Teniente Coronel José Carlos Huerta (GOE I, UOE 13, 1982-84; 1985-87)
El equipo operativo lleva varias semanas probando el nuevo sistema de cifrado basado en números. Si tiene éxito, significará acortar los tiempos de transmisión radio en, al menos, un 90 %. De momento, el teniente Javier de Frutos Mayor, los sargentos Pedro Vázquez Velasco y José Carlos Huerta Ovejero, hacen simulacros de mensajería entre sus equipos para evaluar la fiabilidad del innovador sistema.
En mayo de 1987 (del 19 al 28), en la parte este y sur de Cuenca, tuvieron lugar las maniobras de guerrillas y contraguerrillas, donde la unidad enemiga, la Brigada Paracaidista (BRIPAC), con su buen hacer, nos lo puso difícil. En la zona de acción del ejercicio se articularon dos guerrillas: la oeste y la este, que a su vez organizó seis partidas, tres por cada guerrilla. La guerrilla oeste, al mando del capitán Julio Herrero Isla, jefe de la UOE 13; la guerrilla este, al mando del capitán Pedro Dávila Pérez, jefe de la UOE 11.
Este tipo de ejercicios, siempre exigentes, presenta un reto más: el despliegue de unidades de escucha e interceptación de la compañía de transmisiones de la BRIPAC.
Las transmisiones en el GOE I en 1987
Los equipos radio del GOE I del año 1987 estaban constituidos por material (antiguo) de VHF (Very High Frecuency), de procedencia americana o inglesa. A mediados del año 1984 se agregaron varios equipos de transmisión de HF (High Frecuency) para la realización de patrullas de reconocimiento en profundidad (PRP), como el AN/PRC-74B (de 2 a 18 Mhz) de la década de los sesenta y la UK/PRC-320 (de 2 a 30 Mhz), más moderna y acorde a los tiempos. Los sistemas de cifrados eran totalmente manuales y artesanos, basados en procedimientos usados en la II GM, obsoletos ya en la década de los ochenta. No obstante, a modo de instrucción se seguían utilizando.
El veterano AN/PRC-77, de 1966 (de 30 a 75,95 Mhz), ampliamente usado por el ejército, junto a la peculiar BCC 349, de 1978 (de 37 a 46 Mhz), para enlaces entre equipos básicos, conformaban la piedra angular de las transmisiones. Alguna radio vehicular (PRC-77 con amplificador) cerraba el listado.
Con la llegada a la unidad, en el otoño de 1985, del nuevo oficial de transmisiones del GOE I, teniente Antonio Pérez-Rendón González, toda la instrucción en esta disciplina evolucionó espectacularmente, alcanzando el personal en su conjunto mayor precisión y eficacia en los procedimientos de enlace, especialmente con las emisoras de HF. Además, el teniente realizaba acciones locales de guerra electrónica, con dispositivos portátiles para ello, con lo que los equipos operativos comenzamos a tomar conciencia de la realidad, que hasta entonces era solo teoría. El trabajo de la sección de transmisiones se notaba mes a mes, consiguiendo logros singulares, como garantizar el enlace (en VHF) permanente entre un convoy que se desplazaba desde Colmenar Viejo hasta Campanario (Badajoz). Y todo ello fue producto de la dedicación y especialización de la nueva sección.
Aspectos generales
Sobre una extensión aproximada de unos 1800 km2, las seis partidas guerrilleras desplegaron en sus respectivas zonas de acción. Cada una de las guerrillas había diseñado su propia IBT (Instrucción Básica de Transmisiones). Concretamente, la guerrilla oeste diseñó su nuevo procedimiento de cifrado de mensajes basado en números, con lo que se pretendía acortar los tiempos de emisión. Se harían dos transmisiones cada día, al orto y al ocaso y una transmisión ciega al mediodía por parte de la base. La duración de los mensajes no debía superar los diez segundos.
La composición de un equipo operativo, de 26 hombres, era la siguiente:
- Dos equipos elementales mandados por un sargento, de doce hombres cada uno; cada equipo elemental se articulaba en tres equipos básicos de cuatro hombres, con un cabo al frente de ellos.
