al desaparecer la orientación defensiva que tenía el Ejército en su despliegue, desaparecen las Brigadas de Defensa Operativa del Territorio (BRDOT), por orden 8293/146/84 del 20 de junio. A partir de ese momento, la instrucción de la COE gira en torno a un difuso programa interno de la unidad, en espera de la plena organización del GOE, tanto de personal, como de armamento y equipo.
Desde este cambio de dependencia, dejan de realizarse los temas con dichas brigadas, que generalmente eran ejercicios de guerrillas (las COE) y de contraguerrilla los diferentes regimientos de la brigada DOT.
A la guerrilla no se le puede delimitar en tiempo y espacio, así como la definición de objetivos para provocar encuentros, que casi siempre eran irreales, imposibles de destruir por su complejidad y tamaño; esto unido a unos malos arbitrajes, todo manipulado por una cómoda e inexperta dirección, hacia que la guerrilla seleccionara mucho sus movimientos para no ser pillados, como si fuera un juego de niños.
La vida de la guerrilla se basa en el conocimiento del terreno, buena preparación y en elegir el momento y lugar para sus acciones, además de sus sentimientos nacionales o ideológicos.
Con nuestros soldados en ejercicios de guerrillas, estábamos limitados por el nivel de instrucción y la fecha de incorporación, ya que nunca era parejo al componerse de varios llamamientos e incluso reemplazos. Ello se traducía en el terreno a unos ligeros reconocimientos para montar algún depósito, insuficientes para casos de dispersión de los guerrilleros a medio instruir. Contra las unidades de la BRIDOT, era relativamente fácil el obtener ventaja por la poca operatividad en acciones de contraguerrilla, poco entrenamiento, desconocimiento del terreno, con mínima soltura para moverse en unidades tipo sección campo a través, por lo que se falseaba la naturaleza de un ejercicio en un “que te pillo, a por ellos, etc.”.
Los dos ejercicios de guerrillas y contras más importantes, próximos a una hipotética realidad, eran contra la Brigada Paracaidista y en Jaca con el Curso de Operaciones Especiales.
En el año 1984, del 2 al 22 de junio, la COE31. al mando del capitán Acevedo, participó como contraguerrilla en la EMMOE para el Curso de Operaciones Especiales que hacía de guerrilla en Jaca (Huesca), con cuatro secciones: una al mando de cada teniente y otra al mando del brigada. En esta zona, el personal civil, ya por costumbre, casi participaba en el ejercicio, soportando controles de carretera, rastrilleos, emboscadas, revisión de autobuses e incluso a la simulación de fusilamientos. Ese año la guerrilla se pasó un poco del guion. Hubo algunos problemas que casi todo el mundo conoce. Posteriormente se cambió el sentido de las Operaciones Especiales y quedó apartado lo de guerrilleros. Evidentemente, con las nuevas tecnologías, superioridad aérea y satélites es complicado que una guerrilla superviva.
Contra la Brigada Paracaidista, el GOE III, al mando del comandante Perote, se trasladó a la zona de Griegos (entre Teruel y Cuenca), muy bien conocida por la Brigada por hacer allí este ejercicio, año tras año. Actuamos de guerrilla. Un mes antes, se realizó una salida de diez días a dicha zona para reconocerla y montar depósitos, a la vez que se asignaba objetivos a las partidas. Mi partida la dividí en dos grupos: uno compuesto por veteranos al mando del sargento Parra y otro mío en la zona central de Orihuela del Tremedal, formado por soldados recién incorporados, más un cabo y un veterano. En el reconocimiento y montaje de depósitos (por supuesto de día) todo pareció claro; pero por la noche todos los gatos son pardos.
Durante el ejercicio, mi partida siguió dividida en dos. El grupo del sargento Parra consiguió mantenerse alejado de las hordas contraguerrillitas que actuaban sin el mínimo rigor táctico. Mi grupo, limitado en instrucción y conocimiento del terreno, de noche “era una clueca con sus pollitos pegados”. En esta guerrilla, mi mayor y única preocupación era no perder a ningún componente del grupo. Tenía que ir marcando puntos de reunión cada 300 metros o menos por si había una dispersión. A esto se me unió la acción totalmente parcial de un teniente árbitro paraca que me vendió por un plato de lentejas y acabé en la “colina de la hamburguesa”, esquivando rayos. Este lugar era el elegido por el comandante Perote para recluir a los que de una forma u otra fuimos capturados por la Brigada Paracaidista, para no reintegrarnos de nuevo al ejercicio. Se trataba de uno de los puntos de mayor cota de la zona, con algunos arbustos de sabinas con todos sus trocos marcados por alguna descarga eléctrica; casi todos los días teníamos tormentas cargadas de rayos y poca lluvia.
