Antonio Ramos Linares, Teniente de infantería (reserva)
Destinos en OE, COE 31 y GOE III
Pues no. Yo no tenía el curso de OE. Pero llegué destinado de sargento al Regimiento de Infantería San Fernando nº 11 y dentro de sus instalaciones estaba ubicada la COE 31, que hacía una vida independiente del mismo. Este le proporcionaba a la COE determinados servicios (seguridad, alimentación, sanidad) para que así fuera liberada de estos recargos a los que por falta de personal y por su tipo de instrucción, no podía atender.
En esa época, por circunstancias, la COE 31 estaba temporalmente con falta de cuadros de mando. Ya había un sargento perteneciente al regimiento agregado a la COE y, mira por dónde, también me ofrecieron la oportunidad de incorporarme la compañía en una agregación temporal, sin ningún tipo de compromiso y con la condición de que, si no me encontraba a gusto o el trabajo era demasiado exigente para mí, podía reincorporarme al regimiento en cualquier momento y sin ningún tipo de complicación.
Dada mi juventud y afán de nuevas experiencias pensé que era una oportunidad única y excepcional para conocer, desde dentro, una unidad de OE. Así que me ofrecí voluntario, aun a sabiendas de que el nivel de trabajo, responsabilidad y tiempo a dedicar iba a ser muy superior al que si me quedaba tranquilamente en mi unidad.
De esta sencilla manera entré a formar parte, como uno más, de una unidad de élite poco conocida, pero con un componente personal de lo más sencillo, humilde, preparado, tanto profesional como humanitariamente y, con el cual, el trabajo es una afición para disfrutar día a día, mejorándolo en cada uno de ellos, si es posible.
Por supuesto que eso requería, por mi parte, ponerme “las pilas”, en cuanto a adquirir un nivel superior tanto en lo físico, como de aprendizaje de nuevos conocimientos, de los que carecía para, no solo ponerlos en práctica sino, también para instruir a la tropa, (escalada, explosivos, acuáticos, topografía, supervivencia, montaña, paracaidismo, etc.) e intentar estar a la “altura”, del resto de diplomados, pero, ¿merecía la pena?
¡Claro que merecía la pena!, en conocimientos profesionales, geográficos (por los enclaves maravillosos a desarrollar en las diferentes maniobras), humanos (por la gente que tienes la oportunidad de conocer en las mismas), experiencias y, no es que aguantara el trabajo, es que lo disfrutaba.
Y, además, estaba la participación de las correspondientes familias y acompañantes en todos los actos y celebraciones oficiales; además, la convivencia a nivel particular, entre los componentes de la unidad con los citados familiares, enriquecía, aún más, a la propia unidad y a su personal.
Y de esta manera de engrandecimiento, tanto en lo personal, como profesional, al cabo de unos meses, terminó mi agregación, reincorporándome a mi regimiento, habiendo dejado una vivencias imborrables y unos compañeros admirables, que el tiempo demostró que eran más que compañeros, amigos.
Pero no acaba ahí la historia pues, al cabo de un par de años, publicaron tres vacantes C1 en el GOE III, sin exigencia de título de OE, de libre designación, motivo por el cual me llamó el capitán jefe de la COE 31, en la que estuve agregado, dándome la oportunidad de que, si solicitaba la vacante, al ser de libre designación, me la asignaban directamente.
Por supuesto que la solicité, volviendo a formar parte de esa gran familia, con unos compañeros formidables, de los cuales siempre he estado orgulloso.
Pero no quiero terminar sin mencionar a un componente muy importante, y que me ha hecho aprender mucho, tanto en lo profesional, como en lo humano y que ha sido, en primer lugar, la tropa de reemplazo, la cual se alistaba voluntariamente en las campañas de captación por diferentes motivos personales (espíritu aventurero, cercanía de domicilio, pasar más ameno el tiempo de servicio militar, etc.) y que, paulatinamente, fue siendo sustituida por la tropa profesional. Todos ellos te lo daban todo, a cambio de su BOINA VERDE. -Samurái-.