- El mando lo ejercía un teniente junto a su operador radio.
A la hora H del día D (a las 18:00 horas del 19 de mayo de 1987) comenzó el ejercicio, con la asignación de misiones genéricas a las distintas partidas, para lo que se estipularon objetivos de clase 1, 2 o 3, según fueran de compañía, sección o pelotón respectivamente.
Ataque a un objetivo tipo 3
A mi equipo elemental se le ordenó el ataque a un objetivo tipo 3, que simulaba un depósito de municiones, en la práctica una casa de campo en medio de una zona sin vegetación, defendida por un pelotón de paracaidistas aumentado, distante unos 12 km de nuestro refugio.
La marcha se inició al ocaso, entre dos luces, con el armamento y material necesario a cuestas, dos ametralladoras ligeras MG-42 de 7,62 mm, dos morteros Comando de 60 mm, tres C-90 y el armamento individual de dotación, lo que incluía dos fusiles de asalto (FUSA modelo C de 7,62 mm) equipados con intensificadores de luz. Además, se agregó el equipo básico del sargento Vázquez Velasco con el mortero Comando y su ametralladora ligera MG-42, lo que aumentó considerablemente la potencia de fuego del equipo elemental.
El binomio de observación se adelantó al inicio de la marcha en 30 minutos, a fin de buscar un punto de observación óptimo sobre el objetivo. El ciclo lunar era menguante, lo que suponía tener un 50 % de disco lunar en la segunda mitad de la noche, decreciendo cada día.
Durante algo más de dos horas, el dispositivo de ataque se aproximó al objetivo, hasta una distancia de unos 2 km, donde se hizo alto, a la espera de estudiar la información que debía ser proporcionada por el binomio de observación.
La observación sobre objetivo
Establecido el punto de observación a unos mil metros de distancia al objetivo, sobre las 22:45 horas, inicialmente la visualización del mismo no fue posible, por la oscuridad reinante y el dispositivo de seguridad táctica del pelotón de paracaidistas, con su personal totalmente oculto y en silencio. Sin duda, sabían lo que hacían.
“Como es habitual en los ejércitos, los relevos de centinelas (escuchas) se realizan cada determinado número de horas; además, el ansia propia de la espera hace que el que va a ser relevado visualice con frecuencia la hora del reloj, incrementándose a medida que se acerca el momento del relevo, o eso esperaba. Finalmente, una luz imperceptible al ojo pero amplificada 2500 veces por las GVN (Gafas de Visión Nocturna), iluminó durante un par de segundos el objetivo, visualizando una pequeña casa de labranza, un vehículo camuflado y una patrulla tipo escuadra que probablemente fuera el relevo de los escuchas. Aun así, la información obtenida era claramente insuficiente; era necesario localizar y situar el mayor número de centinelas (escuchas) y el dispositivo de seguridad y reacción ante un ataque”.
Dos horas después, se completó la información obtenida, confeccionándose un croquis del dispositivo enemigo. Tras ello, se enlazó físicamente (a retaguardia) con el resto del equipo para estudiar y planificar el ataque.
Plan de ataque y articulación del dispositivo
En función a la información del croquis, una vez valorado el estudio de los factores de la decisión (misión, terreno, enemigo, meteorología, tropas, ambiente…) se articuló el despliegue del dispositivo de ataque en base a dos ametralladoras ligeras (MG 1 y MG 2), dos morteros Comando (MC 1 y MC 2), un grupo de protección (dos binomios con FUSA C con intensificadores de luz), un grupo de asalto/demolición (dos binomios). Además, un equipo básico agregado del sargento Vázquez daría cobertura al operativo. Se asignaron las misiones a cada grupo.
Se asignaron medios y misiones a los distintos grupos del equipo, memorizando cada uno su misión principal y realizando ensayos mentales en base a la repetición de cada misión. Las medidas de coordinación fueron inequívocas y conocidas por absolutamente todos, sincronizándose los relojes y chequeando los equipos radio. El plan de repliegue se memorizó también y se activó el punto de reunión principal y el alternativo.
