Cabo Federico Ramírez Orquín
Tuve la suerte de servir en la COE 12 del GOE I en el reemplazo 2º/91 bajo las órdenes de mandos como el capitán Íñiguez, tenientes Sáez Rocandio y Rocha y Castilla, de los que su trayectoria profesional es difícil igualar.
Y qué decir de esos mandos subalternos como Turbo, Pecho, Guti, Lucky y Obispo. Suboficiales con paciencia infinita, humor desproporcionado, empatía y gran capacidad para aplicar reglas mnemotécnicas que hacían adquirir mejor la compresión y memorización de conceptos.
Evidentemente no todos los integrantes de la compañía teníamos la misma capacidad de asimilar los temas tan variados del arte de la guerra de igual modo, ya sea por educación, hábitos o vicios. Pero gracias a nuestros amados suboficiales y su don innato, eran capaces de aplicar una educación individualizaba para cada integrante que, en ocasiones, eran compartidas en foros de trabajo con el resto, como “learned lessons”.
-Que confundías nombrar en una teórica de la fase de agua, la botella de aire por bombona se corregía sosteniendo en firmes durante esa teórica una bombona de butano al hombro.
-Que se te olvidaba durante una compra algún producto, pues Altus al hombro y corriendo desde la batería de costa en la que estabas acantonado hasta el pueblo a por lo olvidado.
-Que jugabas con el machete al hinque durante unas maniobras, se solucionaba manteniéndolo entre los dientes toda la tarde.
-Que te daba el muermo en las teóricas tras la zampa, nada mejor para espabilarte que unas cuantas flexiones dentro de la fuente ubicada entre la 12 y 13. Y por simpatía, otra ronda para tu binomio.
Es de agradecer, su esfuerzo para que no tuviéramos problemas de sueño durante la noche, practicando un paso ligero, un bombeo de 50 o un paso vietnamita, motivado por algún guerrillero que metido en su mundo interior, no había oído bien la indicación de romper filas en “silencio”, gritando con toda el alma el preceptivo “sangre”.
Pero sin duda mi favorita, la que se producía durante cualquier limpieza semanal de armamento. Siempre éramos obsequiados con la música celestial de un chopo cayendo al suelo. Hoy en día, aún desconozco el motivo, pero durante un rato instintivamente practicabas la apnea, hasta que, gracias al humor insuperable y paciencia del suboficial de turno, éramos capaces de comprender que se debía cuidar el equipo como si fuera nuestro.
No obstante, mi paso por la COE ha sido la mejor experiencia de mi vida, que repetiría sin dudarlo, pero con 20 años, claro.
22 de diciembre de 2023
