General de Brigada (retirado) Vicente Bataller Alventosa
Antiguo Capitán, Comandante y Teniente Coronel del GOE III y Coronel 2º jefe del MOE
Durante los días 2 al 12 de junio de 1992 se realizó la operación Al-Akant en una amplia zona de la provincia de Alicante. En este ejercicio de OE intervinieron:
-El GOE III que distribuyó su personal entre dos equipos operativos Alfa y Bravo mixtos de alemanes-españoles (bando verde) y contraguerrilla (bando naranja), además de constituir los órganos propios de la Dirección del Ejercicio y de la Organización Clandestina de Apoyo (OCA).
– Seis helicópteros de las FAMET procedentes de la base de Bétera (BHELMA-II).
– Dos aviones del tipo Aviocar, con sede en la base aérea de Alcantarilla.
– Componentes de las Fernspahkompanie 100, 200 y 300, seleccionados entre las tres compañías especializados en patrullas de largo alcance de Alemania.
Reparto de misiones para la primera fase del ejercicio
Tras una exposición de la organización y normas del ejercicio, se entregaron las órdenes de operaciones a ambos bandos y los componentes de los equipos operativos pasaron a una zona de aislamiento ubicada dentro del acuartelamiento de Rabasa. Allí iniciaron su instrucción de combate y movimiento de patrullas con objeto de unificar criterios entre las fuerzas especiales de ambos países, mientras los oficiales jefes de cada equipo estudiaban la misión recibida y la forma de cumplirla.
En esta primera fase de la operación, cada grupo actuaría por separado. El equipo Alfa se infiltraría por mar mediante zódiacs y destruiría un puente de ferrocarril metálico próximo a la costa. Dos noches más tarde atacaría un aeródromo militar e inutilizaría su torre de control, hangares, depósitos de combustible y aviones, acción que coordinaría con el aterrizaje en la pista de dos Aviocares para ser exfiltrados por vía aérea. Por su parte, el equipo Bravo tenía previsto una infiltración con helicópteros para atacar una estación de ferrocarril y destruir material sofisticado de radares de alerta temprana que esa noche había sido descargado en los almacenes de la misma. También dos días después debería rescatar al Dr. Antonio Belda, decano de la Facultad y cerebro de la resistencia, recientemente capturado y que se encontraba prisionero en un acuartelamiento, operación que finalizaría con una exfiltración mediante helicóptero.
Los equipos del GOE III que actuaban clandestinamente como OCA recibieron la misión de balizar los puntos de desembarco tanto en costa como en tierra mediante un código de señales previamente establecido, proporcionar apoyo logístico e información de última hora sobre los objetivos y movimientos enemigos, así como establecer una red de evasión y escape. Con anterioridad habían tomado fotografías y grabaciones de vídeo de los objetivos, estudiado itinerarios de acceso a los mismos y buscado zonas seguras para establecer bases de patrullas, donde poder permanecer ocultos los equipos operativos durante el día.
Ensayos sobre maquetas
Dirección, que asumió el papel de la unidad superior para ambos bandos, con los datos obtenidos por la OCA, construyó un módulo del puente a escala 1/2 y confeccionó maquetas, panorámicas fotográficas y películas de vídeo de cada objetivo, material de trabajo con el que los equipos operativos iniciaron los estudios y establecieron las primeras medidas de coordinación. Familiares del Dr. Belda remitieron una fotografía e indicaron las cicatrices y características físicas del mismo para ser reconocido en el momento del rescate. En la zona de aislamiento, se pintaron rayas en el suelo para señalar los diferentes elementos de cada objetivo a escala real.
Durante dos días con sus noches se ensayaron una y otra vez las acciones sobre los objetivos. Se detectaron los fallos a solucionar, se limaron los problemas de coordinación y acortaron los tiempos de los golpes de mano. Las diferencias de idiomas se solucionaron con voces y señales sencillas y acordadas de antemano. Se confeccionaron las cargas explosivas con maderas y plastilina tanto para el puente como para derribar la puerta del almacén de la estación y de la celda del Dr. Belda. Se practicó rápel en el rocódromo del acuartelamiento y en el módulo del puente de madera construido, así como combate en población y la forma de utilizar las embarcaciones. Se ensayó también el Plan de Decepción a seguir caso de caer prisioneros y la forma de acogerse a la Red de Evasión y Escape mediante una señal con piedras en determinados hitos kilométricos preestablecidos.