Aproximación final al objetivo
La aproximación final duró varias horas, reptando sigilosamente por el terreno sin vegetación hasta el despliegue de los distintos grupos; el equipo de asalto y demolición intentaría infiltrarse hasta la distancia mínima de sorpresa (unos 80 metros del objetivo), donde se esperaría la señal de ataque. Afortunadamente, la oscuridad casi total y el hecho de que el enemigo no dispusiera de GVN nos favorecía, o eso me parecía. La luna sería visible por el este a partir de las 03:42 horas, lo que nos proporcionaba cierta ventaja táctica.
Se estableció una coordinación en tiempo, las 03:00 horas, momento a partir del cual, todo el dispositivo de ataque debía estar listo para la acción. De obtener la sorpresa, la señal de ataque sería dada por el equipo de protección, al batir sus objetivos marcados. Si el enemigo detectaba el dispositivo, toda la acción se precipitaría.
Dispositivo enemigo
La guarnición del objetivo era de un pelotón reforzado, con armamento tipo FUSA y una AML. Un vehículo ligero con estación de radio se situaba en las cercanías de la casa, donde se ubicaba el mando y una escuadra. El resto del personal se disponía en el perímetro, con cuatro centinelas (escuchas) y dos patrullas tipo binomio que enlazaban aleatoriamente con los puestos. Probablemente, el núcleo de reacción se situaría a unos 20 minutos como poco.
Inicio del ataque
Minutos antes de las 03:00 horas, todos los grupos reportaron su “en posición” vía radio (BCC 349); solo faltaba dar la orden de inicio de ataque, cosa que sucedió a las 03:01 horas.
A las 02:45 horas, los distintos grupos había trasmitido que estaban preparados y en posición. El grupo de asalto y demolición, a unos 150 metros, comenzó a avanzar reptando lentamente. A partir de ese momento, la sorpresa podía romperse en cualquier momento. Cuando se encontraban a unos 80 metros de la casa, ordené fuego al grupo de protección, a lo que siguieron las dos AML, los dos morteros Comando y los tres C-90. Un minuto después, con el cese del fuego de las ametralladoras y morteros, se inició el asalto y demolición del objetivo.
Iniciado el ataque, tanto los morteros como las AML y C-90 batieron sus objetivos asignados. El equipo de protección 1 y 2, equipados con intensificadores de luz para sus armas, hacían blanco fácil. Un minuto después, con el lanzamiento de 2 bengalas rojas, cesó el fuego, entrando en juego el equipo de asalto y destrucción, que finalizó su misión en apenas dos minutos.
Repliegue
Con la orden de repliegue, los distintos grupos iniciaron su marcha en dirección al punto de reunión principal, distante unos 4 km y activado durante una ventana de tiempo entre 50 a 85 minutos. Una vez agrupados, el equipo elemental prosiguió el avance hasta la zona “segura”, a unos 9 km, llegando con las primeras luces del alba. Tras chequear el personal y el equipo, se estableció un perímetro de seguridad total, temiendo una reacción enemiga en la zona durante las siguientes horas. Con la llegada del ocaso, toda la partida se alejó hacia el norte, estableciéndose en una nueva zona más segura, listos para la siguiente acción.
Epílogo
Este pequeño relato, ocurrido durante un ejercicio de guerrillas y contraguerrillas en Cuenca, en mayo de 1987, era el día a día de cualquier unidad de operaciones especiales en maniobras.
La motivación del soldado del GOE I era sobresaliente, siempre dispuesto a darlo todo y a esforzarse en el cumplimiento de la misión. Sus mandos sabían que disponían del mejor valor de todos: la persona.
Los soldados del GOE I, como los de las COE de entonces, los boinas verdes españoles, fueron la punta de lanza y el espejo de las actuales unidades de operaciones especiales, que se comenzaron a organizar a imagen y semejanza de la primera unidad tipo GOE: el Grupo de Operaciones Especiales Órdenes Militares I.
Sea este sencillo artículo sobre mis últimas maniobras en el GOE I, mi recuerdo a todos los soldados que una vez formaron en sus filas.
Madrid, 25 de septiembre de 2023