Las mejores guerrillas y ejercicios de contraguerrilla siempre las hemos hecho entre nosotros. Muchos de los encuentros o emboscadas eran también un poco forzados o enmarcados en una determinada zona; pero siempre con una preparación, ejecución táctica irreprochable. Aun así, me acuerdo de una salida al monte de La Hunde, donde el ejercicio se paró a los tres días para buscar a un guerrillero que, afortunadamente, apareció. No le paso nada (si no contamos la bronca del comandante y del escalón de mando).
En 1985, del 25 al 4 febrero, en la zona de sierra de Espuña, la COE31 realizo las primeras guerrillas internas en el GOE para lo que se le agregó una sección formada por personal de la COE 32 y COE PLM, siendo la primera cooperación entre unidades de GOE III. En este ejercicio pusimos en marcha la novedad de los “indios”, su misión era obtener información, indicios y huellas para no mover a las secciones de contraguerrilla a lo loco y tenerlas siempre preparadas para actuar.
En marzo de 1986, fueron las primeras de GOE en la zona de Moratalla (Murcia), condicionadas por la lluvia y la niebla. Digamos que fueron un poco accidentadas. La guerrilla al mando del teniente Colomina con su sección y una OCA al mando del brigada Viózquez. El resto del grupo, de contraguerrilla, al mando del capitán Bataller, siendo el comandante Tiedra y capitán Acevedo, la dirección del ejercicio.
La contraguerrilla, generalmente, actúa como el que va de ojeo de conejos, al sentirse seguro que no recibirá un disparo, tropezar en una trampa, mina o ser capturado.
Las sensaciones del guerrillero son, por el contrario, muy recurrentes al pasado del hombre primitivo, integrado en el monte, una vida de animal salvaje, al iniciarse el oscurecer, tu sentidos se van agudizando. Entiendes que este es tu medio, tu momento para moverte más o menos confiado, siguiendo el proceder como lo haría un corzo (el duende del bosque). Entran por tu nariz los olores de la noche, que en otro ejercicios no hubieras reparado en ello; tus oídos son tus ojos; atento a cualquier movimiento, a veces, un gran sobresalto, que eriza los pelos, o bien sale de los pies un gran jabalí, un ciervo, o una inocente perdiz; te recuperas tomando aire y la piel de gallina vuelve a suavizarse. Cumples con tu misión o desplazamiento, mirando la hora. Ves amenazante aproximarse el amanecer. Casi te sientes como la Cenicienta. No te saldrá una calabaza de la mochila; pero es muy posible que, de no tomar las debidas precauciones, puedas tener un no deseado encuentro con la contraguerrilla o alguien que te pueda delatar.
Escondido en tu guarida bajo un matorral, con viento, lluvia, nieve, truene o relampaguee, a veces, empiezas a tiritar de frío. Aun dormitando, siempre tendrás un ojo observando y un par de vías de escape, por si tienes que cambiar de refugio. Todas estas inclemencias son aliadas de la guerrilla, excepto la nieve que siempre delatará tus movimientos; las adversidades del tiempo y el cansancio te van desgastando; pero tus ideales son los más fuertes y tu espíritu debe ser inquebrantable.
Cuando cuentas con veteranos ya bien instruidos, disfrutas; puedes poner en practica todos protocolos de guerra de guerrillas. Cuando no es así, sufres y lo único que quieres es que el ejercicio se acabe lo más pronto posible para evitar accidentes y no perder alguno de tus hombres.
Los ejercicios de guerrillas, como la excelente tropa de reemplazo, es historia que nos trae grandes recuerdos para los que hemos vivido y disfrutado de estas vivencias. También como algo similar se hacían los ejercicios de patrullas de todos contra todos en una zona limitada de terreno para forzar encuentros de contacto y ruptura de contacto para alcanzar los objetivos de instrucción, que marcaba el mando de la unidad.
Quiero terminar recordando unas estrofas que se cantaba en alguna COE: “Cuando vayas por el campo, no pises las amapolas que están regadas con sangre de la guerrilla española”.