Los equipos Alfa y Bravo entran en acción
Tras una reunión con los pilotos para estudiar los itinerarios de vuelos y la coordinación horaria, los hombres prepararon sus armas, municiones y equipo. Al anochecer, seis helicópteros en formación, volaban a baja cota, mientras seis zódiacs se lanzaban al agua. Se iniciaba la primera fase de la operación Al-Akant. Los equipos Alfa y Bravo entraban en acción; se adentraban en la profundidad de la retaguardia por aire y por mar.
Desembarco, contacto con la OCA, infiltración terrestre, acción sobre el puente donde quedaron colocadas las cargas en los dos módulos previstos y ataque a la estación de ferrocarril con destrucción de sus almacenes. Los dos equipos operativos, actuando simultáneamente en zonas distintas, habían conseguido cumplir la primera parte de su misión según una consecuencia de actos muy planificada y ensayada ante la sorpresa de un contrincante que rápidamente alertó a sus fuerzas, reaccionó con sus reservas esa misma noche y montó apostaderos a varios kilómetros alrededor de los objetivos atacados.
La alegría del éxito pronto se vería enturbiada pues uno de los equipos sufrió una emboscada al amanecer y fueron capturados dos de sus hombres; el resto logró dispersarse. La presión enemiga no cesaba y en los desplazamientos nocturnos del día siguiente se produjo otro contacto con la contraguerrilla, instruida en las mismas técnicas especiales que hacía honor al refrán: «No hay peor cuña que la de la misma madera». Durante el día los helicópteros de salto en salto, transportaban a la reserva, especializada en contra incursiones, que rastrillaba el terreno.
Ya metidos en la tercera noche, Bravo logró infiltrarse sigilosamente en el acuartelamiento donde se encontraba prisionero el Dr. Belda, tomó posiciones, desencadenó el ataque, pero una incidencia de última hora abortó la operación al detectar a varios hombres próximos a la puerta de acceso a la habitación del Decano, que, casualmente, pasaban por allí en ese momento. Se ordenó el repliegue ante la superioridad numérica del adversario con respecto al grupo de rescate. Se acababa de confirmar otro dicho típico en las UOE de todo el mundo, pues para el éxito de la misión, además de una perfecta planificación, coordinación, entrenamiento y de no dejar nada al azar, es necesario un poco de suerte.
Al amanecer, el otro equipo operativo desencadenó el asalto por sorpresa al aeródromo militar destruyendo todos los puntos críticos previstos. La sección que guarnecía las instalaciones reaccionó adecuadamente, pero fue fijada al terreno por el grupo de protección mientras aterrizaban dos aviocares que exfiltraron a todo el equipo. En esta espectacular y arriesgada operación, realizada con la luz de orto por imperativos de la toma de los dos aparatos, sí que fue imprescindible el factor suerte por la dificultad de coordinar el ataque y destrucción del aeródromo con el repliegue hacia el final de la pista para embarcar y despegar en el justo momento.
Emboscada nocturna a un convoy con fuego real
Reunidos de nuevo Alfa y Bravo en territorio propio, sin tiempo para el descanso, recibieron una nueva misión: emboscar a un convoy que transportaba combustible y elementos de apoyo de una batería de misiles Scud. En esta segunda fase de la operación AL-Akant no se utilizaría munición de fogueo pues se trataba de un tema de fuego real. Los alemanes practicaron durante un día tiro con las armas del GOE III, morteros Comando, lanzacohetes C-90, lanzagranadas, visores nocturnos y el fusil 5,56 modelo L… aprendieron a manejar los explosivos españoles y activar bolas de fuego para el barreamiento.
