Cabo guerrillero Ignacio Trejo Carmona
No quisiera empezar este relato sin tener un recuerdo para todos aquellos compañeros guerrilleros que ya no pueden estar con nosotros.
Bueno, nunca he sabido expresarme muy bien escribiendo y no sé si seré capaz de hacerlo ahora. Intentaré hacerlo lo mejor posible. Seguramente deje en el recuerdo muchas anécdotas y situaciones, pero ya con 58 años ha llovido mucho y algunos recuerdos se olvidan.
Y ¿por dónde empezar? Como suele decirse, por el principio, de cómo llegué al cuartel de la EMMOE tras pasar mi periodo de recluta en Zaragoza con 20 años, todo nervios, ya que no tenía ni idea de lo que pasaría en los meses posteriores; pero, cuando me incorporé a la COE, solo tenía un pensamiento: poder merecer y lucir mi boina verde.
Si hubo recuerdos malos, mi mente los ha borrado. Momentos duros, muy duros, claro que los hubo. Quién no recuerda aquellas fases de endurecimiento en Batiellas…. no se me olvida una noche muy “jodida” por un robo que se produjo y por el que nos hicieron formar para realizar sesión extraordinaria de orden cerrado. De vez en cuando, posiciones interminables con el fusil cetme teniéndolo que sujetar con una sola mano para ver si, con aquello, salía la persona que había cometido el robo… y de cómo mi sargento me ayudaba a sujetarlo.
Particularmente, mi forma física era buena por mi actividad deportiva. Pero, aun así, había días que no podía bajar ni un escalón (seguro que más de uno lo recuerda); aunque a mí me gustaba todo aquello: la pista de combate me encantaba y disfrutaba muchísimo con ella.
Una de las cosas que también conservo en mi mente, y lo disfrutaba, eran las salidas al campo. Preparar el equipo, ordenar la mochila… recoger las raciones (aquel infernillo de pastillas), cómo cuidaba mi equipo, aquella mochila Altus, el jersey “piojillo”, mi esterilla aislante… Ahora tengo mejores cosas para ir a la montaña, pero creo que no las cuido tanto. Siempre me ha gustado la naturaleza y aquellas salidas a las distintas fases de instrucción las recuerdo con mucho cariño: los sitios que conocimos, los paisajes.
También los momentos duros de ellas: esas salidas nocturnas pisando nieve, las botas empapadas que hacían que desearas ponerte a correr para entrar en calor, el agua de la cantimplora congelada, estar con el poncho debajo de la lluvia, prepararte tu agujero para pasar la noche en tu saco y comer en el campo. Puede parecer una tontería, pero era algo que también disfrutaba, montar la tienda de campaña o el “chiringuito” con el poncho impermeable y a darle duro al monte.
Mis pensamientos también me llevan a la fase de agua en Rosas (La Escala, Gerona): aquellas salidas con las embarcaciones neumáticas, correr con ellas a hombros hasta el punto de inicio en la costa y bogar a lo largo de los recorridos en la bahía.
Con mi patrulla, ya de cabo, añoro aquellas marchas de orientación en la fase de topografía, patear el monte, buscar los puntos de control y compartir esos momentos con mis compañeros.
Otro recuerdo, que para mí significó mucho, fue cuando desfilamos delante del ministro de Defensa, Narcís Serra. Me designaron cabo gastador para dirigir la escuadra de gastadores, por lo que me tocaba encabezar dicho desfile. El teniente Boado nos felicitó a todos y a mí particularmente.
Supervivencia, unas prácticas inmemorables. En la marcha de aproximación pasamos entre aquellas cumbres del Pirineo hasta llegar al Valle de Echo, construir el refugio para la patrulla, hacer nuestro horno, nuestra fresquera, mantener vivos a nuestros animales. La verdad es que lo pasé bastante mal un par de días por la falta de alimento, pero ¡¡menuda experiencia!! Recuerdo que se suspendió la marcha de vuelta (a la finalización de las prácticas) ya que falleció, en un accidente, uno de los conductores de La Escuela que nos tenía que recoger y regresamos al cuartel en vehículos.
Terminé mi paso por la compañía en la fase de esquí. Por desgracia, no la pude disfrutar todo lo que hubiera deseado ya que arrastraba un problema en el ligamento de mi rodilla (una lesión que ya padecía y de la que después me tuvieron que operar). Recuerdo cómo el teniente Luis Felipe Tourné me dijo: “¿Por qué no te quedas y terminas la fase?” ya que nos licenciaron antes de terminarla. La verdad es que con el paso del tiempo me arrepentí de no haberlo hecho; pero, en aquel momento, también me apetecía volver a casa.
Los recuerdos se me agolpan y como no quiero ser pesado, dejo en la memoria otros muchos momentos.
No quiero despedirme sin rendir un homenaje a aquellos compañeros que compartieron conmigo esta experiencia, a mi binomio Víctor (asturiano) y a los mandos, grandes personas, grandes hombres, todos grandes guerrilleros.
Si de algo estoy orgulloso de mi vida es de ser un GUERRILLERO.
2 respuestas
Buenas tardes le escribo desde navarra mi hermano Kike Ramos estuvo haciendo la mili de voluntario en el 85 en la coe de Jaca también estuvo de instructor de Taekwondo.fue con dos amigos más Óscar gallego y Ander alegría.no se si los recordaras.conservo muchas fotos.un saludo y gracias
Buenos días puede remitir sus fotos a la cabecera de esta pagina ,muchas gracias por su aportación