Coronel Guillermo Rey Rodríguez
Antiguo Teniente COE 91 y Capitán COE 82
El 9 de septiembre de 1967 salió publicado en el Diario Oficial número 205 mi destino a la COE 91 de Granada. En ese momento se preparaba el ejercicio conjunto hispano-norteamericano denominado “Sarrio II” que se iba a desarrollar en el Pirineo Central Huesca-Tafalla-Sur frontera francesa, entre el 14 de septiembre y el 13 de octubre. En el mismo, dio la casualidad de que yo actuaba como árbitro y el que iba a ser mi capitán, Cobo Gámez, se encontraba realizando el Curso de Guerrilleros, motivo por el que, al finalizar el ejercicio, me presenté a él y así nos conocimos.
Posteriormente, hice mi incorporación en el Regimiento de Infantería Córdoba 10, en el acuartelamiento Cervantes, donde nos juntamos los mandos fundadores de la COE 91: el capitán Pedro Cobo Gámez, los tenientes Juan Martínez Sevillano y Guillermo Rey Rodríguez (los tres éramos diplomados guerrilleros), junto con el subteniente Urquizar, el sargento primero Corbín, los sargentos Arias y Antúnez y los cabos primero Padilla y Juárez. En ese momento contaba con un reemplazo de tropa de unos veinticinco hombres.
Iniciamos la instrucción y prácticas de campo. Así, recuerdo que, en enero de 1968, nos trasladamos al campamento de El Padul, a 23 km de Granada, para realizar ejercicios desde el día 23 al 29. El lugar era y es enclave de gran valor ambiental en el que miles de reclutas hicieron vida durante su adiestramiento. Hoy las edificaciones están bastante deterioradas, aunque se sigue utilizando el entorno para formación militar. Al mes siguiente (del 20 al 29 de febrero) nos desplazamos hasta la Sierra de Cázulas en Granada, a poco más de una hora de vehículo. En el mes de marzo (20 al 29) el destino elegido fue la Sierra de Almijara (Granada). Para las siguientes maniobras marchamos hasta una localidad llamada Capileira, situada a algo más de 70 kilómetros de la ciudad donde permanecimos desde el 25 de abril al 14 de mayo.
Con la llegada del verano nos desplazamos a la costa granadina para las primeras prácticas de agua. Del 19 al 28 de junio a la zona de Motril y del 20 al 29 de agosto en la Mamola. A pesar de que muchos de los hombres de la compañía no tenían una relación habitual con las playas y las actividades acuáticas, solo recuerdo una ocasión en la que el capitán Cobo y yo tuvimos que lanzarnos al mar para rescatar a un soldado que, a pesar de tener un nivel básico de natación, se vio atrapado en un remolino de agua del que era incapaz de salir.
Volvimos a la zona de la Alpujarra granadina en septiembre (17 al 25) para las prácticas de campo, incluida la ruta de Pinos del Valle al municipio de Órgiva. Al mes siguiente (22 al 31 de octubre) fuimos a Nigüelas, en la comarca del granadino Valle de Lecrín. Y terminamos el año con unas maniobras conjuntas hispano-norteamericanas denominadas “Sarrio III” en la zona de los Güajares en la Sierra de Lújar del 18 de noviembre al 3 de diciembre.
En estas maniobras durante la convivencia de proximidad con los estadounidenses, en el río Guadalfeo, hicimos un intercambio de las raciones de previsión. Fue la primera y última vez. A pesar de que nuestras raciones eran más pesadas, también eran mucho más sabrosas. Ahí se nos vino abajo el mito de que todo lo americano era mejor.
Durante la mismas, la COE 91 se dividió en dos secciones. El capitán mandaba la primera que se localizaba en la Sierra de Lújar y yo mandaba la segunda como teniente y actuábamos en la zona de los Güajares y la Sierra de Almijara. Como anécdota quiero señalar que los guerrilleros de la segunda sección se marcaron como objetivo capturar al capitán Cobo Gámez, lo que consiguieron, con gran esfuerzo y constancia. Fue el tema que más atención centró en las conversaciones mantenidas entre la guerrilla y el comentario final del juicio crítico del ejercicio.
Iniciamos el nuevo año 1969 con ejercicios de campo en el campamento de El Padul, que se desarrollaron entre los días 22 al 31 de enero. Durante los dos meses siguientes, del 18 de febrero al 10 de marzo, nos trasladamos a Los Peñones de San Francisco en Sierra Nevada para efectuar nuestras primeras prácticas de nieve y que los guerrilleros aprendieran a esquiar. El capitán Cobo era conocedor de que la antigua compañía de esquiadores que hubo en Granada dejó en los almacenes de intendencia todos sus equipos de esquí. Puso mucho empeño en las negociaciones para que se adjudicase ese material a la COE 91. Mantenía buenas relaciones con el general de la Brigada y el Estado Mayor de Capitanía y, finalmente, lo consiguió, lo que facilitó mucho la labor de adiestramiento en nieve. Creo que fuimos de la primeras COE en tener esquís. Lo malo era que solo sabíamos esquiar el capitán Cobo y yo que, además del diplomado de guerrillero, también tenía el de esquí y escalada. Pero superamos ese obstáculo, yo había recibido un buen adiestramiento y me gustaba enseñar las técnicas del esquí a hombres que se enfrentaban a la nieve por primera vez.
Como dato interesante he de hacer constar que en Sierra Nevada se ubica la primera instalación militar permanente que se construyó en 1934, cuando la estación de esquí aún era una idea de futuro. Está emplazado en el paraje Hoya de la Mora al lado de los Peñones de San Francisco de Güejar Sierra. Hoy en día, se la conoce como el Refugio Militar Capitán Cobo y sigue dedicada a desarrollar actividades de instrucción y adiestramiento. Está a 2550 metros de altitud.
No recuerdo con exactitud en qué fecha fue, pero, durante unas sesiones de gimnasia, el capitán Cobo realizó un salto sobre el caballo con tan mala suerte que se rompió el dedo meñique de la mano derecha. En el hospital le curaron la fractura pero cuando, finalmente, recibió el alta, el citado dedo se quedó torcido. Cada vez que daba la mano a alguien, cosa que era frecuente, notaba la cara de sorpresa de la persona saludada por la extraña posición del dedo. Así que un buen día se fue al hospital a que le cortaran la parte del dedo que estaba permanentemente flexionada (medio dedo) y, en contra todas las sugerencias de quienes le conocíamos le cortaron el dedo.
El capitán Pedro Cobo era un gran profesional, un buen amigo, una persona justa en sus juicios, apreciado por todos, incluso en el acuartelamiento Cervantes con quienes la COE 91 tenía alguna discrepancias y problemas.
En lo que a mí se refiere, a mediados de 1969 ascendí a capitán y me quedé disponible en el Gobierno Militar de Granada. Pocos meses después salí destinado como capitán jefe de la COE 82 de Lugo. La experiencia adquirida de teniente en la COE 91 de Granada y las enseñanzas y ejemplo del que fuera mi capitán, Pedro Cobo, me sirvieron de mucho en mi nueva andadura guerrillera.