Los helicópteros infiltraron en dos oleadas a los diferentes grupos que actuaban en la emboscada, destrucción, asalto, vigilancia, barreamiento… Alcanzada la zona de castigo, tras una infiltración terrestre, el equipo de vigilancia avisó de la llegada del convoy a los demás grupos, que ocuparon posiciones. Silencio absoluto. De una vaguada apareció un Land Rover que al avanzar por el camino fue activando las luces de una furgoneta de desguace primero, de otra después separada 30 m y así sucesivamente hasta constituirse un convoy de 5 vehículos de los que solo el primero estaba en uso. Cuando rebasó la línea y quedó fuera de peligro, se produjo una inmensa bola de fuego, barreamiento y, a la vez, señal para iniciar los disparos de ametralladora, de mortero, de los C-90, de la fusilería y del resto de las bolas de fuego dirigidas a las viejas furgonetas.
La noche apacible y oscura del campo de maniobras y tiro de Agost se convirtió, durante tres minutos, en un infierno en llamas, con vehículos ardiendo y esparcidos por los aires, ametralladoras que parecía “cantar” con el ritmo de sus disparos de trazadoras de flanco mezcladas con las balas iluminantes que de frente disparaban los fusiles, explosiones de granadas y de cordón detonante. El alargamiento del tiro de las armas colectivas dio paso al asalto final; un repliegue ordenado puso fin a una operación sincronizada al milímetro y en la que se habían adoptado las máximas medidas de seguridad. Los alemanes no pudieron resistir la emoción y expresaron a sus compañeros españoles su alegría por haber participado en este tema tan perfectamente coordinado, tan parecido a un caso real y en el que, a pesar de la cantidad de munición y explosivos utilizados no habían tenido la sensación de peligro debido a las medidas adoptadas.
Red de evasión y escape
Mientras todo esto ocurría, una incidencia impuesta por Dirección había obligado a un español y dos alemanes del grupo Bravo a llegar tarde al punto de exfiltración con helicópteros, tras el ataque al campamento donde se encontraba prisionero el cerebro de la resistencia. Su única salida era pues acogerse a la red de evasión y escape que tenía organizada la OCA para estos casos. Localizaron en el plano el punto de contacto más próximo, un hito kilométrico, y se dirigieron hacia el mismo. Según lo convenido, colocaron tres piedras sobre la base del hito como señal de activación, se alejaron de la zona y se ocultaron para regresar al mismo lugar transcurridos al menos doce horas.
Se iniciaba así un misterioso plan en el que tras proporcionar ropa y comida fueron dirigidos de punto en punto mediante mensajes hasta tomar contacto con la resistencia, sufrir una interrogación por parte de la OCA para comprobar su auténtica identidad y una vez verificado que los datos proporcionados fueron correctos (tras enlazar con el jefe del equipo Bravo) se inició una evasión por tierra que finalizó con una exfiltración aérea de los tres hombres.
Momentos de convivencia e intercambios de recuerdos
Los dos últimos días de este ejercicio combinado hispano-alemán se dedicaron a la convivencia entre ambas fuerzas especiales. Tiro con fusiles españoles para la obtención del diploma de tirador selecto, demostración por parte española de un rápel desde helicóptero, formación para la entrega de títulos de guerrillero de honor, acto de homenaje a los caídos de ambos países y comida de confraternización, actos que presidió el general jefe de la Región Militar de Levante el Excmo. Sr. D. Agustín Quedada Gómez. Una chuletada por la tarde acabó de estrechar los lazos de unión y camaradería nacidos durante los días anteriores. El intercambio de recuerdos entre ambas unidades y de boinas y hombreras entre sus componentes fue el final de una operación que vio alcanzados sus dos objetivos propuestos, aumentar tanto los conocimientos mutuos desde el punto de vista profesional, como la convivencia entre las fuerzas especiales de dos países amigos.
Si interesantísima resultó la parte táctica para los invitados de los españoles, según sus propias manifestaciones, lo que más les emocionó a los soldados alemanes, además del tema de fuego real, fue el acto a los caídos, la balada de los boinas verdes y las canciones guerrilleras a paso ligero, actos estos que, curiosamente, no se realizan en Alemania.
Los fuertes abrazos entre boinas verdes y boinas rojas antes del regreso a su país fue el sello de unas nuevas amistades nacidas al compartir, codo con codo, los múltiples momentos intensos vividos en esta colaboración hispano-alemana, la operación Al-Akant.